Se quedó callado, mirándome fijamente. Su respiración era pesada, se podía oír perfectamente. Volví a mirar las heridas de su cuerpo, parecían algo así como arañazos, mordisco y golpes. Volví mi mirada a sus ojos.
- Debo irme - me dijo de repente.
- ¿Vendrás mañana? - le pregunte.
- Sí - me contestó.
- ¿Me lo prometes? - le dije. Me miró fijo, serio.
- Yo no prometo nada, solo cumplo lo que digo.
- Joel- lo llame.
- ¿Qué?
- Te extraño - susurre levemente.
Levante mi mano y la apoye sobre el frió espejo que estaba frente a mí. Apoye mi mano justo frente a su pecho, pero sabía que no podía tocarlo, que no lo estaba haciendo.
- Hasta mañana, precioso - me dijo.
- Hasta mañana - dije y desapareció.
Alguien tocó la puerta del baño. Recordé donde estaba y con quien. Me acomode un poco y decidí salir. Era uno de los mozos. Me miró bien y yo a él.
- ¿Sucede algo? - le pregunte.
- No, nada señor. Solo que el señor que venia con usted me pidió que le dijera que lo perdonara, pero se tenía que ir - me dijo. Fruncí el ceño.
- ¿Qué? - dije.
- Si, me dejó esta nota para usted - dijo y me entregó un papel.
Tome el papel y el mozo se fue. ¿Por qué se habrá ido así? ¿Habré tardado mucho? Sin seguir dando vueltas abrí el papel.
Siento haberme ido así, Erick. Pero llamó mi madre, mi hermana Clara esta muy mal, la internaron de urgencia. Luego te llamo para contarte todo con detalles. Lo siento de verdad. No quería que esto quedara así. Sabes que te quiero mucho y que me encanta estar contigo. Hablamos otro día, bonito.
Con cariño. Richard.¡Oh, dios! Espero que Joel no tenga nada que ver con esto. Porque si eso llega a ser así, y a la hermana de Richard le sucede algo, el señor Diablo va a conocerme. Tome mi abrigo y salí de aquel restaurante. Lo mejor era volver a casa. Todo había sido un desastre. ¿En que problema me metí, dios mío? Debí escuchar a mi amigo cuando me dijo que no subestimara a lo que no conocía. Debí retractarme de mis palabras. Pero si no lo hubiese dicho, tal vez jamás hubiese conocido a Joel. Una fría brisa subió por mi espalda, mientras caminaba por la calle. Mi piel se erizó por completo. No era un frío normal. Era un frió extraño. Nunca había sentido algo así.
- Tranquila, no te asustes - me dijo. Mi corazón casi se salió de lugar cuando una mujer se paró frente a mí - Lo siento, no quise asustarme.
La mire bien. Era una mujer alta de cabellos negros y ojos aceitunados. Su piel era blanca como la nieve. Comencé a temblar levemente. Era un frío horrible. Jamás había sentido uno así. Recordé las palabras de Joel. ''Rachel es inofensiva cuando no esta en horas de trabajo, y no es siniestra y esas cosas. Te sorprendería lo linda que es. Lo único es que hace un poco más de frió cuando ella esta.''
- ¿Rachel? - le dije por lo bajo.
- Se nota que Joel te ha hablado de mí - me dijo sonriente.
La mire sin poder creerlo. Tengo a la muerte frente a mí. Esto no era posible. Retrocedí unos pasos. Ella rió por lo bajo.
- Tranquilo, Erick. No voy a hacerte daño. No estoy en horas de trabajo, y además a ti te falta todavía - dijo.
- ¿Qué... que haces aquí? - le pregunte luego de unos segundos.
- ¿Por qué mejor no vamos a tu casa o a otro lado? No creo que quieras que te vean hablando con la nada en medio de la calle - me dijo.
- ¿Con la nada? - pregunte.
- Yo tengo el poder de hacer que solo la persona que yo quiera me vea. Y en este caso tú eres la única que lo esta haciendo - dijo.
Asentí levemente y comenzamos a caminar. El molesto frío aun no se había ido de mí. La mire de costado. Joel tenía razón. Ella no es siniestra y nada de esas cosas. Es más, es muy bella. Y si la miras bien es algo parecida a Joel. Llegamos a mi departamento, entramos. Le pregunte si quería algo de tomar, me dijo que no. Nos sentamos a la mesa. Ella frente a mí.
- ¿Qué pasó? - le pregunte luego de unos segundos de silencio. Ella acomodo su garganta y miró a su alrededor.
- Si mi hermano se llega a enterar que vine a verte, se enojara mucho conmigo y será capaz de no hablarme por un millón de años - me dijo. Reí por lo bajo.
- Tranquila, yo no le diré nada - le dije.
- Estoy preocupada por Joel - dijo. Fruncí el ceño.
- ¿En que sentido?.
- En todos los sentidos.
- ¿Por qué?
- Mi hermano es el Diablo, Erick. Jamás ha conocido lo que es el amor, jamás se ha preocupado por alguien que no sea él. Bueno tal vez si, cuando nací yo. Pero a lo que me refiero es que nunca lo había visto tan perturbado - me dijo.
- ¿Quieres decir que él tal vez este mal por mi culpa? - le pregunte.
- No, no por tu culpa - dijo y se acercó un poco más a mí para bajar la voz - Creo que has despertado algo dentro de él. Algo que desconoce y por lo cual esta confundido.
- ¿Qué tengo que hacer?
- Sabes que ha hecho un pacto con el Creador, ¿verdad? - me dijo.
- Si, lo se. Y es una locura.
- También lo creo. Pero Erick, eres el único que puede despertar eso bueno que Joel tiene dentro.
- ¿Cómo lo hago? - Dije
- Arriésgate. Al diablo con las reglas de Dios, Erick. Él mismo creo las reglas del amor, y si él mismo las prohíbe se está contradiciendo - me dijo.
- ¿Qué debo hacer?
- Lo que sientes. Cuando lo tengas al frente y creas que es hora de despertar lo bueno dentro de él, haz lo que te diga tu corazón - dijo y se puso de pie. Yo también lo hice - Ahora debo irme, ya es hora para Clara Camacho.
- ¿Qué? - dije sin poder creerlo.
- Esa niña esta sufriendo, Erick. Debo llevármela - me dijo.
- Joel no tiene que ver en esto ¿Verdad? - le pregunte.
- Para nada. Joel no se interpone en las muertes. Solo Dios y yo - dijo.
Asentí levemente. Sabía todo lo que Richard iba a sufrir por esto.
- ¿Será rápido? - le dije. Se giro a verme.
- No sentirá nada - me dijo.
- Gracias Rachel - dije. Sonrió levemente.
- Es un secreto - susurró.
- ¿Qué cosa? - le pregunte.
- Joel nunca tuvo debilidades, pero ahora si tiene una - me dijo.
La mire extrañado.- ¿Cuál?
- Tú.
-Pame Pérez-