•Chapitre III•

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-Vaya...si hicimos enojar bastante a Sebastian-San.- Decía con culpa evidente el jardinero que con la escoba barría los escombros del piso.

Los tres sirvientes se encontraban limpiando el desastre que habían ocasionado; claro, primero limpiaron sus respectivas ropas.

-Se ha notado un poco...¿raro?.- Dijo con duda Meyrin, dejando su actividad de lado.

-De seguro no le han dado por eso ha estado así, tsk.- Se quejaba el rubio cocinero, mientras barría una montaña de cenizas que iba juntando poco a poco.

-¡No seas irrespetuoso!.- Regañó Meyrin.

-Pero hablando en serio, chicos. - Bard y Meyrin voltearon a ver a Finny.- Sebastian-San me preocupa, no es normal que actúe así.

Tanto Bard cómo Meyrin observaban en silencio a Finnian.

-Él de alguna manera nos ha ayudado cuando no hacemos las cosas bien.- Melancolía era lo que se reflejaba en el semblante de Finny.

Los tres dejaron de hacer sus respectivas actividades.

-Sebastian no tiene la culpa de nuestra torpeza.- Al parecer la nostalgia comenzaba a hacerse presente.- Él y el joven amo nos dieron el verdadero significado de hogar...

La melancolía reinaba en el ambiente.

-Deberiamos ir a disculparnos.- Propuso Finnyan alegremente.

-¡Suena bien,Finny!.- Apoyó energéticamente Meyrin.

-¡Vamos!.- Gritaba de alegría el rubio más joven.

Bardroy los apoyaba con una agradable sonrisa y con un asentamiento indicando un 'sí'.

Los tres sirvientes se disponían a salir de la cocina para buscar a Sebastian formando lo que se llama una "fila india". Pero el que iba a lo último -Bardroy- se detuvo cuando pasaron por una de las ventanas de la cocina.

Bard cuando pasó por la ventana, percibió que de los arbustos vio cómo hubo movimiento por un momento. Por eso se detuvo; se encontraba un poco alarmado.

-¿Qué sucede, Bard?.- Preguntó Meyrin al percatarse de la actitud de Bard.

-Escuché algo...-Dijo, con toda la intención de asomarse por tan dicha ventana.

-De seguro es Plu-Plu.- Apareció Finny con ese tono de voz tan animado; típico del adorable jardinero. Diciendo que posiblemente se trataba del perro que ayudaba a vigilar la mansión.

-Si, además tenemos que ir a disculparnos con Sebastian.- Insistió Meyrin.

-Ti-tienen razón. - Resignado Bard; se alejó de la ventana para continuar con su anterior objetivo.

-¡Bien, vamos!.-

(...)

En su despacho, Ciel intentaba armar una torre con cartas y estaba a punto de conseguirlo.

Se detuvo en su labor por unos momentos. Su pecho se encontraba angustiado desde lo sucedido en la mañana con Sebastian...quizás la palabra correcta era 'distraído'.

De alguna manera se sentía mal consigo mismo por hablarle de esa forma a su mayordomo pero...¿por qué?

-Tsk...-

Ciel volvió a su tarea de armar la torre de cartas, sin embargo por sus pensamientos; cruzó la imagen de un Sebastian sonriendo. Mostrando una muy bella sonrisa.

En cuestión de segundos la recién armada torre se derrumbó totalmente.

Ciel llevó su diestra a sus delgados y refinados labios; a modo de cubrirlos. Sus flacas mejillas estaban teñidas de un adorable carmín y ardían un poco.

Y en estos mismos instantes, sentía cómo la conciencia le remordía internamente.

Su puño estampó contra su escritorio provocando que algunas cosas se cayeran, mientras otras sólo se removieron de lugar.

-Maldición... - Susurró para si mismo.

En un acto involuntario, llamó a Sebastian.

Uno...cinco...ocho...diez minutos pasaron y ni rastro alguno del mayordomo negro.

-¿Es en serio? Ahora resulta que yo mismo lo tengo que ir a buscar.- Dijo enojado saliendo de su despacho.

(...)

El conde bajaba enojado las escaleras, y al mismo tiempo de la cocina salían Finny, Meyrin y Bard buscando con la mirada al mayordomo.

-¡Joven amo!.- Gritaron los tres al unísono, mientras hacian una digna reverencia.

-¿Y Sebastian?.- Preguntó con el seño de fruncido.

- Nosotros también lo estábamos buscando...- Respondió Bardroy con su tono de siempre; despreocupado.

-¿Acaso no está?.- Ciel ya se encontraba de mal humor por no saber nada de Sebastian, ¿cómo se atrevía a irse sin haberle avisado.?

-A-al parecer no...- Esta vez la que respondió un poco intimidada; fue Meyrin.

-¿Eh?...-Exclamó Finny.- Tanaka-San, ¿usted no sabe algo?.- Preguntó agachándose a la altura del mayor.

Sí, Tanaka había aparecido de la nada.

-Ho-Ho-Ho.- Que grata respuesta...

-Humm...creo que eso es un "no"- Dijo resignado el jardinero.

Ciel suspiró molesto.

-Les ordeno que lo encuentren, urgentemente. - Ordenó -evidentemente- el conde con el seño fruncido.

-¡Como ordené!.- Gritaron los tres sirvientes al mismo tiempo.

Ciel volvió a subir.

-Aww...yo quería decir "Yes, my lord."- Dijo con un aura triste Finnyan.

-Será para la otra, Finny.- Meyrin acompañó en su tristeza al rubio.

Ciel se encontraba muy molesto.

-Maldito Sebastian...-

Ciel estaba a punto de abrir las puertas de su despacho. Pero una respiración por el lóbulo de su oreja le hice palidecer.

-¿¡Qu-.-

Volteó de inmediato, pero sus ojos fueron vendados y en su nariz un paño fue estampado con fuerza.

Ciel forcejeaba inútilmente tratando de quitar la mano de aquella persona, pero comenzaba a cansarse y a quedarse dormido.

Finalmente, su pequeño cuerpo cayó en los brazos de aquel completo desconocido. Había quedado inconsciente...

Continuará...

•Inattendu• [Kuroshitsuji][Sebasciel][Mpreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora