Capítulo 7

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Se habían acomodado en el sofá de la sala cuando el teléfono de Adam comenzó a sonar, Elanora no sabía quién podría ser pero obviamente no llamaba por algo agradable, la expresión de Adam había cambiado por completo, su ceño fruncido y la tensión en su cuello se lo decían.

Él se disculpó, dirigiéndose a la habitación de Elanora y cerrando la puerta para hablar. Elanora sabía que debía dejarlo hablar tranquilo, sin embargo, su curiosidad pudo más y se acercó a la puerta cerrada para intentar oír algo.

- No, no me parece abusivo.- se escuchaba a Adam.- Fuiste tú quien quiso esto, no vengas ahora con chantajes... Está claro que no llegaremos a un acuerdo así, habla con mi abogado... No, no podemos vernos, ni quiero tampoco... No estoy en Estados Unidos siquiera así que pierdes el tiempo buscándome en casa... Ya basta, Joanne. Tengo que colgar...

Elanora se dió prisa en volver a su asiento, agradeciendo que el apartamento fuese pequeño, sabía que Joanne era la mujer de Adam, pero no entendía el por qué del abogado y por qué Adam había sonado tan enfadado hablando con ella. ¿Sería una de las cosas que tenía que contarle? No lo sabía, Adam había sido muy enigmático con respecto a eso.

A los pocos minutos apareció Adam con el semblante serio, sentándose a cierta distancia de Elanora, toda la comodidad que habían sentido momentos antes parecía haber desaparecido con esa llamada. Su cabeza apoyada en el respaldo y sus ojos cerrados le hacían ver a la chica lo cansado que se encontraba de todo aquello. Quería ayudarlo pero no sabía qué hacer, pensó en lo que le relajaba a ella en momentos de estrés así que se levantó del sofá intentando no hacer ruido, puso un poco de música clásica muy suave y se situó detrás de Adam, este mantenía los ojos cerrados todavía, puso sus manos sobre sus hombros y comenzó a darle un suave masaje, sus músculos estaban tensos y cerraba los ojos con fuerza, con el masaje y la música se relajó poco a poco, Elanora notaba cómo sus hombros se suavizaron bajo sus dedos, sus músculos se destensaban con cada movimiento y su ceño fruncido desaparecía, hasta que Adam le cogió las manos con las suyas y abrió sus ojos para mirarla fijamente, tiró de una de ellas, indicándole que diese la vuelta y se sentase junto a él de nuevo, muy cerca, sus piernas se tocaban, sus manos entrelazadas, Elanora podía notar el calor que desprendía él, una calidez que tantas veces se había preguntado cómo sería. Adam se incorporó, su mirada fija en la de ella siempre, sus labios entreabiertos, deseando besarla, devorarla hasta la saciedad pero las palabras de Elanora resonaron en su mente: "Sabes que somos amigos". Esto lo congeló, a escasos centímetros de sus labios, a mínima distancia para probar el dulce néctar que estos prometían, decidió detenerse. No quería molestarla y que terminase enfadada con él. Ella no, no podía permitirse que Elanora se distanciase y romper con la amistad que habían conseguido forjar, esa chica era un pilar indispensable para él y la conservaría a su lado fuera como fuese, aunque tuviese que soportar el no poder estar con ella como quería.

Elanora notaba la respiración de Adam agitada, había cerrado los ojos, esperando ese beso, su corazón latiendo tan rápido que pensaba que se le pararía. Ese beso nunca llegó, al tiempo que Adam se distanciaba de ella notaba como apretaba su mano, como si quisiera pedirle perdón. Elanora sonrió al abrir los ojos y ver los de Adam, su mirada fija no se apartaba de la de la chica, no sabía qué pasaba por su mente en esos momentos pero en sus ojos oscuros veía su tristeza. ¿Tristeza por no haberla besado? ¿Por querer hacerlo y no poder? ¿Por haberla ilusionado sin razón?

Estaba en una encrucijada. Sabía que Adam estaba casado, lo sabía desde hacía tiempo, mucho antes de conocerlo, cuando lo había conocido estaba tan ilusionada que no se había fijado siquiera en si llevaba alianza, en todo ese tiempo que habían hablado Adam nunca comentó acerca de su matrimonio o su mujer y Elanora no le había preguntado, escudándose en que a él no le gustaba hablar sobre su vida privada pero la realidad era otra. No había querido preguntar, había huído de esa realidad, no quería aceptarla y, contra lo que su razón le decía, se había terminado por enamorar de él, por mucho que intentase convencerse de que sólo eran amigos ya era demasiado tarde para ella.

Ahora se fijaba, en su mano, la alianza no estaba, un minúsculo trazo de esperanza creció en ella pero, por otra parte, pensaba en que, a raíz del rodaje de la película, no la llevaba y decidió agarrarse a esa razón, la más sensata. Ya había sufrido bastante, no quería volver a sufrir más por amor. 



Capítulo corto pero estaba deseando publicarlo!

Un día cualquiera (PAUSADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora