Capítulo 1

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Hotel Pullman Barcelona Skipper

Lunes, 19 de enero de 2009

Mila

Todo sucedió tan de prisa e improviso que mi vida ha experimentado una total sacudida. Solo necesité escuchar esas dulces y sinceras palabras: <<Mila, cásate conmigo>>. Ni siquiera fue una pregunta sino una afirmación. Lo cual me demostró su seguridad y decisión. Así que ni lo pensé y le di un ¡Siiiií! desde lo más profundo de mi corazón.

Luego, todo se volvió en una tormenta de caricias entre nuestros labios al compás del tenue sonido del mar barcelonés que poco a poco mojaba a nuestros pies. Unos minutos u horas debieron pasar antes de que abandonáramos esa playa de ensueño y sin tener la loca idea de separarnos por el resto de la madrugada fue que terminamos en el hotel donde me hospedaba desde ayer.

La larga travesía del ascensor hasta casi los últimos pisos del edificio fue mágica, y no solo por los besos que no dejaban de desatarse entre nosotras, sino por la sensación de que pasaríamos nuestra primera noche ya no como simples enamoradas.

¡Ya éramos un par de felices prometidas!

Experimenté cómo mi cuerpo flotaba bajo la presión de sus dedos al quitarme los jeans en medio de la salita de la suite. Un par de besitos en mis hombros y desaparecía mi camiseta casi a la vez que mi sostén caía en algún punto arbitrario del suelo. No recuerdo si todo sucedió muy rápido – casi con desesperación- o con una romántica lentitud, pues la felicidad presente y futura lograba calmar a esos deseos desenfrenados de pasión que mi española provocaba en mí.

Una vez que llegamos a la cama sucedió algo extraño – en el buen sentido – y nuevo para las dos: por fin nos dábamos cuenta que lo físico sobraba, y lo único que queríamos hacer antes del amanecer era darnos amor con palabras y miraditas que tocaban en lo más profundo de nuestro ser.

Siempre creí que la pasión y, especialmente, la curiosidad por descubrir mi propio cuerpo- tanto en sus anhelos como en sus propios límites- fue lo que me llevó a que Arantxa me "gustara". Ya que una "juguetona" carta lo había empezado todo, pero en medio del silencio nocturno de esta madrugada, mientras la respiración pausada de mi leona española me mecía lentamente, entendí que estábamos hechas la una para la otra. Con nadie más podría llevarme tan bien y mal a la vez, reírnos por alguna tontería, pero discutir por algo incluso más tonto que lo anterior, eso era una perfecta convivencia que nunca nos aburriría.

Si desde ese nevado 13 de diciembre de 2006 -cuando rompimos nuestro primer enamoramiento- yo hubiese sabido que dos años después estaríamos abrazadas y sumergidas en una piscina de ternura, confianza y amor, estoy muy segura de que derramaría mil o un millón de lágrimas más porque así se ha ido formando este largo camino que pronto terminaremos en un lindo matrimonio parisino.

Es por eso que ha valido la pena cada risa, llanto, grito, pensamiento y beso que nos hemos dado la una a la otra en estos hermosos años. No hay mayor prueba de amor que ver todo lo que nos ha costado estar juntas una vez más, pero ahora es para siempre. Y así nos quisieran separar... te amo Arantxa, y eso nadie te lo podrá quitar jamás.

***

¿Había sido un sueño o todavía seguía soñando?

Me aterraba separar las pestañas -incluso solo un poquito-. Quizá, si lo hacía, me daría con la horrible sorpresa de estar sola en la cama, y eso significaría que esa pedida de mano bajo la luz de la Luna resultó ser solo un bonito sueño. Sin embargo, esa pequeña presión en mi anular izquierdo permitió que escapara un profundo y relajante suspiro de entre mis labios.

¿Jugamos? OlvídameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora