Capitulo IX

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Kanato la jaló a un salón abandonado, donde las bancas y sillas estaban apiladas en las paredes de este salón.

Él cerró con seguro el salón para después soltarla y que está se cruzará de brazos enfadada.

— ¿De qué quieres hablar? — inició la conversación preguntándo.

— ¿Por qué te escapaste de la mansión? — respondió con otra pregunta.

— Eso no te incumbe. — respondió cortante mirando hacía otro lado.

— Dime la verdad. — Akira dio un suspiro triste.

— ¿Por qué me tratas mal y como si solo fuera un objeto? — preguntó abrazándose a sí misma alzando la mirada una vez más viéndolo a los ojos tristemente — Ya te dije que me gustas, eso te debe de quedar claro y me duele que ese sentimiento no sea correspondido. — miró hacía otro lado para proseguir: — Y aparte me tratas mal y eso no me gusta. Por eso escape. — todo aquello lo dijo en un tono bajo, siendo incluso dulce, sin embargo se notaba que le dolía hablar de eso.

— ¿Por qué dices que no es correspondido? Creo que te quiero. — la chica abrió los ojos sorprendida por aquella confesión.

— ¿Qué? — estaba confundida.

El silencio se hizo incomodo ya que después de esa confesión que hizo Kanato nadie dijo nada.

Hasta que volvió a hablar el vampiro.

—Lo que oíste, creo que te quiero. — soltó nervioso.

—¿No que te gustaba Yui? — la chica no sabia si estaba jugando con ella o era verdad lo que decía.

— Al parecer ya no.

— Espero que no sea una broma eso Kanato, que jugar con los sentimientos de los demás es malo. — sonó como un tono de regaño hacia el pelilila.

— No es mentira muñeca-chan.

— Hace tiempo que no me llamabas por ese apodo. — sonrió algo triste la chica. — ¿Eso es todo lo que tienes que decir? Para irme. — respondió cortante.

— ¿Por qué me tratas así? — preguntó dulcemente Kanato.

— Porque así me tratabas tú. Me tratabas como un objeto al que solo le sacaba sangre y destruias su corazón.—  soltó un suspiro y miró hacía abajo.

En eso la chica sintió unos brazos rodearle y ella se sorprendió. El peli lila la estaba abrazando, así que ella, después de unos segundos, le correspondió aquel gesto.

— ¿Por qué tienes que ser así? — preguntó con sus ojos cristalizados mientras mantenía la mirada baja.

—Porque no he sentido algo así nunca, mi dulce enmascarada. — acarició la cabeza de la chica.

𝐌𝐢 𝐝𝐮𝐥𝐜𝐞 𝐞𝐧𝐦𝐚𝐬𝐜𝐚𝐫𝐚𝐝𝐚 ⎸KanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora