Era tu cumpleaños, y estaba siendo el peor día de tu vida.
Habías perdido el autobús y tuviste que ir andando al instituto lloviendo, habías tenido un examen sorpresa, os habían mandado muchísimos ejercicios, te habían golpeado en la cara con una pelota de baloncesto en gimnasia, habías discutido con una chica de clase y, por culpa de las goteras, resbalaste en un charco y te caíste por las escaleras, y todo el mundo se había reído de ti.
Pero eso no era lo que más te molestaba, si no que ninguno de tus seis mejores amigos se había acordado de tu cumpleaños.
Agarraste el pomo de la puerta, y entraste.
Tus ojos se llenaron de lágrimas.
-¡SORPRESA, (T/N)!
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-¡Chicos, no teníais que hacerlo! ¡Sois los mejores!
