¡Tú, idiota! 🌷 namjin

🌷 ; d i e c i s i e t e

-Namjoon, vamos, levántate. -insistió la mujer, agitando de un lado a otro al menor- No puedes pasar toda la vida aquí encerrado.

De hecho, sí puede. Pasará todo el tiempo encerrado en su casa hasta que su hyung regrese de la universidad, y eso sería... en tres años aproximadamente. Podía esperar todo ese tiempo si se lo proponía, en verdad. No era nada para él.

-Noona, ya. -gruñó el menor, acurrucándose más entre sus mantas- No estoy de humor.

La mayor, rendida, se cruza de brazos-: No has estado de humor por estas ya... cuatro semanas. ¿Qué sucede?

El moreno se encoge de hombros. En verdad, no lo sabía, para nada. Sólo sentía malestar en su estómago, no quería y no tenía ganas de hacer absolutamente nada. No... no encontraba la motivación, ni el instintivo que lo empujara fuera de la comodidad de su cama. El encargado de eso era Seokjin, quien siempre en las mañanas lo despertaba con una sonrisa, ¿qué mejor manera de despertar a un nuevo día que esa?

Jungeum estaba especialmente preocupada por el joven. Esta era su edad de querer hacer travesuras, de experimentar, de salir, de festejar. No podía creer cierto que en su tiempo en la casa no haya encontrado ninguna revista pornográfica debajo de alguna cama. ¿Este niño con qué se masturbaba? ¿Siquiera lo hacía? Lo dudaba, demasiado. Por eso ella quería sacarlo a pasear, que conociera el mundo, que conociera a alguien. Sin embargo, si él no cooperaba, no lograría hacer mucho con el pobre chico.

Ya que el menor no respondió a su pregunta, suspiró y negó, sentándose en el borde de la cama y dándole caricias por sobre la cobija.

-Sé que esta situación para ti debe de ser... estresante, incluso traumática... -Namjoon sacó la cabeza lentamente de las sábanas, viendo a la contraria con los ojos cristalizados-, sin embargo, eres joven, fuerte, energético. ¿Por qué no mandas todo al caño y empiezas a vivir tu vida independientemente de lo que hicieron tus padres? -el moreno se sentó y abrazó sus piernas, pensando en lo que decía la mujer- Demuéstrale a tu hermano que puedes hacer lo que pidió, demuéstrale que puedes ser feliz.

Y quizás ese fue el incentivo que necesitaba: su hermano. Su lobo se alzó irremediablemente, inflando el pecho y decidiéndose a seguir adelante por su amado Seokjin; no daría paso a dudas ni arrepentimiento, eso era por Seokjin y nada más por Seokjin. No lo perdería de nuevo, no estaba dispuesto a perderlo de nueva cuenta. Por eso Namjoon se sacó las cobijas de encima y se estiró.

Jungeum sonrió de oreja a oreja, levantándose de la cama y mirando a Namjoon, emocionada.

-Namjoon, báñate y vístete, que vamos a ir de paseo. -canturreó, caminando hacia la puerta- Compraremos unos batidos, y... quién sabe, puede que conozcas a alguien nuevo.

Dicho eso, salió de la habitación del alfa, dejándole confundido. Conocer a alguien... nuevo.

[...]

Luego de haber salido de la casa, haber caminado hasta el centro comercial y haber regresado a la plaza principal, Jungeum fue de camino a comprar dos batidos para ambos, mientras que Namjoon esperaba en una de las mesas, mirando a las personas pasar sin mayor problema, despreocupadas de la vida. Él se preguntaba si alguna vez podía sentirse tan tranquilo, sentirse tan liberal. Siendo preso de los prejuicios desde su propio nacimiento.

No quiso pensar más en ello, sólo acostó su mejilla en la mesa y cerró los ojos, esperando a la mayor que llegara con su batido de fresa. Sin embargo, antes de que pudiera "descansar", un olor desconocido llegó a sus fosas nasales, era como... aromatizante de flores y canela. Demasiado amargo el olor, era... muy forzado. No le gustaba, para nada. Abrió un ojo para analizar a la persona derrochante de aquel aroma, y era una chica, con el cabello castaño y corto, y ropa no tan femenina, pero con estilo. A Namjoon le dio curiosidad, mas no hizo mucho, sólo dejó que la mujer se acercara a ella, quien tenía ademán de hacerlo.