7. "Tu serás los ojos y yo seré los pasos"

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Con su bastón plateado, golpeó la banca y tal vez eso fue una señal, para hacerle saber que había llegado. Sin muchos problemas, tomó asiento.

Pude ver como olfateó. Casi pareciendo un verdadero sabueso.

— Tienes partes del perfume de Sophía y lavanda. La escritora ¿Me equivoco?

Y no, no se equivocaba. Y supongo que lo de Sophia, es porque la blusa básica que llevo puesta, me la prestó ella. 

— Danielle.

— Si, si, como te llames. Ahora le intentas con el baile e igual te queda grande — dijo — Es triste ¿Lo sabes?

— Por lo menos hago el intento en vez de criticar al resto porque si o porque no ¿O me dirás que eres un gran bailarín? — pregunté.

— Pues ya ves que si. Sé por lo menos moverme para un vals.

Vaya, si eso es cierto, si me llega como una bofetada.

A la luz de la ventana, podía observar bastante bien el perfil de Johannes. Su cabello negro le cae un poco sobre su cara, aunque no tanto para cubrir sus ojos. Su nariz es algo fina, bastante proporcionada para su tipo de rostro que es de rasgos bastante varoniles.

Johannes resopló.

— ¿La puerta está cerrada? — preguntó.

— Si, está cerrada.

— Enciende la música — ordenó. Fruncí el ceño.

— ¿Que?

— No me jodas. Que enciendas la música ¿Tengo que enseñarte como hacerlo o que? 

Esta vez me coloqué de pie e hice lo que él dijo. El mismo vals comenzó a sonar.

Vi que él dejó su bastón de lado.

— Dame la mano ahora, Danielle.

¿Qué? ¿Que se supone que iba a hacer el ciego?

Un poco dudosa me acerqué a él. Y como no, le dí la mano.

— Esto será como mi obra del año. Y no quiero que le digas a nadie sobre esto que haré ¿Está claro? Tampoco quiero preguntas al respecto.

— Esta bien.

— Tu serás los ojos y yo seré los pasos. Solo sígueme y con suavidad. Ten en cuenta que si me pisas haré que te saquen de aquí.

No puedo negar que esta acción de su parte me tome por sorpresa. Y también su amenaza me asusta un poco. Bien William me hizo en parte entender que él tiene mucho poder aquí.

"Tú serás los ojos y yo seré los pasos"

Igual esa frase, me quedó resonando en la cabeza.

Johannes se comenzó a mover de forma suave, y a decir verdad, sabe bailar. Seguí sus pasos con bastante cuidado. No fuera a ser que haga su amenaza efectiva.

La música llenaba todo el salón de baile. Y yo cada vez más podía seguir sus pasos.

— ¿Dónde aprendiste a bailar, Johannes? — pregunté.

— Vaya. Te sabes mi nombre, que emoción — respondió con un frío sarcasmo — Dije que sin preguntas.

— Solo intento ser sociable y amable con quién me está enseñando a bailar un vals. Es lo justo.

— A parte de eso, descarada. Vaya que me aterras, Danielle.

— Eres muy dramático ¿Lo sabes? — no respondió a mi pregunta, solo bufó — Por cierto, aquí en Verónica Henton ¿A que te dedicas?

— ¿Tu que crees que hago aquí?

— Lanzar sátiras a quién sea y ya ¿Solo haces eso? Es aburrido la verdad...

— Tu chiste no me causa ninguna gracia. Y para tu información. Escribo.

Tal vez Johannes hubiera frenado sus pasos si ve mi cara. Hecha todo un poema.

¿Es en serio?

¿Johannes también es escritor?

Esto en verdad que no me lo esperaba. Para nada.

La música paró y Johannes se alejó de mí.

— No me has pisado. Eso está bien, al igual que te has callado, lo cual en serio me parece genial.

Pues como no me iba a callar si todo eso me cogió por sorpresa.

— ¿Escribes? Eso es...genial — dije.

— ¿Que? Creías acaso que no puedo solo por el hecho de ser ciego. Te equivocas.

— No, no. Yo en ningún momento he dicho eso ¿De donde lo sacas?

— Sé que eso es lo que piensas aunque no lo dices ¡Todos aquí piensan lo mismo! Claro, al estúpido ciego hay que tratarlo distinto por su condición. Joder, puedo hacer las cosas por mi mismo y no necesito a nadie.

Abrí los ojos con sorpresa. Pues parecía que se estaba comenzando a poner histérico o algo así. Su respiración estaba siendo más fuerte y tenía sus manos en puños.

— Oye. Te lo repito. Yo no he dicho eso y tampoco lo he pensado. Además, si quieres mi punto de vista así no lo hayas pedido. Te me haces alguien fascinante. Pues si, no eres como cualquier ciego, y no espero que esto te lo tomes como un cumplido o que sé yo. Tus habilidades en verdad me hacen dudar en serio que tan ciego en realidad estás.

Johannes guardó silencio. No dijo nada más por unos cuantos segundos. Al igual que la vez pasada cuando fui con William a llevarle comida , se quedó pensando.

— Pues para tu información. Ciego estoy. No veo absolutamente nada. Y tus palabras no me dejan tranquilo.

A tientas se dirigió hasta la banca, y dió justo con el lugar donde tenía su bastón.

Lo tomó y comenzó a caminar hacia la puerta. Antes de salir, frenó.

— Ya sabes que no debes decirle a nadie sobre esto ¿Entendido?

— Sí — asentí, aunque si, el no me puede ver. Por desgracia.

(....)

— ¡Danielle! — gritó Sophía. Cosa que hizo que me sentará sobre mi cama con rapidez. La tenía casi de frente.

— Hey ¿Qué pasa?

— Ew. Pareces un panda — señaló.

— Me acabo de despertar. No es mucho lo que puedes exigirme en mi presentación, Sophía.

— Lo sé.

— Y ¿Me necesitabas para?

— Necesito confesarte algo — dijo ella y agachó la mirada. Miré extrañada — Me gustas.

Creo que este es el justo momento donde cualquier color ha abandonado mi rostro.

No tardé en escuchar las carcajadas de Sophía. Okey ¿Qué pasa aquí?

— ¡Por Dios! Tienes que ver tu cara — siguió riendo — Okey, okey — hizo un intento en vano por calmar su risa — Olvídalo, no es eso. Y no me gustan las mujeres, rara pero no a extremos. En fin, si hay algo que te tengo que decir.

— ¿Que es?

— ¿Que tienes tu con el ciego?

Su pregunta me extrañó. Claro que si.

— ¿Qué?

Mi ciego Corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora