nueve.

1.3K 71 2
                                    

"al ratito ya te empiezo a extrañar, me preocupa que te pueda perder
necesito que te acerques a mi para sentir el calor de tu cuerpo"

Paloma estaba sentada frente la computadora, distante. Su frente estaba prácticamente hirviendo y tenía sus ojos idos. Era más que seguro que su temperatura estaba por encima de lo normal. En frente a ella, la hoja blanca la miraba fijamente. Tenía que presentar la versión final de la nota para ser publicada en la revista pero su mente estaba vacía. Releía y revisaba datos de la entrevista, buscaba muletillas, chistes, anécdotas, algo para resaltar y lanzarse a escribir. Pero nada.

Las palabras de Koke y sus fotos producto de la producción la interrogaban y no la dejaban sacar de su cabeza a Antoine. Dos semanas sin hablar con él eran una eternidad.

Se sentía fastidiosa y no entendía muy bien cual era la razón de que no hablasen. Sí, se había peleado. Sí, habían dicho cualquier cosa. Pero... ¿tanto? Ella realmente ya no estaba herida ni mucho menos por la situación y estaba dispuesta a ofrecerle una tregua de paz.

Sin embargo, del lado del francés no había encontrado más que una pared. Antoine la había ignorado por completo y en esos quince días apenas le había ojeado un par de historias en Instagram. En el medio, Paloma había visto una historia de Erika en la cuenta de Antoine. Estaba ella sola, y no era más que una foto con el típico filtro de snapchat.

Pero...¿qué significaba? ¿acaso habían vuelto?

Las preguntas no dejaban a la muchacha en paz y no estaba tranquila para nada. Sus posibilidades de hacer algo eran totalmente limitadas y tampoco quería quedar como una loca descolocada. Simplemente necesitaba saber que estaba sucediendo.

Paloma sintió un brazo sobre su hombro e inmediatamente pensó una excusa para decirle a Gustavo. Sin embargo, cuando giró sobre sí misma, encontró la cálida cara de Paulina, que la miraba con cariño.

-Palomita ¿por qué no vas a tu casa?- le preguntó amablemente.

-Estoy bien, solo necesito terminar esto- respondió volviéndose hacia el escritorio.

-Paloma, vuelas de fiebre, yo lo termino, volvé a tu casa- repitió Paulina en tono mucho más fuerte. La argentina no hizo más que asentir, realmente se sentía mal.

Apenas llegó a su departamento, se preparó un té y llamó a la asistencia médica para que le asignen una visita de médico. Se acostó y como buena millennial, subió una historia a Instagram. Inmediatamente, el nombre de Griezmann apareció entre quienes habían visto la imágen. Decidió ignorarlo y cayó dormida. La luz del mediodía que entraba por la ventana la hacía sentirse un poco mejor.

Su sueño profundo -que al fin había podido conciliar- se vio interrumpido por el estrepitoso sonido del timbre. Con dificultad se levantó y sacó su billetera de la cartera, más que seguro que era el médico.Miró la ventana y vio que el sol ya estaba poniéndose, debía ser alrededor de las cinco de la tarde. Sin embargo,para su sorpresa, cuando abrió la puerta el pequeño francés campeón del mundo le sonreía tímidamente. De su hombro colgaba el bolso y aún tenía el equipo de entrenamiento del Atlético. Paloma dio un paso al costado para dejarlo entrar.

-Primero que nada, quiero pedirte disculpas- se apresuró a hablar él, mientras ella se volvía a acostar en su cama. Antoine se sentó a su lado. -Estaba enojado y el orgullo no me dejó pensar y me alejé porque tengo problemas solucionando las cosas- rió nervioso.

Si bien se sentía arrepentido de lo que había pasado, había un pequeño gran detalle que estaba omitiendo contar: la noche después de la fallida fiesta, entre el alcohol y el fastidio había dormido -después de tanto tiempo- con su novia. No es que el sexo le haya hecho cambiar algo, pero de todas maneras no era algo que quería compartir con su amante.

-Así que, a cambio de que me perdones, estoy dispuesto a quedarme contigo entre tus mocos y tu fiebre para cuidarte.

Paloma dejó escapar un risita.

-Yo también te quería pedir perdón, igual. El alcohol me pone histérica o pelotuda, y ese día se fusionaron- Antoine asintió y se recostó al lado de ella, envolviendola entre sus brazos. La muchacha volvió a caer dormida, la fiebre la estaba matando.

Griezmann procedió a se darse una ducha para luego ponerse manos a la obra en la cocina. Confiaba en que la pequeña pelea había quedado atrás y no podía esperar encontrar el momento para terminar con Erika. Necesitaba hacerlo, ya no había nada -ni siquiera sexo- entre ellos.

Mientras estaba totalmente sumido en cortar zanahoria para incluirla a la -según él- majestuosa sopa de verdura que estaba cocinando, el timbre volvió a sonar. Irguió su espalda y esperó unos momentos, hasta que escuchó la voz de Paloma.

-Debe ser el médico, yo abro- le gritó la argentina. Si bien el departamento era pequeño, la cocina estaba separada por un pequeño desayunador que escondía parcialmente a quien estuviera cocinando.

Escuchó la voz grave y pesada del doctor y siguió cocinando.

En la habitación, el médico revisó a Paloma y le recetó unos antibióticos, nada fuera de lo normal. Tomó sus cosas y salió de la habitación, mientras Paloma se ponía sus pantuflas para acompañarlo hacia la puerta. La presencia del doctor tomó a Antoine por sorpresa, quien estaba revisando su celular conectado al enchufe de la sala de estar. Y entonces, se dio el desafortunado encuentro que los amantes habían estado evitando: casi como premeditado, el médico, el futbolista y la historiadora quedaron en una suerte de triángulo, del cual no se iban a poder safar.

Como era de esperarse, el hombre reconoció de inmediato al ídolo francés y le estrechó la mano con alegría. No era un fanático del Real Madrid, al menos. Antoine le sonrió y hasta intercambiaron un par de palabras. Antoine abrió la puerta y con una palamada en la espalda, sutilmente lo echó.

-Confio en ti para la Champions, principito- le dijo, insistiendo en quedarse.

-¡A por ello!- respondió Antoine de manera cortés aunque empujandolo cada vez un poco más.

-Y tranquilo, de esto ni una palabra a nadie, los reyes del fútbol tiene sus necesidades ¿no?- le guiñó un ojo y salió de una vez por todas.

La cara de Paloma estaba estupefacta, sin mencionar lo indignada y enojada que estaba.

-Nunca pensé que el machismo me beneficiaría en algo- exclamó con ironía en referencia a ese último comentario tan horrible del doctor -encima ya me había revisado.

Antoine se acercó a ella y la abrazó.

-Lo sé, un gilipollas. Pero hey, tranquila, no pasa nada- él estaba muy tranquilo.

-Anto, va a contar todo, va a llegar a la prensa, vamos a salir en todos los diarios, me van a criticar de todos lados, voy a morir- Alerta de ataque de pánico.

-Paloma, calma, por favor. Mira, siempre se puede desmentir todo ¿si? No va a pasar nada no dejaré que te pase nada.

El corazón de la argentina se encogió ante sus palabras y aún con fiebre y mocos se dieron un pequeño beso en los labios.

Los dos tortolitos estaban en paz.

----

Actualicé ♥

Bueno, esta vez va con consulta incluída (?). Originalmente esta historia iba a tener no mas de diez capítulos, así que ya estaríamos rosando el final... pero me gustaría saber que piensan ustedes, si le gustaría que la siga, que la haga mas larga, si les parece que así esta bien o si ya se cansaron y todo el fanfic les parece malisimo (?) jajaja, igual sí, me gustaría leerlas♥
Canción: "Un osito de peluche de Taiwan" Los Autenticos Decadentes

paloma. || antoine griezmann ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora