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Eres tú

♪ Hoy desperté con ganas de besarte ♪

♪ Tengo una sed de acariciarte, enredarme en ti y no soltarte ♪

♪ Eres tan embriagante ♪

♪ Eres tú ♪

♪ Eres tú... ♪

♪ Quiero contemplarte sin contar el tiempo ♪

♪ Dibujarte con mis puros recuerdos ♪

♪ En mi mente marcarme tus labios, tus besos ♪

La luz del sol le hizo apartar el rostro, sintió el leve peso en su pecho, de apoco abrió sus párpados hasta que notó a Yugi a su lado durmiendo plácidamente.

Observo su cabello cual acuarela, alborotado generando que sus mechones cayeran al frente ocultando mediamente su rostro, con cuidado con su mano derecha los aparto, topándose con la tranquila respiración del chico.

Curioso se atrevió a tocar su mejilla, poco después bajar a sus rosados labios, Atem sin lugar a dudas se había vuelto a enamorar de Yugi, de aquella hermosa presencia que reconfortaba su alma y corazón.

Fue el tacto de su mano lo que hizo que Yugi se volteara dándole la espalda, observo el camino de besos que deposito la noche anterior, aquella misma que se tentó a volver a recorrer, sin embargo al verse libre de su peso una idea más paso por su mente.

Con cuidado se levantó de la cama de Yugi para no despertarle, tomo sus bóxer negros y bajo tal cual a la primera planta.

♪ Me encanta verte, tenerte, abrazarte cuando estoy a un lado de ti todo lo bueno de mi florece ♪

♪ Eres tú ♪

♪ Ese imán de una preciosa energía ♪

♪ Es tu aura que envía señales a mi cuerpo, porque este sigue pidiendo ese aroma de ti que me invita al acecho ♪

♪ Eres tú ♪

Prendió la estufa, colocó el sartén mientras iba por aceite y un par de huevos al refrigerador. Atem no era un perfecto chef, pero al menos podía hacer un desayuno básico. Por suerte quedaba algo de jugo de naranja en el refrigerador y tocino.

Y cuando coloco el tocino junto a los huevos no pudo evitar tararear. Se sentía feliz, no solo por haberse hecho uno con Yugi sino también por haber hecho las paces consigo mismo, porque lo pudo comprender en el transcurso de la noche, "Yami" no solo había sido creado por los deseos que tenia de dar el siguiente paso con Yugi, sino que también había nacido en base al odio que sentía por sí mismo. Aquel odio por haber actuado de forma apresurada en el inicio, de haber metido a Yugi en tantos problemas en pos de sus creencias, de haber apostado tantas veces su vida sin temor alguno de perderle.

Y cuando su humanidad despertó por completo no pudo sino sentirse abatido, aún más cuando su compañero, su luz, su Yugi nunca le reprocho nada, es más con una sonrisa amable le ofreció su ayuda, le brindó su apoyo y confianza. Entonces por primera vez Atem se sintió inferior al no creerse merecedor del amor de Yugi, aun así él le correspondía y al fin ambos habían dado la prueba máxima de su amor al haberse vuelto uno, porque lo suyo no había sido algo meramente carnal, ellos habían hecho el amor y a su vez se volvieron parte de este.