29. ¿Jugamos? Ámame
Acababa de terminar el tercer día de la conferencia para el Tratado de prohibición completa de los ensayos nucleares organizado por la ONU. Este tipo de conferencias internacionales implicaba – además de asegurar la paz y tranquilidad del mundo – una enorme afluencia de diplomáticos, políticos y un largo etcétera de extranjeros en tierras austriacas. Así que al realizarse un evento tan importante en Viena, decidí que mi presencia serviría para que todo saliese perfecto en mi resort de Praga.
¡No es que desconfíe de mis empleados! Solo que cuando la "jefa Ivanova" está presente en alguno de mis tantos hoteles desperdigados por toda Europa, ellos no dan el 100% de sí sino un 200% en sus labores cotidianas. Me he sentido satisfecha de todo el funcionamiento de mi resort en estos días, y hasta había pensado en llamar a mi novia para que se viniera a pasar unos días de vacaciones por aquí – si es que no tuviese que trabajar en la elaboración del nuevo estadio del Atlético de Madrid hasta entrado el invierno -.
Tengo el trabajo perfecto, la novia – casi esposa – perfecta y disfruto de cada uno de mis días: mi vida es hermosa... o al menos eso creía hasta que ella apareció.
Acababa de terminar de conversar con los Coleman – él era miembro de la cámara de los comunes y ella una empresaria de textiles en Manchester – cuando decidí tomarme un jugo de fresa y unos canapés como merienda de media tarde en el restaurante del resort. Ya había hecho mi orden cuando de pronto levanté la vista de mi celular – en el que había estado leyendo las noticias de la BBC de Londres por Facebook – y vi esa elegantísima figura que me enamoró a los 19 años.
No tuve tiempo de mirar hacia otro lado – ni tampoco quise hacerlo – solo me limité a evitar llorar de emoción. Mi corazón había vuelto a latir como el loco aleteo de las hermosas mariposas que durante las primaveras veíamos volar de árbol en árbol por todo Central Park.
- Hola, Mila – exclamó Arantxa, mientras se acercaba con un tenue andar hasta mi mesa -. Cuánto tiempo sin vernos – susurró al perdernos en nuestras miradas.
Verla, oírla, poder tocarla y besarla si me estiraba lo suficiente fueron los culpables de que alguna manera mi celular se escapase de mis manos, impactara contra la mesa de vidrio y rebotase en ella hasta terminar en el suelo del restaurante. Uno de los mozos que andaban por alrededor de las mesas se percató del hecho y se apresuró a recoger mi celular, mientras que ambas seguíamos en esa lucha de inesperadas miradas.
Nuestras vidas no se había cruzado desde ¿hace 8 o 9 años? El tiempo no importa. Ella me abandonó en el momento que más la necesitaba. Acababa de perder a mis padres. Su amor me ayudaría a sanar mis heridas, pero que me haya abandonado solo me arrastró a la peor de las crisis de mi vida. Mi "salvavidas" fue Lorena. Ella me enseñó – otra vez – a sonreír, a disfrutar cada día de mi vida, y a nunca arrepentirme por lo que no hice en su momento.
Sin embargo, todo este tiempo estuve mintiéndome, Lorena no podía reemplazar el amor que alguna vez Arantxa provocó en mi corazón. La española fue mi primer amor. Ni siquiera puedo recordar todos los detalles del primer beso que me di con Lorena en las playas de Cardiff, solo que fue durante el atardecer de ¿un verano o primavera?. En cambio, de Arantxa recuerdo perfectamente la presión de sus labios contra los míos, esa sensación de ahogamiento que me provocaba degustarme de su boca, cómo atrapó mis muñecas entre sus manos y la mirada apasionada que despertó el fuego en mis ojos esa tarde en su oficina en mi universidad.
- Sí, han pasado muchísimos años, Arantxa – contesté sin apenas pestañear. Agradecí al camarero su ayuda, y de inmediato invité a que mi exnovia se sentase en mi mesa.
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¿Jugamos? Olvídame
RomanceLas vacaciones catalanas de Mila Ivanova quedaron marcadas por la pedida de matrimonio de Arantxa. Un "sí" convirtió a sus vidas en una sola, pero el regreso a Nueva York significará la última prueba que deberán afrontar si desean tener una famili...