002| Cuando la lluvia amaine.

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Karen miraba a su alrededor aturdida, el viento golpeaba con fuerza las paredes de su casa mientras los árboles se movían a su merced, nunca había visto nada parecido desde que tenía memoria.

Se sentó en el sofá de su casa con la única compañía de la chimenea encendida y una manta. Agarró un libro y comenzó a leerlo. O eso intentaba, pues las ramas de los árboles chocaban tan abruptamente contra sus ventanas, que no podía dejar de asustarse.

De repente, uno de los cristales de los ventanales se rompió en pedazos. Karen supo que algo no iba bien, la tormenta podía ser increíblemente fuerte, pero no podría, nunca, romper esos cristales reforzados.

Corrió hacia su habitación como si la vida le fuese en ello, porque, prácticamente, era el caso. Al llegar, puso el pestillo y algunos muebles contra la puerta. De repente, la ventana de su habitación estalló en mil pedazos. Sin importarle los cortes que pudiesen ser producidos por el cristal, corrió a bajar las persianas.

Respiró hondo y pensó en algunos jutsus que podía realizar, pero, sinceramente, sabía que, si querían atacarla, lo conseguirían, era solo una niña y no sería capaz de hacer gran cosa en frente un adversario. No era un secreto que los Uzumakis tenían un increíble chakra, así que, seguramente, ese era el motivo de la inesperada visita.

No pasaron más de dos minutos hasta que un ninja del país de la Lluvia consiguió entrar.

—Coopera con nosotros y no te haremos daño —dijo él.

—No quiero morir, por favor. Haré lo que digáis —susurró ella mientras agarraban sus manos y las ataban. Negó, resignada, ya no había nada que hacer.

Atravesaron la aldea por los tejados en completo silencio. Recorrieron muchos de los clanes de la aldea, estaban casi fuera cuando, un Hyuga les cortó el paso.

—No podéis escapar del ojo que lo ve todo —dijo él. Atacó a dos ninjas a la vez. Consiguió abatir a los cuatro. Karen cayó de rodillas al suelo y no pudo evitar que algunas lágrimas recorrieran sus mejillas—. ¿Estás bien?

—Bien es una palabra muy relativa... diré que me acaban de intentar secuestrar y que por poco lo consiguen —respondió ella.

—Pero no lo han hecho. Soy Hiashi Hyuga.

—Me llamó Karen Uzumaki.

—Intenta tener más cuidado la próxima vez. —Hiashi comenzó a desatar sus muñecas.

—Sí, porque, obviamente, quiero que me rapten... —susurró ella—. Usted es el líder de los Hyuga, ¿verdad? —Él asintió levantándose. —¿Podría hacerme un favor?

—Depende.

—¿Podría quedarme en su mansión? Han reventado las ventanas de mi casa y...

—Está bien, no hace falta que me lo expliques, una de mis hijas pasó por lo mismo.

Ambos caminaron hacia la mansión y, al entrar, el líder del clan la llevó a una gran estancia.

—Es aquí, las mantas están en el armario, buenas noches —dijo escuetamente. Karen sacó las cosas y se tumbó en el suelo, le daba un poco de mal rollo dormir sola ahí, no por nada, sino porque no conocía a nadie.

Don't Leave Me | Neji HyugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora