Capítulo 18

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Maratón 3/3

-¿Qué quieres decir con que fue compensado? ¿Lo sobornaste para que hiciera la vista gorda?

Camila se puso rígida por la afrenta.

—Pues claro que no. Jamás se me ocurriría atentar contra la integridad moral de una persona. Me encargué de su compensación después de que lo despidieran.

—Igual que te encargaste de que encontrara trabajo.

—Exacto.

—¿Esperas que me crea que, después de haber fallado estrepitosamente a la hora de vigilarte, no tuvo problemas en conseguir un trabajo mejor?

—Todo depende de lo que entiendas como «mejor». Descubrí que a Rodney no le gustaba ser guardaespaldas, pero no se veía capaz de hacer otra cosa desde que abandonó el ejército. Lo animé a que retomara los estudios cuando no estaba de servicio. Cuando llegó el momento de separarnos, estaba lo suficientemente
cualificado para aspirar a un trabajo más acorde con sus aspiraciones. Y contaba además con una buena carta de recomendación.

—Una carta que tú le diste, supongo.

—Sí.

—Vaya…

Podría parecer sarcástica, pero nada más lejos de la realidad. Estaba
impresionada. Camila no sólo se había preocupado de conocer a su guardaespaldas, sino que había elaborado un plan de emergencia y todo.

—¿Cuánto tiempo estuviste planeando la huida?

—Lo creas o no, no lo tenía planeado. Rodney decidió dar el salto al mismo
tiempo que yo. De todas formas tenía pensado animarlo a que cambiara de trabajo.

—Eres toda una activista social, ¿eh?

—Has leído mi ficha, así que debes de saber la respuesta.

—Tu ficha dice que trabajas para un grupo ecologista y que te pasas las horas libres colaborando como voluntaria en un centro para adolescentes que se han escapado de casa.

—Técnicamente ya no trabajo para la organización ecologista.

—Puedes ayudar mucho más como princesa —le dijo Lauren. Necesitaba creérselo.

Camila no sería su princesa si no tuviera sus ideales de justicia y solidaridad.

—¿Lo dices para que me sienta mejor ante la perspectiva de mi inminente
secuestro?

—Nadie va a secuestrarte.

—¿Ah, no? ¿A mi padre no le importaría que me marchara? ¿Y tú no me seguirías?

Lauren se sintió invadida por la culpa y por una furia irracional, pero consiguió mantener su voz tranquila y serena.

—Sabes que sí.

Camila se limitó a mirarla como si todo estuviera dicho.

—Tu padre está preocupado por tu seguridad —dijo Lauren—. Lo que hiciste no fue inteligente. Karla.

—Mi padre sólo se preocupa de que cumpla sus órdenes —replicó Camila,
cruzando los brazos bajo sus pechos turgentes—. Y en cuanto a lo que hice, ya hemos hablado de esto… Si nadie sabe quién soy, nadie podrá suponer una amenaza para mí seguridad.

—Si tan segura estás, tengo varios informes policiales sobre mujeres agredidas que podrías leer.

—Oh, vamos… Todos vivimos en el mismo mundo, y el noventa y nueve por ciento de esas mujeres no tienen guardaespaldas.

La princesa y la guardaespaldas (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora