14 "Chismorrear es de mala educación"

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(.....)

— Al parecer Johannes te tiene mucho aprecio — dije apenas y Sophía entró a la habitación.

— Eso me gusta creer — sonrió — Aunque no creas que te quedas atrás. Aquí entre nos — se acercó a mí — Admitió que si se da la oportunidad te volvería a dar otra clase de vals.

Y con eso tuve para que extrañamente mi corazón comenzará a latir desbocado.

Muy raro.

Alguien llamó a la puerta y por la hora se me hacía algo extraño de quien pudiera ser. Sophía abrió la puerta y saludo bastante formal a alguien que estaba afuera.

— Helena — saludo Sophía — ¿Que te trae a mi humilde mazmorra?

— Sophía — respondió. Y pude notar una voz madura, lo que me decía que no se trataba de una chica joven — Vengo buscando a tu compañera de habitación ¿Está?

— Eh, claro. Danielle — Sophía me miró para llamar mi atención  — Te necesitan.

Bueno. A fin de cuentas yo ya había escuchado.

Me coloqué de pie y me acerqué a la puerta. Justo allí había una mujer, bien como ya había adivinando. Sus vestimentas largas, el cabello recogido perfectamente y un semblante serio. He de admitir que no la había visto desde que estoy aquí en Verónica Henton.

— Por favor acompáñame a mi oficina — dijo ella y luego se giró.

Sophía sólo me miró con cierta mueca y no sabía si eso era normal o un "estas metida en un lío, Danielle"

Seguí a la mujer por algunos pasillos que para ser sincera se me seguían haciendo extraños. Pues estaban un poco más oscuros de lo normal y como algunos que ya he visto. Pinturas adornan las paredes. El suelo marmolado suena bajo mis pies y el techo aun se me sigue haciendo algo alto.

Llegamos hasta una gran puerta de madera. La mujer (Helena) ella la abrió y me hizo pasar a mi primero.

— Toma asiento por favor, Danielle.

Obedecí y tomé asiento frente al escritorio de madera. La habitación estaba completamente llena de libros, todos acomodados por orden de color en un montón de estanterías regadas por las paredes. Lo que me resultaba más curioso era el color de las paredes, de un azul rey con varios matices y estrellas doradas que simulaban un cielo nocturno y estrellado.

Muy bonito la verdad.

— ¿Tu ya sabes quién soy yo? — pregunto ella. Negué con la cabeza, pues quedaría estúpida si sólo dijera "Helena" porque lo escuché de Sophía.

Ella asintió.

— Mi nombre es Helena Taylor, y soy la decana de esta institución.

— Eh....lo siento, pero yo no creo ir mal en alguna asignatura — me adelanté a decir, Helena sonrió y negó con la cabeza.

— Ese no es el motivo por el que te ido a buscar, Danielle. Sólo quiero hacerte unas preguntas. Me gusta algunas veces dialogar con los de nuevo ingreso. Ya incluso lo hice con el joven  William, el chico de cocina.

— Está bien....

— ¿Que sabes sobre Verónica Henton? Más que todo de su fundación y quién fue ella.

— Bueno, no es mucho lo que sé fuera de que fue una mujer de mucho poder para su época, quien se salió de los esquemas de la educación recta para que se abriera paso a todo lo que fuera el arte para el alma y la vida.

— Muy bien. De este castillo. La edificación. No te pregunto porque bueno, es más viejo que la misma Verónica Henton ¿No? Aunque una historia bastante triste se esconde aquí, pero esa sera para despues— asentí— Sabes también que aquí vive un heredero directo de Verónica Henton ¿Verdad?

— Si.

— Johannes Hendry Henton. No una muy buena combinación de apellidos pero era lo que habia. Y sabrás de su condición me imagino.

— Es ciego.

— Así es — Helena apoyó su mentón en una mano — A parte de ser la decana de esta prestigiosa institución también soy la institutriz y nana de Johannes. Por lo que él me confesó lo que ustedes dos hicieron. .

Y con solo eso. La sangre de todo mi cuerpo se me helo. Esto no podía ser verdad, así que él me había delatado. Ahora según con lo que me habia dicho Sophía, de seguro iría con mis maletas afuera dentro de poco.

— Quiero tu versión de esa historia, Danielle.

— Si, lo hice yo, señorita...

— Señora Taylor — sonrió — Y no aceptes toda la culpa de esto, Danielle. Creeme que conozco más que tu a Johannes y puede ser muy manipulador, por eso del todo no te echo a ti toda la culpa. Y si, eso que hicieron estuvo muy mal y no se los voy a aplaudir. Pero dado el hecho de que Johannes te amenazó para que le apoyaras esta macabra "Bromita" no serás expulsada de Verónica Henton. Pero sólo por esta vez ¿Está claro? — asentí — Si él te vuelve a proponer algo en este tono, te pido que por favor me lo comentes, se tratar con él.

— Todo ha quedado claro, señora Taylor.

— Muy bien. Nadie sabrá sobre esto para no afectar la convivencia en este lugar. Dejaremos en que aún es un tema que sigue en investigación.... Y — alzó la mirada detrás de mí y juntó las cejas — Chismorrear es de mala educación. Mejor pasa y entérate por ti mismo.

Ese comentario me hizo a mi también juntar las cejas ¿Me lo decía a mi?

La puerta detrás de mí se abrió lentamente y la figura de Johannes se dejó ver, con su bastón plateado puesto a un lado y su ceño igual fruncido.

Helena sonrió.

— Tenía que saber qué le estabas diciendo a ella — se adelantó a decir Johannes — Y no, no soy alguien manipulador. Simplemente necesitaba ayuda y recurrir a la forma más fácil por el tiempo.

— Pero igual está mal lo que ambos hicieron. Espero no volverme a enterar de cosas así. Esa pobre chica no deja de llorar por la pérdida de su cabello y si que era bonito.

— Me da igual — respondió Johannes sin remordimiento — Total, yo jamás la pude ver o algo parecido.

Helena negó con la cabeza.

— Pueden retirarse a sus respectivas habitaciones.

Asentí. Me despedí de Helena y salí de su oficina caminando junto a Johannes.

Mi ciego Corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora