PIECES

7 0 0
                                    


María José era una joven seria, eran muy pocas las veces que sus compañeros la veían alegre. Con un carácter fuerte, que en más de una ocasión salía a la luz, orgullosa y decidida, tenía una seguridad única en ella, rara vez esta se veía perdida. Cuando tenía 12 años su padre quien era su grande héroe se fue de la casa con una mujer 20 años más joven, luego de eso nunca más lo volvió a ver, fue el primer hombre que rompió su corazón. Desde ese entonces se mostraba al mundo tras una máscara dura y fría, pero la verdad es que poseía un corazón dulce y noble, con miedo a ser dañado, mismo corazón que hoy volvía a estar roto en pedazos tras la partida de su novio. Joaquín había visto más allá de su coraza, todo comenzó cuando se toparon en el bus de acercamiento a la universidad, y poco a poco se fueron haciendo más cercanos hasta enamorarse, desde su muerte María José se sentía perdida, tan perdida como ahora mientras caminaba fuera de la universidad para dirigirse a su casa, hasta que escucho un par de gritos que la sobresaltaron.

- ¡MARÍA JOSÉ! ¡MARÍA JOSÉ! – Al escuchar aquel griterío en el que la llamaban tras su espalda sintió temor de que fuera aquella persona que le mandaba los mensajes amenazándola.

María José se volteó con cuidado y vio corriendo hacia ella a dos de sus compañeros Agustín y Sebastián, sintió un escalofrío bajar por su columna ya que ellos eran los mejores amigos de Joaquín, pudo visualizar un poco más atrás a Trinidad, y ya supo lo que ocurría.

- Hola, eh ¿Cómo estás? – Sebastián la saludo algo nervioso, en realidad no sabía cómo dirigirse a ella, ya que en dos años de lo que iba de la carrera jamás habían conversado

- Bien gracias, algo apurada – María José se volteó rápido para seguir caminando, pero una mano la detuvo

- Ya sabemos todo, no trates de huir – le dijo Agustín mirándola directamente

- Yo... yo... yo no sé de qué me están hablando – les dijo nerviosa, pero la verdad es que ella sabía exactamente lo que ellos querían

- María José, es mejor que les digas, ellos eran amigos de Joaquín y te pueden ayudar, pueden protegerte – le mencionó Trinidad con un tono de voz dulce y pasivo

- Eres una traidora, yo confié en ti, ¿Quién te crees para contar mi vida? – María José no podía controlar su ira y al increparla sintió el calor subir a sus mejilla.

- Perdóname, yo solo quería ayudarte, jamás quise entrometerme – y sin que antes pudiera reaccionar Sebastián se había acercado y acortado su distancia con María José rodeándola con sus brazos y atrayéndola hacia él en un cálido abrazo

- Tranquila, yo estoy contigo, no te queremos hacer daño, queremos apoyarte – Sebastián sintió su voz quebrarse y empezó a sentir como la chica entre sus brazos tiritaba

En cuestión de segundos se unieron a este abrazo Agustín y Trinidad, tratando de reconstruirse entre todos, tratando de ser la contención que el otro necesitaba.

En cuanto se separaron y cada uno limpio sus lágrimas, se dirigieron a una cafetería donde la novia de Joaquín les contó todo lo que había pasado, desde que se conocieron, hasta los mensajes que estaba recibiendo.

- ¿Quién sabía de tu relación con él? – le preguntó Sebastián

- Nadie, jamás nos dejábamos ver - le contestó la chica

- Tú tranquila, con nosotros nada te pasará – aseveró Sebastián con una sonrisa en sus labios



Sebastián no podía dejar de pensar en los últimos acontecimientos, cada vez que cerraba los ojos podía ver la imagen de Joaquín y cada noche cuando se acostaba deseaba con todas sus fuerzas que al despertar su amigo siguiera con vida. 

Punto CeroWhere stories live. Discover now