Capítulo 4

285 39 160
                                    

Molly Pov's*

Estaba tumbada en mi cama, mirando el techo, y sí, es tan aburrido como suena, pero no se me ocurría qué más podía hacer, hacía una semana que Gideon y Fabian se habían ido, ya había hecho mis tareas, que eran mucho más aburridas sin Gideon y Fabian y además eran el triple, y sin ellos ya no sabía qué hacer. Para rematarlo, seguía castigada.

Me incorporé en la cama y me levanté, caminé hacia la ventana de mi cuarto, estaba abierta, ya que aún hacía calor. "No durará mucho", pensé. Me senté en la ventana con los pies colgando y comencé a observar todo minuciosamente.

La calle seguía igual que siempre sucia y desportillada, no había indicios de vida, una extraña tranquilidad reinaba en el exterior, cosa bastante extraña.

Suspiré y cerré los ojos, me aburría, necesitaba hacer algo.

Podría leer algo... Si no fuera porque he leido todos y cada uno de los libros que hay en esta casa... Además, estaba castigada sin libros, pero estaba sola... ¿La parte mala? No podía ir a casa de mi abuela porque me habían confiscado los polvos flú para que no pudiera ir a por libros, ¡es indignante! ¡Qué falta de confianza!

Escuché unos ruidos en el exterior, como de un motor, que me sacaron de mis pensamientos, busqué con la mirada pero no ví nada, debía haberlo imaginado.

Me dirigí a mi cama y me desplomé en ella, ¿qué se puede hacer en un día de verano cuando estás castigada y sola?

Mis padres habían salido, ya que mi madre se encontraba mejor pero querían ir a San Mungo a comprobar que todo iba bien, y no aún no sabía qué pasaba, y mi abuela estaba de viaje de nuevo, esta vez en Argentina, y seguían sin dejarme acompañarla.

Escuché como alguien llamaba a la puerta, me deslicé perezosamente de la cama y bajé las escaleras, en dirección a la puerta. Debía ser algún mago que predecía el futuro a cambio de un par de galeones, o quizá una bruja que publicitaba algún producto nuevo.

Llegué frente a la puerta y me asomé por la mirilla, al otro lado había una niña, no distinguía gran cosa, pero tenía el pelo oscuro, no tenía ni idea de quién podía ser.

—¿Quién es? —pregunté, llevando la mano al pomo de la puerta.

—Soy Diantha Sharrow... ¿Eres la nieta de Beatrice Prewett?

Abrí la puerta. A veces era tan despistada... Mi abuela me había avisado de que la nieta de una amiga suya iba a vivir con nosotros, y que tenía mi edad. Como es lógico, le hice un un millón y medio de preguntas, no le saqué gran cosa, pero sabía que no debía preguntar por sus padres, imaginaba que, o eran muy malas personas, seguidores de Grindelwald seguramente, o habían muerto hace poco.

—Sí, Molly Prewett, un placer —le sonreí—. Eres la nieta de Melania, ¿verdad?

Diantha asintió, su pelo ondulado, de un color oscuro como el carbón, contrastaba con su blanca piel, este le caía en cascada por la espalda. Llevaba puesta una túnica de color azul marino, que le quedaba un poco grande.

—Igualmente, Molly. —me sonrió de vuelta, me dí cuenta de que le faltaba un colmillo superior—. Espero que no te moleste que vaya a vivir con vosotros...

—Para nada, será divertido... Me han dicho que vas a entrar a Hogwarts en dos años...

—Sí, estoy muy emocionada... Tú entrarás conmigo, ¿verdad?

—Sí...

—Pero entrarás con doce... Debe fastidiar...

—No te imaginas cuanto... Pero pasa, no te quedes en la puerta...

El Comienzo || Saga Molly PrewettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora