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Esos últimos días hasta las vacaciones de verano fueron terribles, pues había dejado la pelota en la cancha de Lisa y aparte tenía que ver a Rossi en cada reunión y por los pasillos. Vi a Lisa un par de veces  por la Facultad mientras pagaba el resguardo de su título y visitaba la oficina de aquella maldita bruja. No sabía que era capaz de guardar tantos celos en el pecho, nunca había sido celosa y me sorprendían ciertos pensamientos que me había pescado teniendo respecto a ellas.

Finalmente terminó aquella tortura. Me haría bien tomar unas largas vacaciones paseando por los museos, siendo la guiri que toma demasiado sol y acostándome con alguna extraña en un pueblo perdido italiano. Lo necesitaba, así que los primeros días de vacaciones me encontré planeando cómo escaparme. En eso estaba cuando recibí una llamada de un número austríaco.

Js- Quiero verte, Jennie – fue el saludo que me regaló Jisoo

Jn- Bueno… vente a Milán – dije alegremente – por cierto, hola ¿qué tal estás?

Js- ¿No se molesta tu chica… Lisa es? No seas tan formal, Kim

Jn- No estamos juntas, Jisoo. Vente

Js- ¿Qué dices?

Jn- Te dije que no era mi pareja… en fin, que no pasa nada. Voy a bajar a la Toscana la próxima semana, si te vienes hacemos un recorrido chulo juntas.

Js- Ya, me imagino los recorridos – había mucha picardía en su voz

Jn- Jisoo… - le reproché

Js- Ay Jennie, ya sé que la amas. Está todo bien, a menos que te quieras volver monja por ella – reí – y claro que quiero ver la Toscana contigo.

Jn- Venga. ¿cuándo vienes?

Js- Bueno, estoy en el aeropuerto, si me das tu dirección nos vemos en un rato

Jn- Estás loca, Coreana. Te la dejo en un whatsapp, no pagues más de 15 euros al taxista

Recibí a Jisoo en mi piso. Sería larga la estancia y yo no tenía más sitio que mi propia cama de dos plazas, así que la acomodé en mi habitación pensando que igual terminaríamos follando y probablemente no necesitaríamos más que una cama. 

Tenerla en casa fue extraño pero no desagradable, recorrimos Milán, esta vez pude hacerlo acompañada, y no hacía daño que otra académica y artista estuviera a mi lado, recordé que eso hacía parte de la química que teníamos, hasta cierto punto era romántico. También le conté lo que había pasado desde mi llegada con Lisa. Habíamos pasado a otra parte de la amistad con mucha mayor complicidad, lo que era raro, pues todavía nos encontrábamos de noche en la cama y follábamos como dos adolescentes.

El día de la partida estábamos ya recogiendo todo cuando sonó el telefonillo. Al cogerlo me encontré con la voz dudosa de Lalisa Manoban, así que la hice subir con prisa. Abrí la puerta y nos quedamos un poco congeladas, incómodas, hasta que Jisoo se aclaró la garganta obligándonos a romper ese momento.

Lisa no dio más de 4 pasos dentro del salón, yo iba solo un paso detrás tratando de dar el pego, de que aquello era normal,  antes de que se viniera abajo el castillo de naipes.

Js- Lisa ¿verdad? – dijo Jisoo, plantándole dos besos – encantada

L- ¿Encantada? – Lisa estaba más bien incómoda, me miró dudosa

Js- Kim Jisoo

Jn- Jisoo es una amiga de Viena – interrumpí

L- ¿Una amiga? – Lisa estaba tan desconcertada que solo atinaba a responder preguntando lo último que había oído.

La luz del fuego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora