Tormentos (RAFA 2)

6

El corazón se le llenó de odio, rencor y frustración, su infancia se tornó oscura y el encargado de la estancia se hizo cargo de él.

David creció, trabajando como un fuerte peón del lugar, recibió educación particular y se volvió apuesto.

Mas no podía dormir, todas las noches soñaba lo sucedido con Rafa y su familia. Tenía vagos recuerdos de su hermana, de su madre y de su padre.

Recordaba los cuentos que le contaba Lía, las comidas que le preparaba Carmen y los paseos que le daba Jaime.
A sus tíos no los recordaba muy bien, pero sabía que su tía era muy argel y que el tío no la soportaba.

Como no podía dormir, veía videos instructivos de autodefensa. A las mañanas, Lorenzo le enseñaba técnicas para defenderse, para atacar y aprobaba lo que él aprendía con los videos. Solo por lo que el niño había pasado.

Pero el señor no sabía que David planeaba vengarse; estaba harto de los tormentos a la noche, de lo que le sucedió a su familia y de no poder disfrutar de lo que tenía.

Quería cortar el problema desde su raíz, a pesar de que sabía que no iba a solucionar mucho, pero  al menos le haría sentir a Rafa todo lo que él sintió.

Decidió esperar a ser mayor, tendría más fuerza  y así lo dejarían ingresar a la cárcel.

En el día de su cumpleaños, empezó a planear todo, juntó el dineral que tenía como producto del trabajo y partió hacia la cárcel.

-¿Dónde vas David?- preguntó Lorenzo antes de que él  saliera con la camioneta.

-A cobrar deudas viejas- respondió sonriendo.

-¿Deudas viejas? No cometas locuras hijo.- advirtió él, con una vaga sospecha de lo que sucedía.

-No eres mi padre, pero gracias por todo, creo que nunca te lo dije.- se despidió sin saber bien lo que podría llegar a suceder.

Ya en la cárcel, varios guardias lo examinaron una y otra vez, observaron sus documentos y le interrogaron arduamente.

Al ver que no traía nada, lo dejaron pasar como visita.

-Hola Rafa...- saludó desde el otro lado de la celda.