Abrí mis ojos para encontrarme con el techo de mi habitación. Los fuertes rayos del sol entraban por la gran ventana. Gire sobre la cama y estaba solo. Me senté en la cama y tome con firmeza las sabanas.
- ¿Joel? - lo llamé.
Nadie contesto a mi llamado. Lentamente me puse de pie. Abrí la puerta de la habitación y asome mi cabeza, no había nadie en la cocina. Y tampoco en la sala y el baño. ¿Dónde está Joel? Volví a la habitación. Me senté en la cama para pensar un poco. ¿Se habrá ido? ¿No volveré a verlo? Mis ojos se llenaron de lágrimas.
- Se fue - susurre y mire hacia la ventana.
Cerré los ojos y recordé la noche más maravillosa de toda mi vida. Una noche inolvidable. Sus besos, sus caricias, su respiración mezclándose con la mía. Rompí en llanto. Sentí un gran mareo y unas tremendas ganas de devolver. Me puse de pie y corrí al baño. Me tire de rodillas al inodoro, y como si hubiese comido algo que me hubiera hecho mal, comencé a devolver. Me puse de pie y me mire al espejo. Toda una vida por delante frente a mis ojos, pero ahora no puedo continuar sin él. ¿Qué ha hecho conmigo? Otra vez ese mareo. Cerré los ojos y me sostuve del lava manos. Cuando al fin se fue el mareo, me paré bien. Nada podía hacer, solo esperar a que él volviera. Él entró al departamento. Sin pensarlo corrí a su encuentro. Me tire a sus brazos en busca de un poco de consuelo.
- ¿Qué pasó? - me preguntó preocupado.
- Solo necesito que me abraces - le dije y rompí en llanto.
- Erick, dime que tienes - me rogó.
- Solo tengo miedo - dije angustiado.
- Tranquilo amigo, no voy a dejarte solo - me dijo.
- No me sueltes Chris, no me sueltes.
Chris extrañado me abrazó con fuerza, no entendía mi estado. Y tampoco iba a entenderlo. Es que nadie sabe lo que yo siento ahora, lo que yo siento sin él.
Me deje caer en la cama. Mi vida había vuelto a ser la de antes. Bueno, no del todo. Otra vez al trabajo, a la rutina, a los problemas. Pero nada de él. No lo he vuelto a ver, no se nada de él. Hay veces en las que creo que estoy completamente loco y todo lo que pasó fue producto de mi imaginación. Tres largas semanas han pasado desde que se fue. El señor diablo, se fue. Sentí caer una fría lágrima por mi rostro. No he dejado de llorar. Siempre que estoy solo, lloro. Mire a mi alrededor, estaba solo en casa. Chris quiso volver a vivir conmigo, pero casi se lo prohibí. Dice que teme por mi salud. Es un poco extremista. Pero desde que él se fue, no he dejado de estar enfermo. Tengo nauseas, vómitos, dolores de cabeza muy fuertes, mareos, hasta un poco de fiebre. No quiero ir al medico, es solo perder el tiempo en escuchar algo que ya se. 'Señor, lo que usted tiene es anemia, anemia emocional' Puras idioteces. Me puse de pie y salí de la habitación para buscar un vaso de agua. Un profundo escalofrío recorrió mi cuerpo, detuve mis pasos en la puerta. Era la misma sensación de...
- Lo siento... - dijo provocando que mi corazón casi se saliera de lugar.
- Rachel - dije sin poder creerlo.
- Solo necesito saber una cosa - me dijo y se acercó a mí. Colocó su fría mano sobre mi panza. La mire extrañado.
- ¿Dónde esta Joel? - le pregunte rápidamente.
- No puedo decírtelo - me dijo y sus pálidos ojos se humedecieron.
- Por favor Rachel, necesito verlo. Necesito saber de él - dije mientras un nudo se formaba en mi
Se alejó perturbada de mí. La mire bien. ¿Qué hacía aquí? ¿Dónde esta Joel? Me miró fijo a los ojos, provocando más frío en mí. Dijo algo que no entendí. Creo que fue en el mismo idioma en el que me habló Joel ayer en la cama.
- ¿Qué dijiste? - le pregunte.
- No tenemos mucho tiempo, Erick - me dijo.
- Mucho tiempo, ¿para que?
- Erick... - me llamó por lo bajo.
- ¿Qué? - le dije.
- Dios quiere tu vida, por la eternidad de Joel - dijo. La mire bien.
- ¿A que te refieres? - le pregunte sin entender.
- Dios quiere tu vida, a cambio de la de Joel.
- ¿Va a morir? - pregunte mientras las lágrimas comenzaban a salir de mis ojos.
- Si no hacemos lo que él quiere, creo que si - me dijo.
Esto no podía estar sucediendo. No era posible. Yo no puedo permitir que Joel muera, no, no puedo permitirlo. Si Dios quiere mi vida por la de Joel, no voy a negarme. Mi vida no vale nada, sin Joel no vale nada.
-Pame Pérez-
