Capítulo 8

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Ese día no volvieron a hablar, ni siquiera a verse. Tras el incidente, Adam se disculpó con Elanora diciéndole que era una llamada de trabajo y debía volver, ella sabía que no era verdad pero no se lo dijo, en sus ojos veía algo que no entendía, pensó que era culpa ante el hecho de haber estado a punto de engañar a su mujer y prefería distanciarse antes que volver a cometer el mismo error. Sin embargo, Adam pensaba otra cosa.

Caminó hasta el hotel, el aire fresco de Inverness le ayudaba a calmarse, a despejar su mente y a relajar la excitación que sentía en esos momentos, cosa que volvía cada vez que pensaba en el cuerpo de Elanora con su ropa ajustada, sus labios tan cerca de probarlos y sus manos sobre sus hombros, esas suaves manos que ansiaba sentir en otra parte de su cuerpo. Y ahí estaba otra vez, si seguía pensando en ella de esa manera, ¿cómo iba a conseguir calmarse? Necesitaría una ducha fría y sospechaba que algo más. No entendía cómo esa chica lo volvía tan loco. Se había jurado no volver a caer tanto por nadie y, allí estaba, no sólo pensando en acostarse con ella, si no planteándose en volver a empezar una relación, en volver a compartir su vida con alguien. Estaba loco.

Elanora pasó el resto del día en el apartamento, solo leía, escuchaba música y veía alguna serie en Netflix, lo que fuera con tal de sacar a Adam de su cabeza. Aún podía notar el calor de sus manos sujetando las suyas, esas manos grandes y fuertes que, debía reconocer, quería que recorriesen todo su cuerpo. Una batalla se libraba en su cabeza, ella misma se había prometido no pasar por lo mismo de nuevo, el cerrarse a sentir algo fuerte por alguien, autoprotegiéndose. Pero había sido inútil. Adam le había calado hasta los huesos. Se sentía como una adolescente con él, se divertían, compartían sus inquietudes, se contaban sus problemas del día a día, era atento. Le gustaba tanto mental como físicamente, y vaya físico. La volvía loca en todos los sentidos.



Durante el rodaje del siguiente día Adam se encontraba cansado, estaba dando lo mejor de sí pero reconocía que no estaba al cien por cien, su mente vagaba hacia Elanora a la más mínima oportunidad y eso no jugaba a su favor, o sí, parte de esos sentimientos de frustración, rabia y confusión los volcaba en su personaje y su interpretación se hacía más realista, sus compañeros lo felicitaban pero pocos sabían lo que había detrás, realmente ninguno, solo Daisy y John podían imaginar la causa.

En uno de los descansos, se sentó solo, esperando aclarar su mente, no sabía cuántas veces lo había intentado sin conseguirlo, hasta que sintió a alguien sentarse a su lado.

- Me parece perfecto que no quieras salirte del papel para hacer tu interpretación mucho mejor pero, joder, de ahí a no relacionarte con nadie. Te pasas.

- Ahórrate las bromas, Domhnall, de verdad que no estoy para soportarlas.- respondió tajante Adam.

- Ya veo, ya. No se qué puede pasarte pero cuenta conmigo si quieres hablar o si puedo ayudarte, y apuesto que con Daisy y más compañeros también. Se que no eres mucho de hablar de tus problemas pero, a veces, contarlos ayuda.

- Lo se y gracias pero es algo que no creo estar preparado para contar. Simplemente no aprendo, he vuelto a caer sin remedio cuando me prometí que no lo haría.

- Creo que puedo imaginarme por dónde vas pero sin más detalles no puedo hacer nada. - dijo Domhnall, acercándose a Adam y poniendo una mano en su hombro en señal de apoyo- Cuando quieras hablar, ya sabes dónde encontrarme.

Domhnall se retiró, dejando a Adam de nuevo a solas.

El día de rodaje fue intenso, al llegar a su camerino no pudo evitar mirar su teléfono, tenía la vaga esperanza de encontrar un mensaje o una llamada de Elanora pero no fue así. Nada. Tan sólo un mail de su abogada explicándole la evolución de su caso. ¿Qué esperaba? Era él quien había intentado besarla, quien se había ido sin darle una explicación y quien debía ponerse en contacto primero.

En otro lugar de la ciudad, Elanora gastaba su tiempo haciendo un poco de turismo, se decía a sí misma que debía salir y pasarlo bien, siempre le habían gustado los viajes en solitario y esa ciudad era preciosa, no se iba a quedar encerrada en el apartamento pero, cuando menos se lo esperaba, se sorprendía pensando en Adam, en lo que estaría haciendo, si el rodaje iría bien o miraba el móvil esperando una llamada o un mensaje suyo. No se atrevía a escribirle, si él había decidido distanciarse de ella estaba segura de que era por una buena razón, sólo esperaba poder volver a tener contacto con él en el futuro y mantener su amistad, aunque ella sabía que sólo se engañaba, no quería una amistad con Adam.



Cuatro días pasaron tras el cambio de actitud de Adam y sus compañeros empezaban a cansarse. Daisy había informado al resto que Elanora sólo estaría en Inverness una semana, era lo que tenía de vacaciones y Adam no daba señales de querer solucionar con ella el asunto. Seguía taciturno y ensimismado, sólo se limitaba a trabajar, incluso las comidas las hacía en solitario, en su camerino o su habitación, su representante había intentado hablar con él también pero obtenía la misma respuesta que el resto. Por esto, decidieron tomar cartas en el asunto. ¿Qué podían hacer? Estaban a sábado por la noche, era tarde y todo seguía igual, Elanora cogería su vuelo de vuelta a Londres mañana, a partir de entonces sería para los dos mucho más difícil verse, sin contar que el rodaje también tenía su tiempo límite en Escocia y tendrían que desplazarse a otro lugar.

Una encerrona, eso harían.

Después del intenso rodaje al que se vieron sometidos el sábado, Daisy, John y Domhnall se apresuraron a cambiarse y prepararse, sabían que Adam tardaba más pues su maquillaje y vestuario requería más tiempo así que aprovecharon cuando estaba aún en maquillaje para meterse en su camerino y esperarlo. Nada más cruzar éste la puerta, la cerraron y pusieron el seguro. Domhnall junto a la puerta, Daisy lo cogió de un brazo, lo sentó en una silla y se situó a unos pasos de distancia de pie, John cogió otra de las sillas y se sentó frente a Adam con sus codos apoyados en las rodillas y su mentón apoyado en sus manos unidas.

- ¿Qué estáis...?

- Esto se acabó, Adam.- lo interrumpió John.- Vamos a hablar seriamente. 

Un día cualquiera (PAUSADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora