¿Recuerdan que antes les dije que Taeyang me había salvado unas cuantas veces? La primera vez ocurrió en la primera semanada de casados. Encontré a mi esposo con una prostituta en mi cama. Me enoje mucho, no era como si lo quisiera o algo, simplemente me irritaba lo maldito que podía llegar a ser el señor Kim, ya que el si podía serme infiel, pero yo no podía porque no me dejaba salir de la casa. Uno de los tantos consejos que me había dado Taeyang era que no le reclamara nada. Iba hacer lo que me dijo, se los juro que me trague mi maldito ego y comencé a cerrar la puerta en total silencio pero mi cuerpo tenía sus propias decisiones, estornude; se dio cuenta de mi presencia, me persiguió por la casa hasta que tropecé con la alfombra. Golpeo mi cuerpo hasta que se cansó, diciéndome palabras de desprecio. Yo me había desmayado en algún punto.
Cuando desperté no había rastros de él, solo estaba Taeyang a un lado mío, fumando, mientras que yo estaba recostado en la cama. Le mire confundido.
-¿Qué? El balcón está abierto, así que no molestes-protesto riendo, yo intente imitarlo pero me dolía de solo intentarlo.
Aquellas golpizas, para mi desgracia, se volvieron comunes, no había día que no tuviera algún moretón o algún vendaje. Las palabras hirientes se intensificaron. Si ya de por si tenía una baja autoestima eso lo empeoraba de sobremanera. Recuerdo pararme frente del espejo del baño y mirar a un total desconocido: mis labios pasaron de ser esponjosos y rosados a ser resecos y pálidos, interrumpidos por una abertura, mi rostro dejo de ser redondo, las cuencas de mis ojos se marcaban un poco; mi cabello estaba horrendo. "Tal vez el señor Kim tenga razón... solo soy una sucia basura" pensaba mientras comenzaba a llorar, sacudiendo mis cabezos con desesperacion.
Un día Taeyang me pregunto el por qué seguía ahí, yo le conteste con la verdad, aunque parecía que me lo estaba diciendo más a mí mismo.
-si no soy yo será mi hermana pequeña-
Taeyang solo me dio unas palmas y me reafirmo lo jodido que estaba.
No digo que este bien pero al final me acostumbre a los golpes, el asco que el señor Kim sentía por mí. A lo único que no podía ceder con tanta simpleza era a las micro violaciones que tenía. Seguía dándome asco, perturbándome, pero la idea de que ChaeRin estuviera en esa situación me ayudaba a sobrevivir.
Así pasaron 7 meses, llenos de abusos, golpes y gritos. Me sentía como un zombie, no estaba viviendo, solo me mantenía en pie, caminando por un sendero que parecía no tener final, sintiéndome cada día más perdido, más solo, más olvidado, más basura.
El timbre de la enorme casa sonó sacándome de mis pensamientos. En todo el tiempo que llevaba viviendo ahí nunca lo había escuchado. Al no escuchar la puerta abrirse supuse que la señora que ayudaba con las tareas de la casa se había ido. Aquel nuevo sonido se escuchó por toda la casa. Me levante de la cama, tome el control y apague el televisor al cual no le estaba prestando atención, pero el escuchar algunas voces diferentes a la mía me mantenía un poco alejado de la locura. Me dirigí a la puerta. Me fije en la pantalla que transmitía la imagen que capturaba la cámara colocada estratégicamente afuera para ver quien tocaba el timbre.
La pantalla mostraba a un joven fumando. Sabía que no lo tenia permitido pero podía decir que ese chico estaba hermoso, sus pobladas cejas, sus ojos negros mirando a alguna dirección, sus labios inhalando un tabaco y esa mandíbula que le daba el corte perfecto a aquel rostro. El chico quito el cilindro de sus labios, bajo un poco los hombros y se dio la media vuelta.
Tal vez eso era lo mejor, tenía que irse. Aun no entiendo porque demonios casi corrí a la puerta y la abrí, de hecho aun no entiendo que me pasó esa noche.
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Una visita inesperada ¿Sera mas de lo mismo o significara un cambio en la vida de Ji?
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Me encanta hablarme de ti
RomanceAlgunas personas se casan por amor o por deber. Yo en cambio me tuve que casar como parte de un contrato. Mi frustración bajo cuando comencé a creer los cuentos de mi madre, aquellos que afirmaban que me llegaría a enamorar del señor y el de mí, lle...