CAPITULO 4: Un nuevo huésped.

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Había pasado ya un mes, mi vida era la mar de feliz, mi relación con Pablo iba viento en popa, cada día estaba más enamorada de él, y eso que no había pasado mucho desde comenzamos a salir.

Por otro lado mi hermano y Clau cada día eran más empalagosos, nunca pensé que mi hermano fuera así, es como si Clau le hubiera sacado su lado más tierno.

Y lo mejor de todo era que era domingo por la tarde, el lunes aún estaba lejos y podría aprovechar el día como más me apeteciera.

- Enana nos vamos.- me dijo Gab desde la entrada.- Supongo que estaremos aquí a la hora de cenar, no hagas nada que traigo yo la cena, avisaré a los demás.- por desgracia para mis hermanos, aunque fuera domingo cada uno tenía cosas que hacer, Gab se acercó a mí, que estaba tumbada en el sofá viendo la tele.- Cuídate, te quiero. ¡Ah! Y pregunta a Dani si viene a cenar con Clau, lo digo por traer más.- mis hermanos habían aceptado a Clau muy bien, según ellos era la única que le llevaría por el buen camino, y de momento así había sido, ya casi ni se saltaba la uni con tal de verla.

- Se lo diré, pásalo bien en tu sesión, te quiero.- me despedí de él, segundos después la puerta se cerró.

Tenía la casa para mi sola, Adán estaba estudiando un caso en los juzgados, Tony había salido con algunos amigos y Dani, seguramente estaría con Clau a saber donde, así que no lo dudé, cogí el móvil y llamé a Pablo.

- Hola amor.- me saludó al segundo toque.

- Hola ojitos.- se había quedado con ese apodo para siempre, y a él parecía encantarle aunque a veces Dani se metiera con él.- ¿Te vienes a mi casa a ver una peli?- le pregunté, mientras me tumbaba boca abajo en el sofá.

- Me encantaría, cielo, pero tengo turno en la cafetería.- era su nuevo trabajo, sabía que la familia de Pablo tenía el dinero justo, y aunque yo me empeñará en que no hacía falta que me invitara a nada, él eso no lo entendía por lo que había aceptado ser camarero a tiempo parcial.- Ya se lo cambie a Carlos el otro día cuando fuimos a cenar…- eso era cierto, Carlos era su compañero de trabajo un chico muy simpático y a quien no le había importado cambiarle el turno para

cenar conmigo.- Si termino pronto, me paso un rato antes de que lleguen tus hermanos.- rió por lo bajo.

Mis hermanos se pensaban que Pablo era un gran amigo de mi hermano por eso a veces venia a casa, aunque más bien creo que mis hermanos se lo tragaban con tal de no afrontar la verdad, y como aun tampoco nos habían pillado, aun no había considerado decir nada, temía el día que se sacara el tema, sabia como eran mis hermanos en cuestión de chicos.

- Ok, vale.- dije con cierta tristeza.

- Lo siento, amor.- se disculpo.- Te llamo luego que tengo que colgar. Te quiero.

Y colgó.

Que fastidio un domingo sola en casa. Podía llamar a Nico, ese se apuntaba a lo que fuera.

Desde que le había conocido mi vida había cambiado, sus locuras nos contagiaban a Clau y a mí, haciendo de nuestras vidas una novela rosa con mucho humor.

Ahora andaba detrás de un chico de un año superior… Según él era gay, así que no tendría problemas para ligárselo.

Marqué su número. Pero me salió tu contestador “Hola soy Nico, el tio más bueno del planeta, en este momento ando liado, deja tu mensaje y te llamo luego”

Decidí colgar ya le llamaría.

¡Puff!, una opción menos. Justo en ese momento llamaron a la puerta.

- ¡Ya voy!- grité perezosa por tener que levantarme de mi cómodo sofá.

¿Quién podría ser? Que yo supiera no esperábamos a nadie.

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