Prólogo

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Fiestas. Sexo. Alcohol.

Si pudieramos ver dentro de la mente de los adolescentes, creo que esas serían las primeras tres cosas con las que te toparías. Pero vamos, todos pasamos por esa etapa por alguna vez. Para muchos, la mejor de sus vidas, para otros un infierno. Pero todos podemos acordar, que de forma buena o mala, nuestra adolescencia es inolvidable. Ese, fue el caso de Hiccup Haddock.

El era como todo un adolescente normal, con una novia normal, amigos normales. Y hablando de fiestas se encontraban en una en ese preciso momento. Hiccup lo podría recordar como si fuese ayer, bueno lo hacía a pesar de de haber estado borracho esa noche, al igual que Astrid. Todo parecía indicar que sería un viernes normal, como muchos otros. Jack se besaba con una chica, Rapunzel y Mérida reían juntas, Anna bailaba feliz y ellos estaban a dos tragos de ir a la cama. Hiccup y Astrid se besaban de forma apasionada en un sofá de la casa. Si bien el alcohol los tenía algo aturdidos, el aún puede recordar a alguien gritando:

-¡Consigan un cuarto!

Y eso fue lo que hicieron. Ni se molestaron en buscar un condón. Por que, por favor... ¿Que posibilidades tendrían ellos de que esa vez fuera la definitiva? Conocían los riesgos, solo que no le dieron importancia. 

Todo siguió normal durante unas semanas, hasta que un miércoles todo cambio. Jack iba caminando con Hiccup y Astrid por el pasillo de la escuela, disfrutando de las ventajas del último año de preparatoria. Tenían diecisiete y toda la vida por delante. 

-Ast, cielo... ¿Te apetece venir a cenar a la casa de mis padres hoy?-pregunto Hiccup- Y luego... ya sabes nos escapamos y hacemos... lo que queramos.

-Hiccup... se que es mucho pedir pero ¿podrías dejar de hablar de sexo con tu novia mientras estoy prácticamente al lado?-bufó Jack, a lo que su amigo rio. 

-Lo siento Hiccup, no estoy de humor. 

-¿Paso algo?

-Me he sentido con algo de nauseas estos últimos días... creo que iré al doctor esta tarde.-dijo Astrid evitando mirar a Hiccup a los ojos, el chico extrañado solo se encogió de hombros sin darle mucha importancia.

-Debe ser algo que comiste. Llamame cualquier cosa.

El timbre hizo que los tres se dirigieron a su clase del día. Historia. Hiccup se sentó con Jack al fondo como siempre, mientras dividía su atención entre su amigo y la clase, pues necesitaba ganar una beca para la universidad y le quedaba muy poco para conseguirla. Rapunzel quien se sentaba con Astrid, saco a escondidas unas galletas para comer, algo que hacía siempre. Pero de repente Astrid palideció y salió corriendo fuera del salón sin pedir permiso, Hiccup se la quedo viendo confundido como el resto de la clase. 

-Corona, ve tras ella y mira si esta bien-dijo el profesor.

Rapunzel salió corriendo por la misma dirección que Astrid y nadie volvió a ver a ninguna de las dos el resto de la clase y Hiccup ya no le prestaba atención a nada, ni a Jack o al profesor. 

Una vez que tocó recreo el castaño salió corriendo del salón en busca de su novia, e iba seguido por sus amigos que no paraban de acosarlo con preguntas de las cuales no tenía ninguna respuesta. Caminaron por los pasillos hasta por fin encontraron a Punzie ayudando a Astrid a caminar. Una vez que la vio Hiccup y los demás corrieron a socorrerla.

-¡Ast!-grito Hiccup llamando la atención de su novia que tenía los ojos llorosos- ¿Que sucedió? ¿Estas bien?

Y fue en ese momento, en ese preciso momento en que todo cambió. Ese momento donde nada podría volver a ser como antes, el que marcaría la vida de Hiccup para siempre. ¿Quien podría decir que en dos palabras la vida podría cambiar tanto? Puedo asegurarles que hasta ese minuto Hiccup no. Pero si, lo que salió de los deshidratados labios de Astrid era verdad.

-Estoy embarazada. 

Un Padre Adolescente, una historia conmovedora-HiccelsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora