Capitulo 4:

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Los años pasaron. Hiccup y Mía se mudaron al departamento, una linda familia alquilo la casa de Astrid y Hiccup cursaba sus últimas materias para poder terminar la Universidad. Todo iba de maravilla. Además se acercaba el quinto cumpleaños de la pequeña Mía. Con ayuda de sus amigos Hiccup estaba planeando una gran fiesta en la cafetería que había abierto en la planta baja del edificio el año pasado. Fue un año duro, todos los que vivían en el edificio se habían ido y costaba mantenerlo, por suerte apareció una mujer con dos sobrinos llamada Cass Hamada quien quería abrir una cafetería. Junto con Hiccup lograron hacer de la planta baja un café acogedor y de paso ella alquilo uno de los departamentos. Era una buena mujer que siempre salvaba a Hiccup cada vez que no podía cuidar a Mía. Cass siempre estaba dispuesta a cuidar a esa pequeña traviesa. 

Mía había crecido siendo una niña hermosa y alegre. Tal como su madre. Con sus dorados cabellos y grandes ojos verdes. Era la adoración de su padre. Con esa pequeña nariz y largas pestañas lograba enamorar a quien sea. Era una dulzura y todo quien la conocía la adoraba. Era gentil y generosa. Hiccup la había criado con todo el amor que pudo tomando tanto el lugar de padre como de madre. 

El castaño entró a la guardería, una vez que Mía fue lo suficientemente grande para dejar la de la Universidad de su padre, Hiccup tuvo que encontrarle una nueva. Al entrar camino hacia la recepcionista, por lo que veía era nueva. La mujer de alrededor cuarenta años lo miro de arriba a bajo con desinterés mientras se acomodaba las gafas.

-¿Hermano de quien?-pregunto con voz monotoma. Hiccup suspiró para no gritarle. Odiaba cuando lo confundían por el hermano de Mía. 

-No soy el hermano de nadie. Vine a buscar a mi hija Mía Haddock-le dijo a la anciana, esta pareció sorprendida.

-¿No eres algo... joven para ser padre?

-No, no lo soy. Y le agradecería mucho y si pudiera traer a MI hija por favor.-contestó Hiccup irritado.

La mujer se fue ofendida. Hiccup suspiró y negó levemente. ¿Acaso algún día la gente entendería que si existen padres jóvenes? Como si fuese el único al que se le olvido colocar el condón. Pero su molestia paso al instante en el que vio a su pequeña correr hacia el con los brazos abiertos. Con sus cortas piernitas y ese vestido amarillo que su tía Anna le había regalado, con sus lindas y tiernas coletas, el cual era el único peinado decente que sabía hacer Hiccup. Le regalo a su pequeña niña una gran sonrisa y la recibió con un gran y fuerte abrazo. 

-¡Papi!

-Hola enana.

-¿Vamos a casa?-pregunto la niña ajustando su mochila a sus pequeños hombros.

-Claro, de seguro tía Cass nos espera con algo delicioso.-dijo Hiccup tomando a su hija de la mano- Hasta la próxima semana.-se despidió de la recepcionista quien no dejaba de mirarlos con desaprobación. 

Hiccup decidió ignorarla y junto con Mía comenzaron a caminar por la calle. Mía iba saltando por las pocas hojas que habían comenzado a caer de los arboles. El otoño estaba llegando. Hiccup la iba mirando contento hasta que depronto Mía se detuvo.

-¿Paso algo pequeña?

-Papa... ¿Soy un fenómeno?-pregunto la pequeña mirando a Hiccup. Este abrió los ojos incrédulo.

-¿Que? Claro que no... ¿porque preguntas eso?

-Es que... otros niños me dicen que soy un fenómeno porque no tengo mama. Y los otros niños si la tienen ¿soy un bicho raro por no tener mama?-volvió a preguntar Mía con algunas lágrimas acumulandose en sus ojos. Hiccup se agachó junto a ella.

Un Padre Adolescente, una historia conmovedora-HiccelsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora