Capítulo 10

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Village of Plandome

Domingo,4 de julio de 2009

Mila

El día más feliz del año para todo estadounidense apenas empezaba. En cambio, para nosotras se desataba un irremediable y eterno infierno que solo buscaría terminar con nuestro amor. <<¡No!>> Grité en mi mente con todas mis fuerzas y miedos que se arremolinaban en mi corazón cuando por fin logré vestirme y escapar de mi habitación, dispuesta a enfrentar a mi papá.

Nunca me había parecido tan corta la distancia de la escalera de mi casa: hasta ahora. Me quedé pegada al suelo del primer piso durante unos segundos en los que experimenté el efecto ausente de la adrenalina en mi sangre. Las piernas me temblaban y sostenía inconscientemente la respiración por momentos. ¿Qué le diría a mí papá? ¿Acaso todo esto no era suficientemente obvio para que él sacara sus propias conclusiones? ¿Debería explicarle cómo me enamoré de mi profesora? o ¿por todas las idas y venidas que ha sufrido nuestra relación?

Los labios me temblaban al igual que mis rodillas cuando por fin decidí girarme hacia el rellano de la sala y de dos largas zancadas – para así no arrepentirme y retroceder – crucé esos escasos metros y me planté frente a los sofás donde esperaba encontrar la figura autoritaria de mi padre. Sin embargo, a quien me encontré fue a Arantxa. Ni bien me vio me aparecer, una pequeñita sonrisa nació en su boca y sin esperar que yo reaccione, se apresuró a abrazarme y susurrarme en el oído que todo estaría bien.

- ¿Te dijo o hizo algo? – le pregunté muy asustada por escuchar su respuesta, ya que pocas veces he visto a mi papá tan encolerizado como hace unos minutos atrás.

- En realidad, no – respondió con extrema tranquilidad, quizá para no sobresaltarme aún más -. Cuando abrí la puerta, casi salto de la impresión al ver a tu papá. En cambio, creo que él sí esperaba encontrarse conmigo. Solamente me preguntó en dónde estabas tú, le dije que en tu dormitorio y nada más.

Sus largos deditos palpaban la superficie de mis mejillas con extremo cuidado de no provocarme llorar y hacer que mi – frágil – temple se resquebrajara en dos, ya que este es el momento de demostrarle a mi papá de que ya no soy una niña, sino una mujer que está dispuesta a enfrentar a todos por el amor de mi vida.

- Él ya lo sabe todo... pero ¿cómo? – murmuré.

- ¿Y desde cuándo es que lo sabe? – Arantxa agitó su cabeza hacia los lados, como ahuyentando las millones de dudas que empezaban a cernirse sobre las dos, y con una sonrisa mucho más vivaz que la anterior fue que me besó en la boca. Mis labios respondieron y por unos cuantos segundos pude escapar hacia el paraíso que nuestro amor ha creado desde hace tanto -. Más tarde tendremos tiempo para saberlo, ahora solo hay que aclarar las cosas.

- ¿Sabes dónde está?

Mi prometida se giró hacia las puertas de vidrio que están al final del comedor, las cuales conectan con el jardín trasero de mi casa.

- Yo estaba aquí cuando lo vi bajar las escaleras, creo que ni me miró y se fue directo hacia allí. No he podido hablar con él hasta ahora, así que te acompañaré. Los mejores momentos son para las dos, y eso también incluye los malos tiempos.

Sus dedos se habían trenzado con los míos, se presionaban unos contra otros con nerviosa fuerza y allí entendí que Arantxa – la mujer que me enseñó a no tenerle miedo a la vida – también estaba horrorizada con lo que podría suceder en los siguientes minutos. No solo era idea mía el que nos separasen de un instante a otro: ella también lo compartía.

¿Jugamos? OlvídameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora