II. Roomies

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Lo oigo reír.
—Sí, soy Park Jimin. ¡Gusto en conocerte! —dice estirando una mano para saludarme. La tomo y los saludo de vuelta.
—El gusto es mío, Park Jimin.
—Ay, decime Jimin nomás —me hace señas para que entre mientras me ayuda con la valija— Park Jimin —dice de manera graciosa, pero no haciéndome burla— suena demasiado formal. Además, ya somos roomies —sonríe otra vez. Tanto que sus ojos se pierden en su cara. Parece un sujeto agradable—. ¡Bienvenido a tu nuevo hogar! —miro alrededor. Está lleno de discos, libros y alguna que otra prenda por todos lados— Sí, yo...estem...lamento el desorden —dice tomando una campera y un buzo que estaban en el sofá— Fue muy a último momento todo y...no tuve...no tuve tiempo de ordenar —se rasca la parte de atrás de la cabeza nervioso. ¿Habré escrudiñado con alguna mala cara? Me gusta mucho el orden y tal vez fui demasiado evidente. Me cuesta mentir. Y a mi cara también le cuesta. Pero no es su culpa después de todo.
—Ésta bien, es entendible. Suficiente que aceptaste sin previo aviso.
—¿Cómo no iba a hacerlo? Cuando el señor Dong me explicó lo sucedido no pude no sentir empatía. Es feo estar en un lugar que no conocés y encima que apenas llegues ya tengas problemas que solucionar. Más teniendo en cuenta que mañana es el primer día y deberías poder estar relajado —comprensivo—. Ah, hablando de relajado. Vení que te muestro tu habitación —me guía por un pasillo—. El departamento no es la gran cosa pero creo que estaremos cómodos — ese es el baño, esa es mi habitación y ésta de enfrente es la tuya —abre la puerta. Es una linda pieza. Con suficiente espacio  para que entre la cama, un ropero, un escrito y una estantería que había ahí, sin que el lugar fuera comprimido—. Ésto si está en orden —comenta entre risas— porque estaba esperando a su habitante jaja. Bienvenido nuevamente —me da una palmadita en el hombro— acomodate tranquilo y si querés darte un baño...bueno...es tu casa —me asegura con otra sonrisa
—Gracias —le devuelvo la sonrisa.
—No hay nada que agradecer, Hoseok. ¿Puedo decirte Hoseok?
—Sí, por supuesto, también me suena muy forma el "Jung Hoseok".
Ríe.
—Voy a preparar algo de comer mientras. ¿Tenés hambre? —Mi estómago ruge en respuesta. Qué vergüenza—. Jajajajajaja. Bien, tomaré eso como un sí.
Y se va para dejarme acomodar un poco las cosas y darme un baño. Me siento en mi cama, ya más refrescado y tomo mi celular, debería avisar en casa lo que sucedió para que se queden tranquilos.
—Ay, tené cuidado, hijo. No sabés qué clase de persona es.
—Mamá, no te preocupes —digo en voz baja para que Jimin  no escuche— Créeme que si lo vieras te caería bien.
—No tengo buen juicio sobre las personas, hijo. Confío demasiado en todos. Y vos también.
—Tranquila, mamá, puedo cuidarme solo.
—Lo sé, lo sé. Bien, mandale saludos a ese tal Jimin y ya le digo a tu hermana que lo busque en internet a ver si no salta nada raro de-
—¡Mamá! ¡Por favor! —la freno.
—Bien, bien. Mándale saludos igual. Y agradecele de mi parte por haberte recibido con poco tiempo.
—Lo haré. Cuídense.
Corto el llamado. Estoy casi seguro que en este momento le está pidiendo a mi hermana que lo busque en internet de todas formas. Y estoy casi seguro de que mi hermana no se va a negar. Parece que tuviera dos madres en vez de una. Suspiro y sonrío.
Bien. Me estiro cuando me paro de la cama. Día uno en la gran ciudad: comenzando oficialmente.

💚

En las nubesWhere stories live. Discover now