Escuchaba unas extrañas voces, me encontraba en medio del bosque, sola, a mediodía. Todo era realmente tranquilo; el cantar de los pájaros era hermoso y los árboles bailaban al son del viento. Me pare, usaba un vestido de tono azuloso con falda larga, no me agradaba pero sinceramente era lindo. Camine por un sendero disfrutando del paisaje y el aire fresco que me brindaban los árboles hasta encontrarme con una cascada. El agua cristalina caía desde lo alto de una pequeña colina, realmente parece un espejo; de pronto empiezo a ver que una imagen se creaba sobre esta y al terminar de dibujarse supe que se trataba de Nueva York, mi "antiguo" hogar. Sentí deseos de cruzarlo, mis pies se movieron solos y lo cruce olvidándome de todo lo que me rodea.
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—Ten, te lo regalo— dijo Ed mientras me daba un paquete mientras desviaba su cara sonrojada, es tan tierno.
— ¿Qué es?— Pregunte algo curiosa mirando la envoltura de un color negro brilloso, no me pregunten como, pero juro que este negro brilla.
—Pues ábrelo— Contesto con una sonrisa divertida, no sé si decirle maldito o morirme de ternura —pero antes de eso, ¿quieres dar un paseo a caballo?—
—Con mucho justo, su majestad— Respondí mientras hacía una pequeña reverencia, la cual no lo hacía por cortesía o algo, sino para no lanzarme en este mismo momento a sus brazos y gritar como loca —Solo espéreme un momento—
Cuando me asegure de haber salido del campo de visión de Ed, empecé a bailar, girar, correr brincar y gritar como la loca que soy mientras me dirigía a mis aposentos.
—Si no dejas de hacer eso, terminaras de vomitar todo tu desayuno—
— ¡Lo remplazare con más comida si eso pasa!— Le conteste, grite, a mi ángel mientras cerraba la puerta de mi cuarto.
El vestido que traía, no era el adecuado para ir a una cita, y menos los pocos que tenía e mi ropero.
—Si tan solo tuviera mis adorados pantalones— Solté un suspiro mientras me sentaba en mi cama y ponía en regalo que mi rey, leyeron bien, "MI rey" del verbo "SOLO MIO Y NO LO COMPARTO" a excepción de los shippins de los cuales adoro e incluyen a Ed, y que sé que son imposibles... ¿En dónde estaba? a sí. Abrí el regalo que Edmund me avía regalado momentos antes de que saliera corriendo como loca-desquiciada-nada-digno-de-un-elfo, el cual resultaba ser un hermoso vestido de seda con manga y falda larga de un color azul que solo se ve en las rosas azules o en las alas de una mariposa, aunque en las extremidades de las mangas y de la falda tenía el mismo color de la envoltura. Aun cuando este vestido se parecía al que tuve en el sueño, era tan hermoso que se convirtió en el único vestido que me gusta, pero cuando encuentre pantalones narnianos, me los pondré sin ninguna duda.
Me coloque el vestido azul, y unos guantes y botas negros, cabe destacar que las y botas son las que traía puestos antes de que mi queridísima Hermana-adoptiva me obligara a vestirme como todo una narniana pero nadie notara que son de otro mundo, así que Yolo. Al verme en el espejo, decidí que definitivamente este vestido lo iba a utilizar cada dos días, por que se tiene que lavar, sino, lo utilizaría todos los días.
Al salir de mi habitación sorprendente mente estaba a fuera Edmund, el cual al verme, se sonrojo, Misión cumplida. Espera, el afuera de mi cuarto, yo adentro cambiándome...
— ¡¿Estabas espiándome?!—
—¡Claro que no! solo te estaba esperando—
—¿Puedo confiar en ti?—
—Soy el rey Edmund el justo, tienes mi palabra de que puedes confiar en mí, ¿nos vamos?— Me pregunto mientras se inclinaba un poco y doblaba su brazo para que me "enganchara" de el como lo hacen en las películas románticas pastelosas llenas de cliché, lo cual, sin saber que hacer, porque no estoy acostumbrada a eso, acepte.—¿Te mencione que te ves hermosa?—
—A callar— le conteste en forma de puchero mientras me sonrojaba.
—Te ves Hermosa—
—Que calles— volví a contestar de la misma forma, definitivamente, no me llevo bien con lo pasteloso, aunque en susurro dije—Gracias—
Después de ir en un paseo a caballo al rededor del castillo, y de dejarlos en el establo, dimos un paseo por el jardín, el, al ver un rosal de hojas multicolores, se acercó, arranco una, y me la coloco arriba de la oreja, "encajándola" en mi cabello, a lo cual me sonroje.
—Me siento como hawaiana—
—¿Por qué?—
—Porque siempre tienen una flor en la cabeza, según las películas de lilo y Stich—
—¿Eh?—
—A, disculpa, olvide que en tu época todavía no salieron las películas de estos dos—
—A, discúlpame, por no vivir en la edad en la cual los carros vuelan y los robots trabajan por ti—
—Todavía no existe nada de eso, pero según "volver a al pasado" se suponía que ya tendrían que sacar las patinetas flotantes al inicio del año—
—¿de qué año hablamos?—
—2014—
—¿Entonces vienes del futuro?—
—Nop, creo que vengo de un mundo paralelo del mundo del que tu bienes, pero el mío esta más adelantado de año—
—¿Y qué te hace pensar eso?—
—Pues que en mi mundo, como ya lo explico Alexandra, lo que has vivido con tus hermanos está escrito en una saga de libros titulada "las crónicas de Narnia", en el primer libro explican la creación de este mundo, el cual conecta con otros mundos, y...—
—Vale, vale, ya entendí, y hablando de eso, ¿que es "Petmund" y "Casmund"?—
—Em... Algo que no quieres saber—
Seguimos platicando por cosas sin sentido mientras nos dirigíamos a la entrada al astillo que conectaba con el jardín de este, nada podría arruinar este momento...
excepto la cascara de un plátano, con el cual Sabrá-Aslan-Como llego ahí pero me resbale con él.
En mi mente gritaba "Puto plátano, Puto el que lo dejo, Puto todos" por qué ahí estaba Ed y tengo que guardar el vocabulario, aunque después cambiaría este pensamiento por un "Bendito plátano, Bendito el que lo dejo, Bendito todos", porque Sabrá-Aslan-Como termine en los brazos de Edmund, pero al mirarnos a los ojos ambos nos sonrojamos, el me dejo en el piso, rápidamente dijo un "nos vemos en la cena" y salió corriendo más rápido que yo cuando escapo de una Alexa enojada.
Caminando por ahí dentro del castillo, me encuentro al ángel y le cuento todo lo que me paso, y al finalizar todo, le pregunto si le paso algo, pero la maldita solo se sonrojo y me dijo "Vamos a cenar" mientras me daba la espalda.
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El regreso
HumorDos chicas normales, no tan normales, fanáticas de "Las crónicas de Narnia" terminan por accidente en este maravilloso mundo conociendo a sus amores platónicos causando uno que otro problemilla, en especial, la menor de estas dos. ADVERTENCIA: Esta...