La Visita

109 11 0
                                    

-Hija ¿Ya estas Lista?- Escuche a mamá gritar, mientras que yo seguía en mi habitación, tomando lo necesario para ir a casa de mi abuela. - Ya son las cinco, si no te das prisa, no llegaras antes de que obscurezca, recuerda que tardas una hora en llegar con tu abuela más el tiempo que tardes allá y el tiempo que regresas, si no te vas ahora se te hará más tarde.

-Si Mamá, bajo en un momento, solo me pongo las botas. – Pues siempre me ponía botas con los vestidos que usaba, junto con la caperuza, eligiendo la de color rojo que tanto me caracterizaba. Después de ponerme las botas, bajo rápido a tomar la canasta y a despedirme de mi madre.

-Recuerda hija si de casualidad se te hace tarde, te quedas a dormir en casa de tu abuela.

-Si Mamá, tranquila ya lose, es la rutina que hago desde niña.

-¿Ya llevas los trozos de carne crudos? Por si se te aparece un depredador.

-Sí, todo está listo y empacado.

-Muy bien, vete entonces, cuídate.

Salí de la casa y me adentre al bosque, ya llevaba como media hora caminando, no faltaba mucho para llegar a la casa de mi abuela, pero desde que entre al bosque, tengo la sensación de que alguien me está siguiendo, de todas las veces que he ido a casa de mi abuela, no había tenido esta sensación, escucho un sonido proveniente de los arbustos, me quedo observando en esa dirección para ver de qué se trataba, veo que se asoma algo de un tono naranja con rojizo, pequeño y tierno, era un zorro bebe.

-Que lindura –Me agacho para acariciarlo. -¿Tú eras quien me seguía? De seguro oliste las galletas y tienes hambre; lo siento son para mi abuela, pero traigo trozos de carne, ten.

Saco un trozo de carne de la canasta y se lo doy, le doy unos pequeños toques en la cabeza al zorro para acto seguido levantarme y seguir con mi curso.

Tiempo después, caminando veo como poco a poco la casa de mi abuela se hacía más grande, había llegado al fin.

Toco la puerta y me da mi abuela una calidad bienvenida, con un fuerte abrazo que al hacerlo me transmitía tanta paz, pues ahora con su piel arrugada y pelo blanco para mí era tierna he incluso más suave.

-Hola Cariño, que bueno que llegas, ya te esperaba.

-Hola abuela ¿cómo estás?

-Bien querida, pasa.

Me deja de abrazar, para las dos entrar en la casa y poder platicar un rato.

Dure como dos horas en su casa, el tiempo paso tan rápido, pues sin darme cuenta, ya eran las ocho de la noche, era momento de irme no me molestaba quedarme a dormir, pero tenía deberes escolares que hacer para el lunes, no debía dejar de avanzar en ese aspecto si quería que mi familia viviera mejor.

-Es hora de irme abuela, gracias por el cacao.

-Al contrario mi niña, gracias a ti por visitarme y traerme las galletas, pero ¿No te quedaras a dormir? Ya es un poco tarde.

-Lo siento abuelita, pero mañana tengo que hacer la tarea y es bastante.

-Bueno vete con cuidado Ani, me saludas a tu mamá.

-Claro que si abuelita, la quiero mucho. –Le doy el último abrazo y beso de despedida para ahora si emprender mi camino de regreso. - Adiós.

Salí de la casa de mi abuela, ya estaba cada vez más oscuro así que apresuré el paso y encendí la lámpara que traía, era de aquellas que funcionaba con fuego; escuche de nuevo unas pisadas, alguien me estaba siguiendo otra vez, me calme pensando que era de nuevo el zorro que me había encontrado en la tarde, así que me detuve.

-¿Eres tu bebe zorro? Ya no tengas miedo puedes salir y te daré otro pedazo de carne.

Me agache en dirección al arbusto de provenía movimiento, pero no era el zorro, si no que una figura grande con ojos brillantes y amarillos salieron poco a poco de la oscuridad dejando a notar lo que era.

Rápidamente me puse de pie, analizándolo un poco más, note que, si se ponía de dos patas arrebozaría mi tamaño, le lancé un trozo de carne para distraerlo, pero lo paso de largo y siguió observándome con esos grandes ojos y dejándome ver sus enormes colmillos de su hocico, sin dejar de salivar.

Decidí correr a toda prisa, tratando de perderlo camuflándome en el bosque, el venía detrás de mí, no dejaba de seguirme, corría y corría, con muy poca vista de la lámpara que llevaba, seguí con mi camino, hasta que trómpese con una piedra, caí por un barranco pequeño, pero igual de doloroso, mi lámpara se rompió y el fuego de adentro se apagó. Un hombre de barba moreno maso menos de cincuenta años me dio una mano para levantarme, al parecer era un leñador, vi que traía un hacha, se parecía a mi padre, por lo que me genero confianza y acepte su mano para ponerme de pie.

-Gracias señor

-¿Que hace una niña como tú a estas horas de la noche afuera?

-Un Lobo me estaba siguiendo señor, corrí, caí por ese barranco y se rompió mi lámpara.

-No puedo dejarte aquí sola, ven, vamos a mi casa.

-Si me disculpa ¿Podría acompañarme a mi casa? Mi madre estará muy preocupada.

-No con un lobo afuera, no es tan seguro, ven.

Me Sujeta de la muñeca pero no quería ir con él, a pesar de que me ayudo, la confianza que le había tenido apenas unos segundos atrás se habían ido.

-No hace falta, suélteme.

-No, ven aquí.

Ahora veía que sus intenciones no eran buenas.

Lo patee en la entrepierna para soltarme de su agarre y poder escapar, trate de escalar de nuevo por el barranco del que había caído, pero el jalaba de mi caperuza, atrayéndome hacia él.

-Ven Preciosa.

Me agarra fuertemente y me tira al suelo.

-¡Suélteme! ¡Ayúdenme! ¡Auxilio!

El hombre se estaba quitando el cinturón, mis lágrimas comenzaron a salir. ¿Qué podría hacer ahora?

De pronto, vi que de los árboles salía nuevamente el lobo, el animal se abalanzo contra el atacante, aprovechando eso, me levanto y de nuevo trepo por el barranco, subo por esa montaña de tierra dejando al hombre y al animal atrás; solo escuchaba los gritos de dolor provenientes de él, se lo estaba comiendo vivo.

Seguí corriendo hasta que vi una luz brillante, era mi casa, al fin había llegado, entro rápidamente.

-Hija ¿Qué pasa? Vienes demasiado agitada ¿Qué paso?-Ella se acerca a mi asustada, dejando lo que estaba haciendo.

No quería decirle la verdad, si no me castigaría por no haber seguido sus instrucciones de quedarme con mi abuela para estar a salvo.

-Nada mamá, sentía que alguien me estaba siguiendo, pero no pasa nada, no te preocupes ya cene en casa de la abuela.

-Bueno hija, ya sube a dormir, mañana tienes tarea que hacer.

Mi madre me da un beso en la mejilla subo a mi habitación poniéndome mi pijama y me acuesto en mi cama, pensando en todo lo que había pasado hasta que me quedo dormida profundamente. 

💘Amor De Bosque🌄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora