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Era martes. ¿Por qué se encontraba allí un martes?

Tenía reunión con su editor en menos de dos horas y la ansiedad amenazaba con tragarlo por completo, aunque no entendía del todo por qué, el libro ya estaba listo, solo faltaba ultimar detalles sobre la portada. Pero la presión que todos estaban poniendo sobre él era tan abrumadora, casi sofocante. Cerró los ojos tomando una respiración profunda. La dulce chica de ojos azules se sorprendió cuando levantó la mirada y lo vió allí parado.

—Que sorpresa verte aquí.

Jisung trató de sonreír, pero definitivamente no se encontraba bien como para hacerlo.

—¿Puedo pedir un ice americano para llevar?

—Claro, ¿me dirías un nombre para que lo coloquen en el vaso?

—Jisung.

La chica lo anotó en un papel, y pegó el pedido en la pizarra que arriba ponía “para llevar”.

Jisung por su parte tomó asiento en la barra para esperar su ansiado café.

—Disculpa si sueno entrometida, pero, ¿te encuentras bien?

—Si es solo... Cuestiones del trabajo. Me encuentro algo cansado.

—Entiendo.

—¡Hyunjin! —gritó alguien desde el otro lado de la barra.

Un chico alto y con el cabello color rosa se acercó a retirar su pedido.

—Bueno, espero que lo que sea que esté sucediendo, puedas resolverlo. —mencionó la chica con una dulce sonrisa bailando en sus labios.

—Gracias... Leila —pronunció Jisung, leyendo el nombre de la chica en su uniforme.

Unos minutos después, su pedido ya estaba listo así que se acercó a recogerlo. Pero antes de que pudiera hacerlo, alguien se le adelantó.

—Así que... Jisung, ¿eh?

El nombrado bufó. Otra vez aquél molesto chico.

—Tengo prisa, ¿podrías darme mi café?

—Chan, no molestes a mis clientes —mencionó alguien detrás del rubio, quitándole el vaso de las manos, para luego entregárselo a quien le pertenecía. —Lo siento. Se cayó de la cuna cuando era pequeño.

Jisung sonrió al escucharlo, y aceptó su ice americano.

—Gracias.

—Un placer.

Jisung se marchó del lugar, sin poder apartar de su mente esos maravillosos ojos oscuros. Era martes, y por él estaba ahí un martes.

Minho, por su parte, se quedó observando como el chico cruzaba la puerta de salida. Aún sintiendo los latidos irregulares de su corazón, la sonrisa de quién, ahora sabía, se llamaba Jisung siendo la única culpable.

—¿Cómo es que alguien puede ser tan precioso y cruel al mismo tiempo? —preguntó Chan a su lado, mirando en la misma dirección que él.

—Realmente creo que ya deberías darte por vencido. No parece que él esté interesado en ti en lo absoluto.

—Concuerdo con Min —habló Leila desde el mostrador.

—Nadie pidió tu opinión —refunfuñó el rubio mientras decidía buscar una mesa, alegando que no le apetecía estar en la barra hoy.

Minho y Leila rieron. A veces el mayor actuaba como un niño pequeño.

—Parece que Jisung está llamando mucho la atención por aquí. —mencionó la pelirroja mientras preparaba un frappé.

Coffee and Whispers (Minsung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora