Días 204-210: La competición de Cristina

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Tras una semana intentando adaptarnos al nuevo sistema aún había gente que parecía tan confundida como el primer día. Las misiones nos obligaban a competir, pero de formas que a veces resultaban difíciles de comprender.

La otra persona en la sala pasaba de ser un compañero atado por las mismas normas y obligaciones que tu a un enemigo, pero no existe la posibilidad de imponerte mediante la fuerza. Tampoco es tan simple como lanzar un dado y obtener mejor resultado que tu contrincante.

No saber que misiones recibe tu enemigo no había sido de ayuda, la gente no las revelaba, ni siquiera cuando ya había acabado todo, al fin y al cabo eso solo ayudaría a un contrincante al que podrías volver a enfrentarte en un futuro.

En mi caso, había detectado varios tipos de misiones bastante marcados. En algunas tu objetivo es engañar, conseguir sorprender al otro individuo o hacerle creer cualquier cosa que no fuese cierta.

La primera vez tuve que engañar a una mujer para que pensase que era lesbiana o bisexual, normalmente me hubiese parecido imposible, pero ella no tenía motivo alguno para sospechar, y no lo hizo. La segunda vez tuve que fingir ser ciega, y eso si que fue difícil. Seguramente porque cree un personaje de mujer indefensa y me dejé follar todo lo que los hombres que había en la sala quisieron. Solo después me di cuenta de que podía fingir ceguera sin sentirme tan indefensa, era mi primera vez haciendo algo así, que le voy a hacer.

Pensándolo bien, fingir que me gustaban las mujeres había tenido un efecto algo inesperado, y es que había disfrutado mucho con aquella chica, Casandra. Primero pensé que la esposaría a la cama, me sentaría en su cara y me imaginaría que era un hombre el que me comía, a lo mejor le haría un dedo y ya estaría, misión cumplida. Pero cuando la vi mirando su misión con carita de perro degollado, no pude resistirme y empecé a jugar con ella. Sus puntos débiles resultaban ser iguales que los míos, y la verdad es que recibí uno de los mejores sexos orales de mi vida.

También era muy placentero saber que iba a sentir con cada una de mis acciones, saber que sentía cuando le introducía un juguete aquí o allá, no con total exactitud pero era completamente diferente a darle placer a un hombre, en cierto modo, podía sentir su placer como si fuese mío propio.

La segunda misión fue muy diferente, recibí mis órdenes antes de entrar en la sala, sino para cuando las tuviese ya sabrían que no era ciega. Entré en la sala sin más plan que cerrar los ojos y fingir que todo aquello era normal para mi.

Que en la sala hubiese dos hombres me sorprendió, realmente logró romper mi ritmo, y me olvidé de dominar la situación, solo podía pensar en proyectar una imagen creíble de pobre chica ciega. Ahora deseaba volver a tener una misión igual, para fingir ser ciega, pero no débil.

Desde el primer momento me habían tratado como alguien que necesitase ayuda, y eso que podía recordar perfectamente todo lo que había en la sala, no necesitaba ayuda de nadie. Entonces, cuando recibieron su misión, uno de los dos hombres empezó a acercarse demasiado a mi, a flirtear conmigo, y no tardo en ponerme las manos encima y olerme el pelo.

No supe reaccionar con firmeza. Cuando tienes que lidiar con dos hombres es importante marcar el ritmo, hacer que pidan tu atención. Pero ya era tarde. Habían empezado a simplemente coger lo que querían. Cuando el primer hombre empezó a tocarme el culo sin cortarse, el otro se puso delante de mí. No podía abrir los ojos, y parecía que pensase que hasta que no me tocase yo no sabría que él estaba ahí. Empezó a desabotonarme la camisa, lo justo para ver mi sujetador, y empezar a acariciar mis pechos. Parecía algo tímido pero no estaba dispuesto a desaprovechar la oportunidad de disfrutar de un busto tan excelente como el mío.

El primer hombre, viendo los avances del segundo se apresuró a pasar sus manos por mi cintura y desabotonar mis pantalones, los bajó sin esperar ni un segundo. Claramente ambos querían utilizarme antes que el otro.

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