Coffee and Whispers (Minsung)

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Seúl, en la actualidad.

—En una jornada decisiva, se ha dictado sentencia contra la banda que operaba bajo la fachada de un acuario, donde los animales vivían en condiciones deplorables. Los responsables enfrentarán penas de entre diez a doce años de prisión por tráfico de drogas y lavado de dinero, mientras que los implicados recibirán sanciones de cinco a seis años. Tras un extenso y complejo proceso de investigación, se ha hecho justicia y el bien ha prevalecido.
En otras noticias, un nuevo programa de reciclaje se implementará en la ciudad...

Minho suspiró con alivio al escuchar aquello, los últimos días habían sido un pequeño caos. Con una sonrisa en su rostro cogió su móvil. A los dos tonos, la persona al otro lado de la línea contestó.

—Dr. Bang, acabo de escuchar las buenas noticias. Felicidades.

—Sabes que no hubiera podido hacerlo sin ti. Muchas gracias, Lee.

—Seguro... Oye, ¿que pasará con los animales? ¿Ellos estarán bien?

—Será otro arduo trabajo, pero no te preocupes, hay rescatistas y programas de protección de animales que se encargarán de ello. Los cuidarán y curarán para que ellos puedan volver a su hábitat natural, de dónde nunca debieron ser sacados en un principio.

—Gracias Chan. Además de ser un excelente abogado eres una gran persona.

Minho lo sintió sonreír al otro lado de la línea.

—¿Acabas de llamarme por mi nombre? —preguntó el mayor fingiendo estar molesto.

—El caso se cerró, ya no trabajo para ti, ahora tengo libertad de expresión ilimitada. Puedo decir lo que quiera.

Chan rió.

—¿Estás en Blind Spot? Muero por un latte.

—Lamentablemente aquí estoy.

El mayor se burló. —¿Debo recordarte que fue tu elección abrir un café?

—No te daré cookies de regalo. —pronunció Minho, antes de escuchar la risa de su amigo del otro lado, y colgar.

Minho siempre fue un amante del café. Más allá de su trabajo como investigador, que le dejaba un buen sueldo, siempre soñó con abrir su propia cafetería. Así que un día se puso en marcha tras su sueño. Al principio no se decidía por qué aspecto debía darle, pero pensó que uno vintage quedaría bien con la imagen que tenía en mente. Con cuadros colgados en las paredes, un sector de lectura al fondo del lugar y mullidos sillones color rojo para generar un aspecto cálido y acogedor. En una esquina se visualizaba una máquina de música antigua, de esas a las cuales debes colocar una moneda para que una suave melodía inunde el espacio.

La barra, en un profundo tono burdeos, se extendía como un abrazo cálido, invitando a los clientes a sentarse en los altos taburetes y disfrutar de un café rápido antes de salir al mundo. Las mesas, dispersas por el local, ofrecían un refugio para aquellos que deseaban sumergirse en un libro o mantener una conversación íntima. El suelo a cuadros, con su combinación de blanco y negro, añadía un aire de nostalgia, mientras el aroma del café recién hecho llenaba el ambiente, creando un hogar lejos del hogar.

Cada rincón de “Blind Spot” tenía su propia historia, y Minho sabía que cada taza de café que servía podía ser el inicio de una nueva conexión, un nuevo secreto compartido en su pequeño refugio.

Por eso el pelinegro no solo quería tener la imagen del dueño del lugar, sino que algunos días a la semana también le gustaba atender allí. Conversar con las personas que elegían el sitio que él había imaginado por tanto tiempo tener y ahora se había vuelto realidad, era un regalo. Ofrecerles sus ricas preparaciones, un obsequio aún mayor.