En las nubes

IV. Jimin Day

Ya ha pasado un mes desde que llegué a la ciudad. Dicen que el tiempo vuela cuando uno ama lo que hace y cuando está a gusto. Y amo mis clases de danza, estoy aprendiendo y avanzando mucho, y con Jimin congeniamos más que bien, no me puedo quejar. Aprendí que puede ser muy pegote y que se preocupa demasiado por los demás. A veces más de lo que debería. Hace un par de semanas nomás, me agarró una gran lluvia mientras volvía a casa y me gané un gran dolor de garganta por eso. Jimin apenas me vio entrar a casa me mandó a darme una ducha caliente y cambiarme mientras él me preparaba un té que su mamá solía prepararle a él y que más de una vez se hace cuando su voz se ve afectada y tiene que ir a la radio. Me gané un reto de su parte por no haber llevado un paraguas cuando bien sabía que estaba anunciado. Pero bueno, salí apurado ese día por quedarme dormido y en lo último que pensé fue en el clima.

Hoy es el cumpleaños de Jimin, por lo que su compañero, JiHoon, consiguió mi número y me llamó para que le demos una sorpresa en la radio. Así que hoy apenas salí de la universidad, me puse en camino a su lugar de trabajo. El día está estrellado y la luna brilla hermosamente sobre los edificios, día perfecto para Jiminie. Llevo en una de mis manos la bolsa con el regalo que le conseguí. Como ama tanto los gorros y las bufandas le conseguí eso en azul para que hagan juego y porque es su color favorito.

Llego a la radio. Hace un par de cuadras atrás le mandé un mensaje a JiHoon para avisarle que estaba cerca y él me dijo que mandaría a uno de sus amigos a abrirme por la puerta de atrás, todo para que Jimin no sospechara nada. Así que apenas llego, había un chico al lado de la puerta, con un celular en mano. Al acercarme, me ve.

—¿Vos sos... —pregunta cuando me acerco del todo, mirando su celular— Hoseok?

—Sí, soy yo.

—Genial, vení —me toma de la muñeca y me arrastra adentro— tenés que ayudarme a preparar la torta antes de que termine el programa. JiHoon no puede salir o va a ser muy evidente.

—Cl-claro

Llegamos a un ascensor y ahí me suelta, mientras marca el piso al que tenemos que ir. Las puertas se cierran y una música ambiental comienza a sonar, lo que hace que el chico empiece a mecerse un poco y a tararearla bajito.

Una vez en el piso, caminamos por un pasillo hasta llegar a una puerta. El joven toma el picaporte pero antes de hacerlo se gira, con los ojos grandes, como si algo lo hubiese asustado.

—Me acabo de dar cuenta... —me dice, aún con esa cara— que debes de pensar que soy un desubicado porque ni me presenté —dice sonriendo y rascándose la cabeza. Dios, me asusté por un segundo.

—Oh, no, está bien.

—Disculpame, en serio. Soy Woojin —estira su mano como saludo.

—Hoseok, pero eso ya lo sabías —le devuelvo el saludo.

—Sí, corría con ventaja jajaja. Ahora sí, pasemos, pero no hablemos muy fuerte —dice, abriendo la puerta y haciéndome pasar. El lugar es como si fuera una especie de sala de estar. Con unos sillones y una pequeña mesita con un florero en el medio. Hay dos puertas más en el lugar. Una da a lo que parece ser una cocinita y otra está cerrada. A esa puerta, Woojin la señala y me habla ahora en un tono de voz algo más bajo al que venía usando—. Esa es la puerta que da a la radio, está JiHoon con su consola y todos esos chiches y el mini estudio donde está Jimin. ¿O ya habías venido y te estoy hablando de algo que sabes? —pregunta algo avergonzado.

—No, no, es la primera vez que entro. A veces nos hemos encontrado afuera pero nunca había subido.

—Ah, bien, bien. Es un lindo lugar.