Capítulo 22

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Maratón 1/3

—Has sido muy grosero con él —le reprochó Camila.

—No siempre soy así.

—Eso es cierto. Sólo sé de ti lo que mostraste hace ocho años, y casi todo debía de ser pura fachada —parecía más complacida que enfadada por aquella suposición.

—Lo único que fingí fue ser estudiante. El resto era yo.

Camila se limitó a mirarla con expresión pensativa.

—Crees que estoy mintiendo —dijo Lauren.

—Creo que no eres consciente de lo mucho que ocultabas cuando estuvimos juntas.

—¿A qué te refieres?

—Eres una mujer muy intensa, Lauren. Hace ocho años te esforzabas por ocultar esa intensidad en todo momento, pero desde ayer no has dejado de mostrarla.

—Si tú lo dices…

—Lo digo.

Lauren decidió cambiar de tema.

—¿Y ese tatuaje?

—Me pareció apropiado en su tiempo —respondió Camila, encogiéndose de
hombros.

—¿Por qué?

—Es el Correcaminos. Debería ser una presa fácil, verdad? Pero no lo es.
Necesitaba recordarme que yo tampoco lo era. Que no tenía que adaptarme al molde que habían creado para mí, por muy difícil que fuera vivir de otra manera.

—¿Cuándo te lo hiciste?

—Un mes después de que te marcharas.

Lauren se sintió culpable por alguna razón incomprensible. Era una emoción extraña e inquietante, y en situaciones como ésa, cuando era imposible defenderse, había que pasar al ataque. Le funcionaba en los negocios, ¿por qué no intentarlo en
las relaciones personales? No es que tuviera una relación con Camila, pero tampoco podía negar que era más que una simple clienta.

—¿Tenías que aparecer en bañador delante de ese crío?

—No parece que le haya desagradado mucho —repuso Camila mientras empezaba a comer. Probó el cangrejo y emitió un gemido de placer.

—¿Te diviertes exhibiéndote delante de otros hombres? —era consciente de que parecía un padre severo, pero no podía evitarlo.

Camila se echó a reír.

—Era un joven muy impresionable, ¿no te parece?

Lauren apretó la mandíbula, y Camilla se apresuró a tocarle el brazo.

—Relájate. Sólo estaba bromeando. Sólo estábamos charlando amistosamente, nada más.

El cuerpo de Lauren reaccionó con una sacudida al roce de Camila.

—Una charla amistosa medio desnuda equivale a un coqueteo.

—Pensaba volver al jacuzzi después de desayunar y por eso no he querido
cambiarme, pero si tanto te molesta me pondré algo enseguida.

—No me molesta cómo vayas vestida —dijo Lauren secamente, y al momento quiso tragarse sus palabras.

—Entonces, ¿lo único que te molesta es que otros hombres me vean con poca ropa?

—Medio desnuda, más bien —murmuró Lauren con un gruñido.

Camila sacudió la cabeza.

—¿Sabes lo que creo?

La princesa y la guardaespaldas (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora