3. Los príncipes de la oscuridad

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Miré hacia donde Mike señalaba. Y justo allí, entraban cuatro chicos. Todos parecían iguales, hasta en sus vestimentas. He decir que intercalan muy bien los colores negro y grises, y como no, algo de blanco. Lo bohemio los hace notar y también, algunos pequeños toques góticos. Hasta si los veo así, me parecen cuatro vampiros irrumpiendo en la sala.

—¿Tú también, Danielle? — preguntó Mike. Lo miré extrañado ¿A que se refería? — ¿Caes como mi hermana en los encantos de los príncipes de la oscuridad?

— ¿Príncipes de la oscuridad? — pregunte algo curiosa.

—Si — esta vez fue Sophía quien dejo de mirarlos para verme a mí, extraño — Son bastante guapos. Alaric, Aleksei, Luka y Gianluca. Son cuatro cellistas. Como bien, músicos. Tocan genial, para mi y ellos son más famosos de Bieber.

—Nah, tampoco son tan buenos — dijo Mike. Luego fue que Sophía pateó a su hermano bajo la mesa y este se quejó — Tu obsesión te tiene loca, mujer.

— Cierra la boca. Es que en serio Danielle, tienes que verlos tocar. Ellos simplemente, son lo mejor.

—¿Son muy afamados?

—Lo son —afirmó ella.

— Todas quieren tirarse a alguno de ellos o como bien, cuando los ven tocar, nomas les falta tirarle las bragas — anunció Mike mientras siguió picando su ensalada con aceitunas.

Pues si, Sophía tenía algo de razón, tan mal no estaban. Al igual que todos, se posicionaron en la fila para esperar su respectiva cena. Había uno en especial, con su cabello al altor de cuello y con algo de ondas, también tenía sus ojos un tanto rasgados, no estaba tan mal, era quién más llamaba la atención de todos allí. En mi concepto, claro esta.

—El de la chaqueta vino ¿Quién es? — pregunté a Sophía. Y como no, escuché bufar a Mike.

— Ah, él es Luka Yedalevich — respondió ella — ¿Guapo, no?

— Lo está —admití.

—Igual —empezó a decir Mike— Quedarás como mi hermana, Danielle. Admirados, pero nadie se atreve a acercarse y hablarles. Hasta dicen que causan miedo. Yo los veo normal.

— ¿Ah si? ¿Entonces tu porque no te les acercas? — propuso Sophía —Si los ves tan normales, acércate, Mike.

— Lo haré — dió un último bocado de arroz blanco y se colocó de pie. Sin mucho esfuerzo llegó hasta donde estaban los cuatro chicos sentados.

Sophía se quedó con la boca abierta apenas y vio que su hermano los saludaba de apretón de manos y con una evidente confianza. Hablaban, incluso uno de ellos se rio.

—Ese hijo de... — susurró Sophía.

Mike les dijo algo más. Ellos rieron, luego hizo una reverencia y comenzó a caminar hasta donde Sophía y yo estábamos.

— Te lo dije hermana, como nunca me haces caso — dijo el tomando asiento.

— ¿Que les has dicho? —preguntó la gótica con evidente interés.

— Que hay cierta gótica que se muere por ellos pero que es tan lenta que no se atreve a acercarse —dijo él.

Y eso bastó para que mi compañera de habitación se pusiera roja.

—Hijo de puta — declaró ella.

— ¿Qué pensaría tu mamá de que la llamas puta, Sophía? — se burló Mike — Ya, no les dije eso. Solo aplique un truco que enseñaron hoy en clase. Y vaya que es efectivo. No se porque las chicas los ven como deidades si igual se bañan con shampoo de aroma floral y uno de ellos esta que reprueba mates.

Es cierto. No son tan inalcanzables.

Terminamos de cenar y nos pusimos de pie. Antes de irme junto a Sophía, Mike tomó mi mano y la besó. Diciendo igualmente que estaba encantado de conocerme. Eso fue raro pero con su cara de chico cómico, solo me causo gracia. 

Ambas subimos en silencio hasta nuestra habitación. Mis clases iniciarán mañana. Quién sabe lo que me esperé o qué.

(.....)

No estaba tan mal después de todo. Hablar de libros es lo mío, y la señorita Odette es bastante buena dando la clase. Más que todo, nos inspira a escribir y a enseñarnos sobre muchos escritores que ya han existido y han dejado un gran legado en el mundo de las letras. Compartí banca con una chica llamada Jessica. La cual escribe sobre un tema del cual no tengo mucho conocimiento. Yaoi.

No tengo mucha información sobre ello ni entendí cuando me estuvo hablando sobre el pasivo y el activo. Aunque igual, me agradó.

Pelirroja, con algo de pecas, grandes pechos, asi es la mentada Jessica Miller.

— ¿Irás a la biblioteca por los libros? — pregunté mirándola. Ella negó con la cabeza.

— No. Miraré desde mi computadora. Tu diviértete entre el polvo —se burló — Nos vemos por ahí. Que te rinda, Danielle.

—Gracias — sonreí.

Pidiendo algunas indicaciones a distintos alumnos (entre ellos uno de los famosos príncipes de la oscuridad) logre llegar hasta la biblioteca. En plena entrada, la recepcionista, una mujer algo mayor me pidió la credencial y me dió la bienvenida. Claramente me recordó moderar la voz y evitar hacer mucho ruido. Lo normal. Tenía la lista de los libros que necesitaba escritos en un papel. Buenas recomendaciones de la señorita Odette.

Estaba ensimismada en mi búsqueda de libros. Ya tenía tres de ellos. Solo me faltaba el último. Apenas lo ví, lo tomé entre mis manos. Cuando giré para buscar una mesa vacía, mi pie se enredó en la alfombra.

Me moví con brusquedad y los libros me cayeron al suelo. Ojalá y la bibliotecaria no me quiera matar por el ruido.

— ¿Siempre eres así de torpe? Recuerda que estos libros valen más que lo que podrías ganar haciendo cualquier cosa —escuché cierta voz varonil que se me hacía familiar.

Johannes, el ciego de la noche pasada.

—Uh, lo siento. Es que me he enredado con la alfombra, no era mi intención...

—  Disculpas, bah. Solo haces ruido — dijo.

Miré un poco más y noté que tenía cierto documento entre sus manos. Lleno de puntos en distinto orden.

Braille.

Lectura y escritura para los ciegos.

Tomé los libros del suelo con rapidez y me puse derecha. Tal vez sería mejor dejar este chico en paz. Bien ya Sophía me había dicho ciertas cosas y es mejor no retarle.

Apenas y me giré para irme. Le escuche hablar de nuevo.

—Tu eres la nueva ¿No? La que estaba anoche con Sophia Wens.

¿Cómo lo sabe? 

Mi ciego Corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora