Regalada al Mafioso [04]

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SEBASTIAN

— ¡Ya te dije que no! — le grité furioso — Igual lo haré con o sin ustedes — la miré fijamente —. Así será más fácil deshacerme de él. No esperaré más.

— Vas a destruir todo el plan con ideas absurdas. Es totalmente ridículo — caminó de un lado a otro — . No permitiré que lo arruines de la noche a la mañana.

Me enfadé.

— Ya te dije, lo haré. Veremos después qué pasa — me tranquilicé —. Te avisaré cualquier cosa.

— No te dejare Sebastián, no lo echaras a perder — no le hice caso.

— Deberías pensar un poco más. Nos podemos deshacer de ellos mucho más rápido — sonreí —. Es lo que quieres. Yo te lo daré.

Pareció convencida.

— Eres un estúpido — sonreí victoriosamente —. Es tu única oportunidad. No lo arruines.

Agarró su bolso para irse.

— Haré todo lo posible por no hacerlo — le dije mientras ella salía.

Será un golpe bajo pero no me importa.

Con esto demostraré que no soy un desastre.

Me ganaré el respeto que siempre quise.

Cómo quisiera que mi padre viera lo que haré. Pobre de él estar ya muerto, basuras así, en el infierno están. Donde yo iré muy pronto.

EMMA

— Hola, ¿qué tal? — dijo Sara mientras entraba.

No quería darle una respuesta sarcástica, preferí quedarme en silencio.

— Traje algo de ropa. Pruebate uno para verte. Así escojes uno para bajar a cenar — la miré confundida.

— ¿Cenar? — de verdad saldría de la habitación.

Llevo casi una semana aquí encerrada. Al parecer fue un tipo castigo por haber salido la otra vez.

— Sí — dijo tranquila mientras me entregaba un vestido.

Miré los otros.

Que colores más feos. El marrón no es mi color favorito.

Mientras el que tenía en mis manos parecía hecho para mi. Como si quisieran que de todos eligiera justo este.

No tuve otra opción y me lo medí.

Al principio me sentí incómoda, desde hace mucho que no usaba vestidos.

— También traje esto — me enseñó la ropa de dormir.

— Gracias por lavarla.

Bueno, lo bueno era que me habían dado ropa para cambiarme. Se dieron cuenta que no podía usar la misma todos los días.

Tampoco me puedo quejar de la comida. Sara cocina tremendamente delicioso.

Pero qué cosas digo...

Me tienen aquí, sin mi consentimiento, encerrada, no sé si mi vida está terminando, todo es totalmente confuso. Y me comporto como si estuviera en un hotel pasando las vacaciones.

De verdad Emma, concéntrate.

Tendré que buscar la forma de escapar.

Creanme, ya lo he intentado, o bueno, por lo menos por dónde salir.

La ventana no puede ser, queda muy alto y si trato de salir igual hay seguridad. Que constantemente están viendo hacia la habitación y de hecho hay un hombre justo abajo.

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