I. Problemas

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Sí, ser positivo y tener esperanza. Ser positivo y tener esperanza. Me lo repito mientras respiro hondo.
Apenas llego al campus me entero que habían hecho mal las reservas o algo así. Los dos que atendían en secretaría culparon a un fulano que ya no trabajaba más ahí y al parecer tenían teorías conspirativas de que hacía cosas para darles mala fama. AAAAAAGHHHH. Excusas, excusas. Todo para no decirme directamente que la cagaron y me dejaron sin habitación en el campus, como habían prometido.
Y acá estoy yo en la secretaría, con mi valija y mis bolsos, esperando a que me solucionen éste lío. Los escucho teclear en sus computadoras.
—¡Jung Hoseok! —finalmente me llama alguien. Me acerco hasta el escritorio. Es una tercer persona. Se ve que es quien está a cargo de los otros dos—. Le pido disculpas por las molestias que les han ocasionado. Estoy al tanto de que es uno de nuestros alumnos becados, felicitaciones por cierto —dice asintiendo—, y ésta situación es totalmente repudiable —eleva un poco más la voz y mirando de reojo a los otros. Creo que esos dos la van a pasar mal cuando me vaya—. Lamentablemente no tenemos ninguna otra habitación disponible, señor Jung.
—¿Cómo? Pe-pero... Ya estoy acá y mañana empiezo a cursar y-
—Disculpe que lo interrumpa pero tengo una alternativa para ofrecerle —asiento—. Bueno, resulta que podemos llegar a tener un lugar extracampus.
—¿Extracampus?
—Sí, fuera de las instalaciones. Verá, algunos de nuestros estudiantes viven con sus padres aquí en la ciudad o tienen la posibilidad de tener su propio departamento, sea alquilado o no. Como una forma de descuento del pago de la cuota dejamos que esos estudiantes, sí así lo desean, presten una de sus habitaciones para los que vienen de otras ciudades. ¿Le interesaría algo así?
—Cla-claro —cualquier cosa con tal de quedarme.
—Bien. Varía en que no contaría con servicio de buffet, debería cocinarse y comprarse sus cosas usted o con su compañero o compañeros de departamento. Igual, despreocupese que todos aquellos gastos que le íbamos a cubrir acá, se los cubriremos en el lugar que escoja. Es lo mínimo que podemos hacer por nuestro momento de ineficiencia. Eso sí, cubrimos todo bajo las mismas exigencias que ya supongo que le explicaron —sí, sí, ser alumno regular, no sacar notas muy bajas, participar de actividades extra del instituto, ayudar, de ser necesario, a alumnos de años menores, ser precavido con mis momentos de ocio (forma sutil que tenían de decir que no caigas borracho o embaraces a alguien) y otras bases y condiciones—. Con eso dicho, aquí tengo una lista de los alumnos que están alquilando una de sus habitaciones. La lista está en orden de distancia, siendo los primeros los que están más cerca de las inmediaciones. Los que figuran en rojo, igualmente, son los que ya están ocupados. Elija uno que estaba algo cerca y nos comunicaremos con la persona en cuestión.
Genial. Tengo en mis manos una lista que prácticamente está toda en letra roja y con direcciones que ni conozco, así que difícil distinguir a cuánta distancia quedaba cada lugar. Saco mi celular y entro a los mapas. Gracias, siglo XXI. Elijo uno de los lugares, se lo entrego al encargado, llama y:
—¿¡No actualizaron éstas listas!? ¿Para qué les pagan a ustedes? —le dice a sus empleados—. Disculpe, joven. Deberá elegir otro. Éste ya no está disponible.
Peeeeerfecto. Sarcasmo, claro. Otra vez examino la lista. Veo otro lugar que queda a unas veinte cuadras del instituto. No es tanto. Y aparentemente está libre. Cruzo los dedos para que sea así mientras le muestro el lugar al encargado que velozmente marca el número telefónico mientras me dice que aguarde sentado. Veo que asiente mucho y sonríe mientras habla y habla. ¿Será que ahora sí? Empieza a escribir algo en la computadora y luego de un rato corta.
—Bien, joven Jung. Ya tiene su lugar. Su compañero de departamento está en su trabajo ahora pero dijo que si lo espera una hora él ya estará en su domicilio para recibirlo.
—Sí, perfecto —espero lo que haya que esperar.
—Bien, ahora le haré todos los papeles correspondientes —hace todos los trámites, me da para firmar lo que tengo que firmar, me entrega un papel con la dirección del departamento y el nombre de mi compañero y se disculpa mil veces más por todo (hace que los otros dos también se disculpen) y me desea un buen año académico.

Ya pasó una hora y ahora me encuentro en la puerta del departamento. Miro el nombre del inquilino para poder saludar como corresponde. Toco el timbre.
—¡Voy! —oigo desde el otro lado. Escucho que algo se cae y que esa misma voz masculla algo luego de un "¡ayyy!" medio silencioso. ¿Se llevo algo por delante? Abre la puerta un semblante que sonríe por todos lados— ¡Hola! ¡Vos debes ser Jung Hoseok! ¿No?
—S-sí, y vos debes ser... —carajos, ya me olvidé el nombre. Miro de vuelta el papel.  

  💚 

Ahora ya saben de quién se trataba. Por si les quedaba duda. 

¡Gracias por leer! 💚

En las nubesWhere stories live. Discover now