Capítulo IV

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Una vez que dieron el toque que indicaba el final de las clases por el día de hoy. Akira, por su parte, guardo sus cosas en su maletín, saliendo del salón encontrándose con Ayato.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó mirándolo; él hizo lo mismo.

— Te estaba esperando, tardaste mucho, a Ore-sama no le gusta esperar. — respondió lago enfadado. Ella solo rió

“Esté se cree un rey ¿o qué?”

— Perdoné, usted majestad. — le siguió el juego soltando una pequeña risa. — Entonces no me esperes a la próxima. — prosiguió, sólo que dejando de reír.

— Pará tú información, Reiji fue quien me dijo que te esperará para irme contigo. — Akira solo sonrió.

— Pero que caballero. — soltó otra pequeña risita. — Vamos. — cambió el tema, para caminar hacia la salida el gran "Ore-sama" a su lado.

— Aquí quien manda es Ore-sama no una humana insignificante. — le respondió, y ella solo lo miró alzando una ceja.

— Me caes bien, pero enserio, deja de ser tan egocéntrico, el mundo no gira alrededor tuyo. — soltó con tranquilidad la chica.

Por su parte, Ayato la agarró del hombro, jalandola hacía el; la espalda de Akira chocó con el pecho del pelirrojo.

Quitó con una de sus mano, un poco de su cabello, dejando a la vista su blanco cuello con ya varias marcas.

Sabía perfectamente que ocurriría: la mordería.

Ayato acercó su rostro al cuello de la chica, sintiendo ésta última mencionada, su aliento chocar en su piel. No pasaron ni unos cuantos segundos y clavó sus colmillo en la piel de Akira, causándole un dolor, por lo que, como acto reflejo, soltó un pequeño grito de dolor.

Su sangre era drenada, y mientras ella sentía que sus fuerzas la dejaban, uno de los trillizos disfrutaba de su sangre, la cual tragaba, hasta satisfacer su sed.

La Kobayashi sentía como se desvanecía, puesto que sus energías también era drenadas. Ayato lo notó, por lo que, la apegó aún más a su cuerpo.

Ella cerró sus ojos, ya no podía seguir consiente, sus fuerzas la abandonaban cada vez más, perdiendo así el conocimiento.

Él vampiro pelirrojo que la estuvo mordiendo supo que no podía quitarle más sangre de lo que ya hizo; así que se separó de ella viéndola con los ojos cerrados y su respiración relajada.

— Bueno, almenos no la mate. — habló para sí mismo mientras cargaba a la chica como si fuera una princesa hacia la salida mientras los estudiantes miraban tal escena.

Ayato ya estaba enfrente de la limosina que los llevaría a él, a sus hermanos y a la humana que tenía cargando entre sus brazos.

Uno de sus hermanos mayores, el vampiro con lentes se le hacerco a él.

𝐌𝐢 𝐝𝐮𝐥𝐜𝐞 𝐞𝐧𝐦𝐚𝐬𝐜𝐚𝐫𝐚𝐝𝐚 ⎸KanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora