Capitulo 22

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La puerta se abrió y por ella entró un hombre que llevaba una coraza y en su mano portaba una espada que goteaba sangre. Era un guerrero. Sarah le miró mientras intentaba averiguar quién era.

-¡General Horus!-dijo Sarah al reconocer al hombre. Sintió un alivio tan grande que su corazón dio un salto dentro de su pecho. Sentía ganas de llorar de felicidad.

El general la miró unos segundos antes de girarse y hablar con el soldado que había entrado detrás de él en la habitación, en el que Sarah no se había fijado. El alivio estaba impreso por todo su rostro al verla sentada con un bebé entre sus brazos. Y más aun al ver a su bebé moviéndose.

-Avisa al faraón, dile que su concubina y su hijo están aquí- el hombre se acercó rápidamente al lecho mientras el otro soldado salía corriendo. No la tocó por miedo a mancharla de la sangre que le cubría, seguramente la de los sacerdotes-¿Os encontráis bien?

-Sí, sí, estoy bien. Y él también está bien-dijo señalando con la barbilla al bebé que miraba con curiosidad al hombre extraño. O mejor dicho, miraba al hombre que estaba haciendo ruido tan cerca de él.

-Él es un príncipe. Nuestro reino tiene un heredero-dijo el general con un suspiro de alivio recorriendo todo su rostro- Por un segundo temí que fuésemos a llegar demasiado tarde, y no solo yo.

Una persona entró corriendo en la habitación y buscó algo con la mirada antes de encontrarla y lanzarse a abrazarla. Senusnet había perdido peso en el tiempo que llevaba sin verle. Además estaba ojeroso, como si le costase dormir por las noches y tenía una barba de varios días. Sarah se movió un poco para que el bebé entre sus brazos estuviese más cómodo, pero no pudo evitar que se pusiese a gemir ruidosamente atrayendo la atención de su padre. Éste miró a su hijo, totalmente fascinado con ese pequeño tesoro que Sarah portaba.

-Gracias a los dioses que estáis bien, ya ha pasado todo, no tienes que preocuparte más-le dijo a Sarah antes de acercar su mano a su hijo en cuanto su madre le calmó un poco.

El cansancio pudo con Sarah y ésta perdió el conocimiento en brazos de Senusnet.




Sarah abrió los ojos en la habitación del palacio. Se enderezó lentamente cuando todo volvió a su mente con el dolor de esa acción. Miró alrededor y se dio cuenta de que una de las puertas de la habitación había desaparecido. Buscó a su hijo pero no le vio. Sintió un pequeño instante de pánico antes de intentar levantarse por su cuenta.

-¿Hay alguien?-dijo pidiendo ayuda al ver que su cuerpo no reaccionaba.

Una muchacha que no debía tener más de doce años de edad entró por la entrada que seguía teniendo puertas y la miró totalmente asombrada y embelesada.

-¡Qué maravilla, se ha despertado!-dijo acercándose a ella-¿Quiere que le traiga su ropa?

-¿Dónde está mi hijo?-dijo Sarah con evidente ansiedad. Cada segundo que pasaba sin ver al bebé sentía un pozo de ansiedad crecer más y más en su pecho.

-Haré que se lo traigan, hay una niñera con el joven príncipe todo el rato, para evitar que sufra daños-entró en la habitación que ahora no tenia puertas y salió al cabo de unos momentos con un bulto entre sus brazos-Está dormido, no ha pasado muy buena noche.

-¿Noche?-dijo Sarah recibiendo al bebé y notando que no estaba tan rojo como antes. Se le veía tan pequeñito y lindo.

-Lleváis tres días dormida, mi señora-dijo la niña arrodillándose en el suelo, en un claro gesto de sumisión-Permítame presentarme, soy Hadi, su nueva criada. O, al menos una de las nuevas criadas que se os asignarán. Pertenezco a la nobleza, y es la primera vez que a alguien de mi familia se le concede el honor de servir a alguien de tan alto rango como una concubina del faraón. Espero hacerlo bien pese a mi falta de experiencia.

La novia del faraón [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora