Capítulo I

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Nuestra protagonista caminaba jalando la maleta que tenía atrás de ella, provocando el ruido del suelo contra las rueditas de la maleta, algo molesto para ella, puesto que se escuchaba sin alguna dificultad.

Cada vez más acercaba a la mansión en donde la mandaron sus padres, donde le dijeron que empezaría a vivir de hoy en adelante; sabiendo perfectamente que sólo era para deshacerse de la pobre chica, la cual se tuvo que ir por su propia cuenta, tomando algún taxi que la dejó a casi la mitad del camino, por lo que la otra mitad tuvo que andar caminando, estando cansada y bastante sudada, solo quería sentarse, ó mejor aún, acostarse para dar una larga siesta.

Después de casi cuarenta y cinco minutos de una larga y cansada caminata, ya había llegado hasta la puerta en donde tocó tres veces con los nudillos en la que fue bastante agresiva, estaba enojada, con una cara de pocos amigos, sin embargo, tendría que mantener esa máscara de niña feliz, aún que claramente no lo era

Suspiró para poner una falsa y pequeña sonrisa en sus delgados labios, acá empezaría una nueva aventura con quién sabe cuantas personas más, esperando que la acogieran bien y no como su “familia” que para ella, no era más que gente que compartía sangre, apellido y, anteriormente un techo.

La puerta se abrió sola.

Por lo que, sin pensarlo se adentró a esta jalando la molesta maleta.

Estaba algo oscuro el lugar, había lámparas, pero estás no estaban prendidas; eran al rededor de las seis de la tarde, por lo que, estaba casi por caer la noche.

Caminó un poco más hasta llegar a lo que parecía la estancia pues en ese cuarto había dos sillones, y sin pensarlo dejó su jodida maleta y se tiro al sofá grande, al parecer no había nadie que le diría algo, o eso creía.

– ¿Y tu quién eres? – preguntó una voz que era masculina. Ella sólo voltea a todos lados hasta encontrarse con un tipo con usaba lentes que sé veía algo como un mayordomo, pero pensó que era demasiado joven para ser uno.

Se levante de inmediato para acomodar su ropa y extender su mano con una sonrisa.

– Un gusto, soy Akira, Akira Kobayashi. — dijo con una falsa emoción en sus palabras, si todo esto era una simple actuación.

– ¿Eres la que vivirá acá? – ella sólo asentío con su cabeza como estúpida y aún que mantenía una sonrisa en su rostro, por su pecho sintió que le apretaba su corazón, su pobre corazón; trató de contener el nudo en su garganta.

Sí, mi padre me hecho de la casa porque me odia y me mandó a vivir con usted.”

Dijo en su mente, tragando saliva con dolor, aún seguía sensible con todo eso, y le dolía, su propia familia la abandonó por el simple hecho de que la odiaban por sólo existír.

𝐌𝐢 𝐝𝐮𝐥𝐜𝐞 𝐞𝐧𝐦𝐚𝐬𝐜𝐚𝐫𝐚𝐝𝐚 ⎸KanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora