O5 | THE NEW WORLD ORDER

3.8K 356 74
                                    

EL NUEVO ORDEN MUNDIAL.

•••

El primer golpe que Negan dio a Abraham provocó en mi una especie de sensación de asfixia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El primer golpe que Negan dio a Abraham provocó en mi una especie de sensación de asfixia. Era como si realmente me estuvieran atando una soga al cuello y comenzaran a apretarla poco a poco haciendo que me quedase lentamente sin aire. Quise gritar para que Negan se detuviese, pero el grito no emanaba de mi garganta por mucho que lo intentara.

Comencé a darme cuenta de que el mundo estaba más roto de lo que en realidad pensaba y que yo no podría arreglarlo con mis buenas acciones. No podría vencerlo. Eran tiempos de guerra y yo no podía levantar la mano alzando una bandera de color blanco.

Siempre traté de hacerlo. Mantener mi moralidad. Mi humanidad. No dejar que el nuevo mundo me corrompiera. Pero fue en ese momento, mientras sentía la mirada de Aira clavada sobre mí, y mi único ojo estaba puesto en Negan, cuando supe que no merecía la pena seguir intentándolo.

Y también fue ahí, cuando quise levantarme y matar a todos ellos, aunque no habían hecho nada, fue ahí cuando supe que el mundo ya me había corrompido.

La rabia inundaba mi cuerpo hasta el punto de querer acabar con todos ellos, en especial con Negan, utilizando su propio bate de madera.

El segundo golpe hizo que el mundo se parase. No oía los sollozos, o el ruido que provocaban los golpes o los comentarios sarcásticos de Negan.

La peor parte llegó cuando Negan golpeó por sorpresa a Glenn. La rabia que sentía por los acontecimientos previos se transformó en un inmenso dolor que me sentó como una patada en el estómago.

Fue Aira quien me sacó de mi trance cuando agarró mi mentón con sus dedos y me giró la cabeza con suavidad, haciendo que la mirase a ella, en lugar del macabro espectáculo.

Quise resistirme pero sentía como si no tuviera fuerzas ni para respirar.

Deje escapar un sollozo quebrado por la ansiedad que comenzaba a sentir y ella achinó sus ojos ligeramente para dejar escapar un suspiro de desesperación.

—Llegarías lejos si vinieras con nosotros —me dijo ella con voz suave, sin dejar de agarrar mi mentón—. Pero sé que no lo harás. No por voluntad propia —la pelirroja pasó el pulgar por mi mejilla quitando la lágrima que resbalaba por ella—. Sea lo que sea que estés pensando, es muy mala idea. No quiero que mueras. Me gustas, en serio. La manera en la que has mirado a mi padre, como si todo te importase una mierda, como si tu vida te importase una mierda, esa mirada de odio me gusta —me hablaba directamente a mí. No le interesaba que nadie más la oyera—. Tienes una gran valentía al haberlo hecho, pero no vuelvas a hacerlo —si rostro estaba a escasos centímetros del mío, entonces sonrió tras pasarse la lengua por los labios—. Mide muy bien tus actos y las palabras que salen de tu boca .

Aira soltó mi mentón pero no se separó de mi rostro, después me apuntó con una pistola a la cabeza y presionó el cañón contra mi piel.

—No me da miedo apretar el gatillo, supongo que a ti tampoco. Y una vez que lo hagamos ya no hay marcha atrás. No quiero matarte, Carl. No me obligues a hacerlo.

—Voy a matarte —siseé por lo bajo, como si realmente quisiera que nadie lo oyera pero al mismo tiempo deseara que ella me escuchara—. Voy a matarte.

Aira sonrió y dejó caer su pistola al suelo. Acto seguido me dirigió una mirada.

—Entonces, hazlo. Cógela y mátame, Carl.

Permanecí en silencio, inmóvil un par de segundos, y tras pestañear, me lancé contra la pistola para tratar de agarrarla.

Mis planes se frustraron cuando ella le dio una patada y dejó escapar una risa sarcástica.

—Maldita sea, deberías tenerme miedo. ¿Quién tiene el control?

(...)

Había amanecido en el claro del bosque y Negan sujetaba mi brazo izquierdo mientras me ponía un cinturón en la parte superior de éste.

—No —Aira interrumpió las acciones de su padre.

Negan la miró sorprendido y dejó de apretarme el cinturón.

—¿No? —el líder de los Salvadores soltó mi brazo y se acercó vacilante a su hija.

Aira achinó ligeramente los ojos y miró a su padre con notoria seriedad. Después negó con la cabeza.

—No, papá —la pelirroja hablo con voz firme y le hizo un gesto a uno de los Salvadores—. Coged a Carl y metedlo en el camión.

Mi padre abrió los ojos como platos. Supe que iba a protestar porque su espalda comenzó a erguirse.

—No —suplicó—. Llevadme a mí —pidió cuando el hombre al que la pelirroja le hizo el gesto me agarró de un brazo con fuerza—. ¡Llevadme a mí!

Traté de resistirme al agarre del hombre haciendo fuerzas con los pies para no avanzar. Esto me permitió ver como la cobriza se agachaba y se arrodillaba frente a mi padre y sonreía con satisfacción.

—Escucha, Rick —ella le dio una pequeña palmada en la mejilla—. Vamos a llevarnos a tu hijo. No te preocupes por él. Es listo. Se las apañará. Yo me encargaré personalmente de que no le ocurra nada.

Comencé a retorcerme con más fuerza lo que me hizo caer al suelo. El salvador, un tipo de mediana edad, escaso pelo negro, ojos oscuros y una fea cicatriz en la cara, comenzó a inmovilizarme mientras yo trataba de mover brazos y piernas para librarme de su sujeción.

—¡Podéis llevarme a mí! —volvió a gritar mi padre mientras el salvador me alzaba con brusquedad y Aira me miraba.

—¡Cállate! —esta vez habló Negan—. ¡Apuntad a todos a la altura de la nariz!

Los Salvadores no tardaron ni dos segundos en obedecer y antes de que pudiera resistirme el hombre junto mis muñecas con fuerza y comenzó a atarlas con una cuerda mientras que el resto del grupo tenía el cañón de un arma pegado a sus cabezas.

Comencé a mover mis manos para soltarme sintiendo como la cuerda quemaba la piel de mis muñecas.

Entonces no fue mi padre quien suplicó, sino todo el grupo. No le suplicaban a la ojiazul, sino a Negan, quien miraba la escena sin decir nada, probablemente orgulloso.

—¡¿Por qué haces esto?! —le grité a Aira mientras el salvador me empujaba hasta uno de los camiones—. ¿¡Por qué?!

La pelirroja se paró frente a mí e inflo ligeramente sus mejillas salpicadas de pecas y dejó escapar una pequeña risa.

—Porque es la única manera de asegurarnos de que entendéis las cosas.

Ella suspiró y me agarró de un brazo. Dejé de oponer resistencia. Pensé que sería lo mejor. Tal vez si seguía haciéndolo dispararían a todo el mundo.

Aira me metió en la parte trasera de un camión y antes de cerrar sus puertas me miró fijamente.

—Este es el nuevo orden mundial. Adáptate a él porque no tienes más opciones.

El Nuevo Mundo || Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora