Día 211: La reunión de Casandra

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Hacía poco más de una semana que había empezado la nueva fase competitiva. Eso no impidió que nos anunciasen otro suceso fuera de lo común, hoy no íbamos a ir a la sala. Según la carta íbamos a una reunión, y en ella se aplicaban las mismas normas que en la sala, pero sin tener una misión que cumplir.

Así que como una adolescente que va a su primera cita y no tiene ni idea de que sucedería, no sabia que ponerme. Por un momento me lo plantee como una reunión de negocios, podría vestirme como una ejecutiva. No obstante, estamos donde estamos, puede que necesite seducir a un hombre. Podría tratarse incluso de seducir a una mujer, puede que estuviese allí Cristina.

Por algún motivo me gustaba esa posibilidad, me apetecía vestirme como creía que a ella le gustaría. No os equivoqueis, simplemente la considero alguien con buen gusto. Pero no podía distraerme ahora con eso. No sabía lo que me esperaba, a lo mejor en esta supuesta reunión me juego el resultado de los cientos de misiones que he completado, no puedo distraerme.

Otra posibilidad es que me interese pasar desapercibida, o todo lo contrario. La versatilidad era la clave, de modo que me decante por un vestido rojo oscuro, suficientemente llamativo, pero con una chaqueta negra que me permitía ocultar todo lo que podría querer ocultar.

Como cualquier otro día, cuando estuve preparada, incluido el maquillaje y el peinado, la puerta de salida, que normalmente lleva a la sala, se desbloqueo. Maquillarme para ir a la sala había acabado siendo siempre el mismo ritual, simple y pragmático. Al final la posibilidad de pasar follando y sudando horas cambia tus prioridades estilísticas, también a la hora de peinarte.

No pude quitarme de encima la preocupación por lo que fuese a suceder, pero a lo mejor podía conseguir que no me afectase. Atravesé la puerta y llegue al mismo pasillo de siempre, el baño a la izquierda, la sala al fondo. Esta vez el pasillo continuaba hacia la derecha, siguiéndolo llegue a la puerta de un ascensor.

Me acordé de lo que odiaba Erwin los ascensores, a lo mejor estaría en la reunión. Subí al ascensor y empezó a moverse sin que yo presionara ningun boton. No había nada que presionar. Me aseguré varias veces de que mi ropa y mi peinado estaban perfectos mientras esperaba que el ascensor completase su recorrido.

La puerta empezó a abrirse, ni siquiera me di cuenta de que había parado el ascensor. Por un momento pensé en ir al baño, pero ya había ido antes de salir. Eran nervios, me preocupaba sobremanera la posibilidad de tener ganas durante una reunión. Aunque no tuviese ni idea de que sucedería hoy.

Al salir me esperaba un espacio mucho más abierto de lo que estaba acostumbrada. El techo era tan alto que por un momento pensé que estábamos en el exterior. La distribución y el tamaño del lugar me hicieron pensar en un centro comercial. En cierto modo también se parecía a un estadio.

El lugar era ovalado, pero con una forma irregular. El borde exterior estaba más elevado y se podía bajar al centro por seis escaleras distintas. A un lado de la zona central había una gran pantalla con un par de metros de tarima delante. Habría jurado que era la pantalla más grande que había visto, mediría por lo menos 100 metros de ancho.

Lo siguiente que me llamó la atención, la gente. Había gente aquí y allá, grupos de dos o tres personas conversando, incluso grupos de una docena. Tras compartir espacio con una persona casi todos los días, algunas veces con dos o tres, ver tanta gente resultaba sorprendente.

Inmediatamente me sentí perdida. Cualquier otro día mi atención se centraba en una persona, y estaba donde tenía que estar. Ahora tenía espacio de sobra y ningún lugar al que ir. Gente de sobra y nadie con quien interactuar. No importaba, estaba feliz con no haber llegado a una sala con una mesa, un puñado de sillas y unos pocos desconocidos mirándome. No era el tipo de reunión que yo temía.

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