1. Una noticia, un sueño

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Todo aquí es por amor al arte. En este lugar solo llegan pocos, aquellos con un talento excepcional en el arte a la que se dedique. No todos alcanzan, por ello es que tengo una sonrisa estampada en mi rostro y un sentimiento de felicidad llenando mi espíritu. 

Dado al simple hecho de tener esa hoja de papel que anuncia mi entrada a aquel sitio, que mi creación fue lo suficiente para alcanzar Verónica Henton.

Muchos lo declaran la cuna de los locos. Esos locos que harían cualquier cosa por enseñar lo que saben hacer. Muchos quieren entrar, pero pocos lo pueden lograr.

Desde algún tiempo atrás vivo sola, independiente a pesar de que aún no alcanzaba mucho la edad para hacerlo. Y si, tengo padres, el tema fue que no le daban mucho interés a lo que hiciera o dejara de hacer, con tal de no meterme en líos con drogas o dinero, nada iba a suceder.

Simplemente me alegra el hecho que me digan que quedé dentro en la selección de todos aquellos aspirantes. Y que me esperan allá lo más pronto posible.

Gracias a mis ahorros podré llegar hasta el castillo de Nivelles. Solo he visto algunas fotografías, y se nota bastante extenso. Ahora solo es llegar hasta allá y ver que es lo que pasa.

(.....)

Pago al hombre del taxi u la cuántos billetes. Bien me había dejado justo frente a reja de todo lo que hace el hermoso castillo de Nivelles, o más bien, la escuela de arte: Verónica Henton.

Con mis dos maletas cada lado, clave mi mirada en los hermosos vitrales, coloridos y representando desde escenas religiosas hasta algunos animales. Habían algunos autos aparcados a los alrededores, lo normal. Viendo cómo dejan a sus hijos, chicos y chicas que al igual que yo, entramos a este lugar.

Cabe aclarar que el Arte aplica en muchas cosas. Música, dibujo, teatro, pintura, cocina y como no, literatura. Y lo nuevo que se incluye según entendí, departamento de animaciones y producciones. Nada mal.

Comienzo a arrastrar mis maletas por el camino empedrado que me guiaba hasta una gran e imponente puerta de madera tallada. Imágenes de caballeros y hasta lo que creo es el santo Grial. Deja a cualquiera con la boca abierta.

Sigo maravillándome por la vista. Las esculturas, el césped, los sauces llorones, la laguna con patos y la gran fortaleza que forma este castillo.

Al parecer yo solo cruzaba de largo, nadie se fijaba en mi presencia, chicos y chicas corrían de aquí para allá, algunos sin nada en las manos y otros con maletas al igual que yo. Mis pasos resonaban por todo el suelo de mármol grisáceo. Al levantar mi cabeza, podía ver la gran araña con luces colgar del techo. No mentían cuando decían que este lugar tenía su encanto extraño. No era en si una belleza limpia, era como algo más. Algo que decía "no es tan bello" pero que a la vez si lo resultaba a pesar de ciertas extrañas estatuillas de mármol representando no sé qué.

Lo único que yo sabía, es que tenía que llegar a recepción y reportarme.

Toco suavemente la puerta que se encuentra abierta, con el fin de llamar la atención de la mujer que había detrás del escritorio.

— Hola  —saludé —Acabo de llegar y no sé dónde ir o que hacer...

—¿Tienes la carta? —preguntó la mujer apenas levantando la mirada.

—Ah, claro —asentí.

Entre arrastrando aun mis maletas, cosa que hizo enarcar las cejas a la mujer. Que miedo. Busqué la hoja dentro de mi folder.

La saqué y se la entregué.

— Literatura —susurró ella — ¿Baruch Danielle?

—Si, soy yo — sonreí.

Mi ciego Corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora