Capitulo 2

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Al día siguiente Sarah miraba su regazo, donde se apretaba las manos de manera nerviosa, mientras el director del museo le leía la cartilla por haber dañado una antigua tablilla que, al parecer, les habían cedido de manera temporal para realizarle unas pruebas. Era su primera falta desde que había entrado en el museo ¿Qué querían que hubiese hecho? ¿Qué no reaccionase ante el dolor de una manera completamente natural? Maldita sea, ella solo había seguido un instinto básico.

-La señorita Grey-dijo la directora del departamento, hablando por primera vez en media hora y ganándose la simpatía de Sarah. Enfrentarse al director y a su padre al mismo tiempo no era algo que pudiese hacer todo el mundo, esa mujer estaba demostrando mucho valor - trabajó tres horas más de lo estipulado en su contrato para catalogar los objetos que nos llegaron sin avisar. Es completamente lógico que cometiese un error debido a la falta de descanso.

-Eso no es relevante-dijo su padre adelantándose y haciendo lo contrario de lo que cualquier padre haría. Es decir, proteger a su hija del peligro, o sentir un poco de lastima hacia otro ser humano menos afortunado que él mismo. Sarah se preguntó por centésima vez que habría visto su madre en ese hombre- Ella no debería haber abierto la caja, su irresponsabilidad puede haber dañado seriamente un legado de una civilización antigua.

-Si nos hubiese avisado de que eso llegaría, ella no hubiese abierto la caja para saber qué era-dijo la directora con gesto de furia. Las estaban culpando por un error que había sido originariamente culpa del profesor Grey. La mujer no podía creer la cara que tenía ese hombre, sabía que conocía las reglas del almacén.

-¿Y qué otra cosa podría haber sido?-dijo Charles Grey con un gesto de desdén. No estaba acostumbrado a que sus deseos no se cumpliesen al instante, y ya le había dicho al director que semejante falta debía de ser castigada con un despido inmediato.

-Droga-dijo Sarah, hablando por primera vez. Sabía que tenía las de ganar, pero no dudaba que su padre jugaría sucio. Así que ella se pondría en lo peor para justificar su actitud y sus reacciones.

-Contrabando-la directora se sumó, entendiendo lo que Sarah estaba haciendo-Armas, dinero,... Tenemos órdenes de revisar todo lo que llegue. Hasta ahora el trabajo de la señorita Grey ha sido impecable.

-Ha dañado un legado cultural que tendremos que devolver dentro de un mes a su museo de origen-dijo Charles Grey mirando a su hija con desprecio. Sus dientes chirriaron ligeramente mientras una vena en su frente se hinchaba de una manera alarmante-Debe ser castigada.

-Señor Grey-dijo el director del museo levantándose. Conocía la enemistad entre padre e hija, pero no pensaba fomentar el odio de ese hombre hacia una chica con un expediente tan impecable como el de Sarah. Además, estaba un poquito interesado en ella y quería impresionarla-Márchese, tiene un motivo personal para desprestigiar a la señorita.

Charles Grey estuvo a punto de decir algo pero se calló, ahora mismo lo que dijese le perjudicaría más a él que a su hija. Miró a la inútil de su hija con odio antes de salir por la puerta lo más dignamente posible, no se iba a humillar por esa niña. ¿Cómo podía haber salido alguien tan torpe de su estirpe? Era indigna de llevar el apellido de su familia, deseó no haber accedido a casarse con su madre cuando ésta descubrió su embarazo.

Debería llevar el apellido de la inútil de su madre, una mujer con la que se había casado porque no había sido lo suficientemente previsora como para usar métodos anticonceptivos, esa estúpida. Ahora su ex mujer estaba bajo tierra pero seguía molestándole el recordatorio que había dejado en el mundo. Maldijo el día que conoció a esa mujer y concibió con ella a esa irritante criatura que se había pasado toda su infancia llorando. Debería haber sido más fuerte, debería haber sido un niño, no una niña.

La novia del faraón [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora