Capítulo VII

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La chica tocó la puerta del laboratorio del azabache con sus nudillos, escuchado un "pasa" del otro lado de esta.

Tomó la manija y la giró para que la dejara abrir la puerta, asomando su cabeza, hasta que el vampiro le diera una señal de que podría pasar, por lo que le hizo caso adentrándose con cierto temor a aquella habitación, cerrando la puerta detrás de ella.

— ¿Para qué me querías Reiji? — preguntó la humana algo tímida.

— Necesito tu ayuda. — fue lo único que salió de los labios del mayor. — Ven, acércate.

Esperando que no fuera alguna petición rara o peligrosa; la chica se acercó hacía el más alto, quedando una distancia considerable.

— ¿En qué necesitas ayuda? — preguntó Akira aún confundida.

— Necesito que pruebes algo. — aquel vampiro tenía un semblante aún más serio; Akira sabía que algo sucedía, así que, por más que temiera por su vida, se acercó al más alto, suspiró y lo rodeo en un abrazo.

— Esto es lo que realmente necesitas. — habló con una voz dulce, que te producía calma. — Probablemente no te guste el contacto físico y tal vez muera por esto, pero todos necesitamos un abrazo de vez en cuando.

— Mi madre nunca me abrazó. — mencionó.

— Lo sé, se nota. — la chica sonreí de lado levemente, para separarse de él. — ¿Quieres hablar sobre ella acaso? — preguntó.

— No, pero, agradezco tú gesto. — su voz se suavizó, haciendo que la chica riera levemente.

— Entiendo, recuerda si necesitas algo, estaré acá. — hizo una pausa para ordenar sus ideas. — Reiji, entiendo que suprimes tus emociones, pero eso tarde o temprano te afectara; se que no soy un psicólogo pero, todos necesitamos apoyo, y yo seré tú apoyo.

— ¿Por qué eres así? — preguntó. — Es raro de ti. — la chica solo sonrió por su comentario.

— Ahora son como mi nueva familia, me tienen que importar y preocupar, por lo cual estaré al tanto si algo pasa y aún que sea algo menor puedo tratar como si fuera la mayor de ustedes. — le respondió con sinceridad.

— Eres muy madura.

- Tuve que madurar desde los seis cuando mi madre enfermó. — le explicó la chica, para luego sentarse en uno de los sillones. — ¿En qué querías que te ayudará? — alzó una ceja para cruzar sus piernas.

— Si, vengo a castigarte por saltarte las clases. — tragó saliva la humana, pensaba que se le había olvidado aquel castigo. — Como lo hize con Ayato y Subaru.

— Oh... Con razón me encontré a Ayato cerca de aquí. - sonrío evitando el tema. — Este... ¿Qué me vas a hacer? ¿Pegar con la chancla? ¿Colgarme como ropa? ¿O qué? — preguntó en modo de broma.

𝐌𝐢 𝐝𝐮𝐥𝐜𝐞 𝐞𝐧𝐦𝐚𝐬𝐜𝐚𝐫𝐚𝐝𝐚 ⎸KanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora