Día 212: Sexualmente compatibles

643 11 0
                                    

Llegué a la sala sin ganas de tonterías, un día más, acabar cuanto antes y volver a mi habitación. Me esperaba todo lo contrario. Había llegado primero, así que me serví un vaso de agua y esperé paciente, siempre había pensado que lo que sucede en tu cabeza afecta a la misión de la sala, así que para una misión simple, quería mi mente despejada.

Se abrió la puerta y te vi, totalmente mi tipo, llena de curvas, un busto prominente y un buen escote para dejarlo claro, melena castaña, larga y suelta, un rostro amigable y joven. Nada más verte salté de la silla, mi pene también se hubiese levantado de no estar encerrado en mis pantalones.

En cuanto te vi mi mente se llenó de sexo, toda mi calma mental totalmente desvanecida, la imagen de mi pene entre tus pechos, dentro de tu boca, follarte sin miramientos. Claramente no estaba preparado para encontrarme a mi follamiga en la sala.

Mis mejores recuerdos de tipo erótico eran todos contigo, rompiendo barreras y probando de todo, no es de extrañar que al verte en ese lugar, solo pudiera pensar en una cosa.

Te sorprendiste al verme, incluso más que yo, caminaste rápidamente hasta mi vaso de agua y lo acabaste de un tirón. Como siempre, dándole drama a la situación, normalmente me parecía algo forzado, pero es cierto que lograste expresar lo que sentías sin decir una sola palabra.

Pero eso me dejaba prácticamente obligado a iniciar la conversación, romper el hielo contigo en la sala no era precisamente mi plan ideal, pero lo intenté.

- Te veo bien.

Demasiado seco, no quería que se notara que solo pensaba en aprovechar esta oportunidad para follarte de todas las formas posibles, pero tampoco quería parecer irónico. No le diste importancia y me respondiste con tono agradable.

- He estado peor.

Sonreíste, sin separar los labios. Solías sonreír así cuando insinuabas algo, pero las indirectas no son lo mío. Además, tus labios ahora mismo solo me llevaban a pensar en que me envolvieras con ellos.

Mi erección era total, esperaba que no se notase, llevaba vaqueros no muy ajustados y notaba como me apretaba la ropa interior, pero no creo que se notase, no podía mirar para comprobarlo claro, me mirabas directamente a los ojos.

Dejaste el vaso en la mesa y te cruzaste de brazos, eso siempre servía para que fijase mi atención en tus senos. Pero también sirvió para que me fijase en el vestido que llevabas.

Gris, resaltando tu moreno, siempre te empeñabas en ponerte morena, quemándote en más de una ocasión. Me hubiese molestado pero siempre adoraba desnudarte hasta llegar al punto en que la piel palidecía, diciendo a gritos que era zona privada.

Me quede pensando en ello un instante y tu te giraste hacia la pared, la misión se estaba mostrando y yo ni me había dado cuenta. Cuando me giré para leer la mía tu te pusiste en medio.

Intenté verla, pero no me dejabas, intenté hablar, pero entonces te acercaste y tapaste mi boca. Y a medida que te acercabas más a mí empecé a notar tus pechos contra mí más y más apretados hasta que pusiste tu boca junto a mi oído y dijiste.

- Déjame follarte, hasta que te quedes totalmente satisfecho, y luego nos preocupamos de misiones.

Mientras lo decías noté como tu mano agarraba mi erección y me estremecí, aquello era exactamente lo que deseaba. Tus labios se acercaron a los míos, y antes de besarme, me lamiste la boca.

Entonces, tu otra mano cogió la mía y la llevó hasta tu pecho, querías que lo agarrase y así lo hice. Subí la otra mano e hice lo mismo, cogiendo ambas tetas con ganas, apretándolas un poco y disfrutando de lo jugosas y suaves que eran.

ForcedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora