dos.

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"Adentro hay un volcán que pronto va a estallar, yo quiero estar tranquilo. 
Es mi situación una desolación, soy como un lamento, lamento boliviano,
que un día empezó y no va a terminar y a nadie hace daño"

Antoine se encontraba sentado en las bancas del Estadio Metropolitano. Su ceño fruncido denotaba la clara desaprobación a los ejercicios que sus compañeros estaban llevando a cabo. Tomó su celular y abrió Instagram, definitivamente no iba a integrarse a la práctica aunque aún faltase más de una hora para que finalice.

Su timeline estaba plagado de publicaciones que mostraban playas paradisíacas, spas lujosos y tragos frutales, lugar donde estaría si no estuviera la maldita liga española de por medio. Si bien la Copa del Mundo, conseguida hacía tan solo un mes, lo había colocado en lo más alto del fútbol, Antoine no lograba encontrarse a sí mismo en esta nueva temporada. Luego de que se cayera toda posibilidad de pase con el Manchester United y el Barcelona, no tenía nada que lo motivase a entrenar. Se sentía oprimido, encerrado, condicionado, monótono. Se enredaba en su propia confusión y no entendía muy bien que estaba pasando. Se veía desdibujado y totalmente alejado de aquella imagen de niño bueno y feliz que la prensa y la afición habían hecho de él. Claro que quien iba a notarlo, después de todo, había sido campeón del mundo ¿no? 

-¡Antoine! ¿Para qué venís si no vas a hacer nada? -escuchó el grito de Simeone desde el otro lado de la cancha. El comienzo de la liga estaba a la vuelta de la esquina y el carácter de su entrenador ya se hacía sentir. 
El francés miró a su técnico sin levantar la cabeza. Se humedeció los labios con la lengua de manera desinteresada y volvió a mirar su celular.
-¡EU, Griezmann! ¡Te estoy hablando!- volvió a gritar el entrenador, esta vez con furia.
-No tengo ganas- respondió.
-¿Cómo dijiste? - Simeone preguntó perplejo.
-Dije que no tengo ganas- repitió, mirándolo fijamente.
Para este momento, todos los presentes tenían los ojos clavados en la discusión.
-¡Entonces andate pibe! -reaccionó Simeone, indicándole con su brazo el camino hacia los vestuarios -Es lunes, hermano. Si venís es para hacer algo, yo no quiero estrellitas acá.
Los murmullos se expandieron por todo el campo de juego. Si bien era sabido el poco temperamento del Cholo y su facilidad para perder la cabeza en los partidos, nunca eso se había transmitido a los entrenamientos y mucho menos al punto de echar un jugador.
Griezmann tomó su bolso, arrojó su celular dentro y se retiró del campo con insultos en los labios.
-Imbécil - pensaba -no entiende nada.

En el vestuario, encontró su camiseta colgada en el locker, con el característico número 7 de frente a él.  La contempló, al tiempo que miraba su cara en el espejo. ¿Dónde estaba parado? ¿Existia realmente aquel Antoine juvenil y radiante que hacía reír a todos que tanto? Porque si sí existía, parecía haberse esfumado junto a su pelo decolorado y los tatuajes de su brazo.
Sintió la vibración de su celular, que lo sacó de sus pensamientos. Tenía más de diez mensajes en WhatsApp, todos de la misma persona. Marcó el número y esperó.
-¿Hola?- escuchó del otro lado de la línea.
-Erika ¿qué pasa? Estaba en la práctica.
-Hola amor. Solo quería saber a qué hora salís. Te espero para comer ¿no?
Antoine se quedó callado. En realidad no tenía ganas de volver a su casa, ni mucho menos de pasar tiempo con su novia. Luego de debatirse internamente, respondió.
-No. Voy a llegar tarde.
-¿A dónde vas? - preguntó ella con algo de desconfianza.
-Simeone quiere que perfeccione los tiros libres, me voy a quedar practicando. -finalizó y cortó, sin esperar respuesta alguna. Silenció su celular, se bañó y se cambió antes de que sus compañeros terminen la jornada.

Ya había caído la noche en Madrid cuando el francés dejó el estadio. Guardó su bolso en el baúl y subió a su auto. Había un único lugar donde quería pasar esa noche.
"Alamo beer house se encuentra a 15 minutos de su punto de partida, diríjase hacia el nort..." Apagó el sonido del GPS. No era necesario, no era la primera vez que su escape estaba en ese bar.

~~~

Paloma se despertó de repente, exaltada. Tardó unos minutos en volver en sí. Repasó su día en su mente: estaba en Madrid, no había comido y todavía hacía calor. Miró hacia el ventanal a su izquierda, la ciudad ya había comenzado a mostrar sus tintes azules y violáceos, propios del anochecer. El estómago le dió un vuelco en su interior. Había dormido más de diez horas seguidas y lo peor de todo: no se había vuelto a contactar con su familia. Tomó su celular de la mesa de luz y lo puso a cargar de inmediato. Una vez que lo pudo encender, el panorama no fue tan catastrófico. Solo un par de llamadas pérdidas y algunos mensajes sin contestar. Su dedo pulgar tocó el símbolo característico y en un click estaba viendo a su madre a través de la pantalla.

-Hola ma, acá estoy - le dijo con voz inocente.
-¡Ay hija, hola! Ya estaba preocupándome, como no llamaste después de aterrizar...- respondió su madre, moviendo sus manos.
-Ya sé ma, perdón. Es que llegué y me tiré en la cama, debe ser por el cambio de horario, no se...
-Ah claro -reflexionó la mujer de no más de 50 años- ¿Qué hora es allá? Acá en Buenos Aires son las 3 de la tarde.
-Y bueno, son cinco horas de diferencia, asi que acá son las ocho de la noche.
-Ok, ok. ¡Mostrame el departamento! Quiero ver como es. -exclamó con interés y emoción por ver el hábitat donde se estaba quedando su hija.

Paloma se dio cuenta que tampoco lo había recorrido en profundidad, aunque en verdad no había mucho para recorrer. El lugar era simple. Una habitación con la cama y el ropero, un baño, una pequeña cocina y un pequeño living-comedor con una mesa y sillas, un modesto sofa para dos personas y una televisión. Lo que más emoción le causaba era el ventanal con salida a un balcón a la izquierda del living-comedor.

-Bueno, es chiquito...- habló su madre luego del recorrido a lo MTV.
-Sí... ¿pero yo sola para que quiero mas de dos ambientes? - se preguntó Paloma de manera retorica- además, está en pleno centro, cerca de la oficina.
-Claro, tenes razón.
-Bueno ma, te dejo que tengo que acomodar un poco esto y después quiero ir a comer. 

Madre e hija se despidieron, lo que obligó a Paloma a desempacar la ropa y comer los pequeños bocadillos que le habían quedado del vuelvo. Al finalizar, se bañó y se cambió. Tenía que encontrar algún lugar para cenar. 

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Canción: "Lamento boliviano" Enanitos Verdes

paloma. || antoine griezmann ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora