Capítulo 14

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Un destello de ira ardió en los ojos grises de Lauren.

—Eres como todas las mujeres que he conocido, princesa Karla Camila Cabello Estrabao Marwan. Tus declaraciones sentimentales son tan… sinceras como todas las verdades que has compartido conmigo hasta ahora.

—Eso no es justo, Lauren. Yo tenía mis razones.

—Igual que tenías razones para mentir a tu familia y a tus guardaespaldas. ¿No te importa que esos hombres puedan perder su trabajo cuando yo haya presentado
mi informe? ¿Pensabas en tu familia o en los pobres diablos encargados de tu seguridad cuando te dedicabas a mentirles para disfrutar de tu… libertad?

A Camila le costaba respirar. Lauren no la conocía en absoluto. Hasta ese momento había creído que la entendía, pero sólo había sido otro espejismo.
Sin embargo, no era aquel descubrimiento lo que le estaba desgarrando el corazón. Los responsables de su seguridad no eran malas personas. Tenían sus propias vidas, sus familias… Camila no podría soportar que perdieran su trabajo.

—No puedes presentar un informe que los perjudique —su tono era suplicante, pero no le importaba. Nunca se rebajaría a suplicar por ella misma, pero no permitiría que su orgullo perjudicara a los hombres que dependían de su familia para ganarse la vida.

—Eso deberías haberlo pensado antes de saltarte las medidas de seguridad que puso tu familia.

—No sabía que me estaba vigilando un segundo equipo. De haberlo sabido, no habría hecho nada que pudiera poner en apuros a mis guardaespaldas.

—¿Y no se te ocurrió que si algo te sucedía en una de tus numerosas escapadas tus guardaespaldas podrían ser despedidos o algo peor?

—Aquí nadie sabe quién soy. No estoy en peligro.

—¿Cómo puedes ser tan ingenua?

La veía como una cría necia y descerebrada, igual que los demás hombres de su vida. Pero no era el momento de preocuparse por eso.

—Por favor, Lauren… No puedes presentar ese informe.

—No tengo elección. Me tomo mi trabajo muy en serio.

Camila bajó la vista al suelo y se abrazó a sí misma, buscando un consuelo inexistente.

—¿Y si te prometo que no volveré a hacerlo?

—¿Qué no volverás a hacer, exactamente?

Camila lo pensó rápidamente. Tendría que cumplir su promesa al pie de la letra, sin importar lo que Lauren pensara de su honor.

—¿Y si te prometo que no volveré a zafarme de mis guardaespaldas?

Lauren soltó un bufido y ella levantó la cabeza bruscamente.

—¿Qué pasa? —le preguntó en tono acusatorio—. ¿No me crees capaz de
cumplir una promesa?

—¿Cómo la promesa de ser honesta con tu equipo de seguridad?

—Yo nunca hice una promesa semejante. No es culpa mía que me vean como una chica dócil y obediente que no se atreve a perseguir su libertad.

Lauren siguió sin parecer convencida.

A Camil no debería sorprenderle su
escepticismo, pero sí le sorprendía… y le dolía.

—Mira, aunque nuestra supuesta amistad no haya sido más que una falsa ilusión, debes de conocerme lo bastante bien para saber que nunca le haría daño intencionadamente a nadie, y mucho menos a la gente que dependa de mí para vivir.

La princesa y la guardaespaldas (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora