Gab.
Estoy sentada en la cama, con la espalda pegada al respaldo de ésta y las rodillas pegada a mi pecho mientras me las abrazo y apoyo la cabeza en las rodillas.
La mochila con la que vine se encuentra frente a mí, hecha, preparada para volver al hospital. Me tumbo de lado y hundo la cara en la almohada. No quiero volver. Quiero quedarme. Quiero verle.
Hace dos días fue Año Nuevo y, como manda la tradición, pedí un deseo. Justo en el segundo en el que se cambia de año hay que hacerlo según toda mi ciudad, claro. Y sólo pedí una única cosa: volver a verle. Ni si quiera sé por qué pedí eso. Pude haber pedido salir del hospital para siempre, acabar el maldito instituto o incluso llevarme bien con mi tía... Pero pedí verle. Como sí él fuera a hacer que se acabara este infierno.
Muerdo la almohada. ¿Por qué soy tan gilipollas?
Alguien llama a la puerta y se oye un "Gabriella, nos tenemos que ir" con la voz de mi primo.
-No quiero irme-digo en un susurro.
-No vas a estar mucho tiempo allí, ya verás-dice mientras coge la mochila.
-Por favor, no me dejes ir. Por favor-digo mientras me seco las lágrimas que no sabía que estaban cayendo.
-Gabriella, eh, relajate-dice mientras tira la mochila al suelo y se acerca a mi cama-. ¿Qué ocurre? ¿Por qué estas así? Anoche estabas bien...
-Anoche no tenía que volver al hospital-digo mientras me encojo sobre mí misma, más si cabe-. Estoy bien aquí. ¿Por qué he de volver? Explicamelo porque no lo entiendo.
-Porque no has acabado el tratamiento, por eso. Esto sólo era una prueba y la has superado. Sólo van a ser un par de semanas, ¿vale?-dice mientras me coge la cara entre sus manos- ¿Vale?-vuelve a repetir, esta vez más serio que antes.
-Está bien... Supongo-digo mientras miro al techo y suspiro.
¿Quién me mandó meterme en esta mierda?
Sam se levanta y me ayuda para que yo también lo haga. Él coge la mochila y sé la cuelga y, mientras, me coge la mano para darme seguridad, fuerza, confianza... Pero no sirve, esta vez no.
Bajamos juntos por las escaleras y me encuentro a mis tíos al final de ésta. Mi tío le pasa el brazo por los hombros a mi tía y es entonces cuando me percato de que está llorando.
Bajo los últimos peldaños corriendo, soltándome de la mano de Samuel y la abrazo. Estos días me han servido para valorar todo lo que ha hecho por mí y nunca he sido justa con ella.
Al final, todos estamos unidos en el abrazo más familiar que nunca he visto. Todos juntos, llorando.
Cuando nos separamos, soltamos alguna que otra risa mientras nos secamos las lágrimas que han caído sin nosotros quererlo.
Nos sentamos todos juntos a desayunar, al principio no sabemos muy bien qué decir pero acabamos contando recuerdos de cuando Sam y yo éramos pequeños. Según mis tíos, éramos como hermanos: siempre hacíamos las cosas juntos, nunca dejábamos que nadie hiriera al otro y estábamos cuando lo necesitábamos.
Me despido de mis tíos, he decidido que es mejor que no vengan para no pasarlo peor y voy en dirección al coche con Sam. Mis tíos están en la puerta de la entrada, apoyados el uno en el otro y yo, mientras me monto en el coche y é este se mueve, les miro y les despido por última vez, hasta que salga definitivamente del hospital.
Cuando llegamos, entro cabizbaja, no quiero ver a nadie, no quiero ver dónde estoy. Pero el pelo suelto me molesta y levanto la cabeza, miro a mi izquierda par quitarme el pelo que me molesta con un simple giro de cabeza y entonces le veo, de pie, a unos cuantos metros de mí y comienzo a sonreír. Él sonríe un poco más y yo, instintivamente, le saco la lengua mientras que él me guiña un ojo y, sin poderlo remediar, me pongo igual de colorada o más que un maldito tomate.
Nathan.
Me levanto el día después de año nuevo con mi móvil sonando sobre la mesilla de noche. Cuando lo cojo me dicen que debo ir al hospital con mi hermana, a concretar las fechas de la consulta durante este año.
No tengo ni pizca de ganas de ir, sobretodo después de la noche de año nuevo más aburrida que he vivido en mi vida. Lo único que mereció la pena de aquella noche, fue el deseo de año nuevo, y ya veremos si servirá de algo haberlo pedido.
-Line-, llamo a la puerta de mi hermana tres veces-. Vístete, tenemos que ir al hospital para arreglar las citas-, no contesta-. Line...
Cuando abro la puerta la encuentro profundamente dormida. Suspiro.
Después de haber cogido las llaves del coche, salgo de casa y pongo dirección al hospital. Caroline me debe un favor por esto.
Siento todos los músculos tensos, como si no hubira descansado lo suficiente. Lo que tiene bastante sentido, porque no lo he hecho. Desde aquel día en el parque he dormido faltal, no hago otra cosa que pensar en ella, en poder hablar con ella, en preguntarle cómo se encuentra. Line me ha contado varias veces de qué hablaron, pero no es suficiente, además de que sé que no me ha contado todo.
Resulta realmente frustrante no poder sacarla de mi cabeza. Y más frustrante resulta no saber por qué.
Aparco en el hospital y me dirijo directamente a recepción. Hay un par de personas delante mía, no me queda otra que esperar.
Solo por esto mataré a Line. Me debe una muy grande...
Pierdo la mirada por la sala, intentanto distraer mis pensamientos. Pero no sirve de mucho cuando veo entrar a Gabriella.
Mi primer impulso es ir a hablar con ella, pero por algún motivo mis pies permaneces quietos en el suelo. No puedo apartar la mirada de ella y, siendo sincero, tampoco tengo intención de hacerlo. No parece la misma Gabriella que vi salir del hospital, ni con la que me crucé en el parque. Está triste, otra vez.
En movimiento ligero, su cabeza se gira levemente y sus ojos se encuentran con los míos. Inmediatamente después me encuentro sonriendo como un idiota. Gabriella también sonríe y veo como sus mejillas empiezan a coger un color rojo que puede clasificarse como adorable. Se me escapa una carcajada al verla avergonada.
Ella sonríe con más fuerza y me saca la lengua. No puedo evitar guiñarle un ojo antes de que suba a ese ascensor que volverá a llevarla lejos.
Quiero hablar con ella. Necesito hacerlo. Ni siquiera sé qué podría decirle, o cómo reaccionaría ella. Simplemente sé que lo haré. Tarde o temprano.
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Nunca me ha gustado sonreír. [CANCELADA]
RomansaUn accidente hizo cambiar por completo a Gabriella. Ella era una niña sonriente, estudiosa y cariñosa pero tras una noche en la que sucedió algo inesperado, es una chica fría y a la que le da igual lo que la gente piense. O eso cree...