Día 244: Todo lo que quería

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Mi frustración era insoportable. Habían pasado más de 3 semanas desde el evento. No sabía lo que había sucedido con los objetivos de Casandra y Cristina, pero sea lo que sea estaban ocupadas con algo. No me habían elegido ni me aparecían como opción para elegirlas.

Luego estaba Marina, la había visto varias veces, pero la novedad había pasado y ahora pensándolo fríamente era solo una chiquilla que se dejaba hacer. Su falta de experiencia era atractiva al principio, pero cuando no se lo hacía todo yo no podía esperar mucho de ella.

Pero ese no era el verdadero motivo de que estuviera frustrado. Durante el evento me di cuenta de que yo era el único que siempre había cumplido con los objetivos. Dicho de otra forma, siempre había hecho lo que se me mandaba.

Aunque tuviera a una chica atada y amordazada, aunque la estuviera azotando y follando el culo, daba igual lo dominada que pudiera sentirse ella, yo estaba obedeciendo órdenes. Más de 200 encuentros, y aunque siempre estaba haciendo las cosas que me gustan, no podía decir que hubiese seguido pura y solamente mis deseos ni una sola vez.

Hoy me tocaba elegir a mi con quien entraba en la sala. Empecé a mirar las mujeres disponibles, era como tener que elegir entre cien vinos que me sonaban iguales, cuando yo me moría por una cerveza. Buscaba algo, lo que sea, que le diera algún interés.

Me detuve en una al azar y, por un momento, pensé que el azar me había tirado un salvavidas. No creo que fuese por los ojos grandes grises, aunque luego empezaría a apreciarlos. A lo mejor fue la cara redonda, los labios perfectos de color claro y el rostro adorable, contrastaba con el cuerpo, delgado pero con caderas, los senos firmes, ni muy pequeños ni muy grandes, y el hueco entre los muslos, que siempre me resultaba muy atractivo.

Te elegí sin mirar más allá del nombre, Maeve. Nunca había conocido a nadie con ese nombre. El sistema ponía información a mi disposición, misiones que había cumplido y cosas así, nunca resultaba interesante así que la ignoré. De haberla mirado hubiese visto que, desde que esto se convirtió en una competición, no habías perdido nunca.

Me dirigí a la sala, aún frustrado por no saber si alguna vez hacía realmente lo que quería, pero me vería capaz de ponerle fin a esa sensación, se me había ocurrido una manera.

Cuando entré tu ya estabas allí, lo habitual cuando me tocaba elegir a mi. De nuevo me chocó el contraste. Vestías completamente de negro elegante y provocativa a partes iguales, tacones y un bonito escote, un vestido no muy largo que subía un poco para dejar ver algo de muslo.

En tu mano había una cerveza que me arrancó una sonrisa, a lo mejor buscaba señales donde no las había, pero eso no me impidió venirme arriba. Normalmente la gente aquí le daba mucha importancia a la primera impresión, pero hoy no me preocupé por eso.

Me acerqué a la barra, me serví una cerveza rara que no había probado nunca, siempre pensé que tenía aspecto interesante, pero la sala no era sitio para tonterías, no normalmente. La probé y te saludé. Simplemente:

- Erwin, encantado.

Volví a probar la cerveza, estaba mala, hice una mueca, la dejé, y probé otra. Con algo de desconcierto en la voz te escuche responderme.

- Igualmente, Maeve.

Uno podría pensar que presentarse siempre con el nombre es una tontería, nadie entraba en la sala sin saberlo, pero conociendo gente de este modo todos los días, ayuda a romper el hielo.

Finalmente encontré lo que buscaba, la tercera marca de cerveza me gustó. Empezamos a hablar, yo saqué el tema de cómo había cambiado esto al volverse competitivo. Ambos echábamos de menos los castigos, aunque creo que yo echaba de menos impartirlos, y tú más bien recibirlos.

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⏰ Última actualización: Apr 12, 2023 ⏰

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