Te miraste al espejo. A pesar de las palabras de aliento de tu novio, no te gustaba absolutamente nada aquel disfraz de mono. Pero Sanha quería llevarlo a la fiesta y dale con que teníais que llevarlo.
-¿Estás seguro?-volviste a preguntar.
Las personas de la tienda no dejaban de miraros.
-¡Qué sí! Además, ni que fuéramos a una gala. Nunca entenderé a las niñas. Nunca estáis contentas con... ¡AY!
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Antes de que pudiese seguir hablando, lo golpeaste con la cola del disfraz.
-¡Iremos de lo que yo diga y punto!-espetaste, corriendo la cortina del probador para cerrarla.
-Oh, vamos, (t/n), no te enfades-hizo él aegyo a través de la cortina.
Pero no sirvió de nada. Sanha acabó yendo de lo que tú querías a la fiesta.
